El nivel de sonido de los coches-discoteca es apabullante (y sus ocupantes son de todas las nacionalidades). Desfilan por las calles despacito, a las tantas de la madrugada, haciendo vibrar los cristales de las ventanas y las puertas a medio cerrar con sus subwoofer a todo trapo.

Me resulta curiosa tanta normativa contra las distracciones al volante y tanto discurso contra la contaminación acústica mientras aumenta la circulación de las discotecas ambulantes con el volumen al máximo y a cualquier hora del dia y de la noche.