cuando uno va hacer una película, creo que es primordial sabe que sé quiere hacer: una película de terror, una de terror con mezcla de comedia, una película de acción con tintes de terror, o bien un refrito de todo lo anterior. Y cuando lo que tienes es un refrito de todo lo anterior, lo normal es que a muy pocas personas les vaya a encantar el resultado final, porque terminas por hacer agua en casi todos los apartados. Desde la elección de los personajes implicados en la trama, que forman un mezcolanza extraña de la que resulta más infumable el personaje de Russell Crowe y su Jekyll, y que sin tener en cuenta lo bien o mal que está interpretado, lo 1º que uno se pregunta que hace ese tipo siendo el director de orquesta, si es una bomba de relojería con patas, y después tenemos la banda sonora, y es que si se quiere terror, la banda sonora o acompaña, o lo dejas estar, y es que me parece que aquí la BSO va por un lado, el director fue por otro, y los actores no sé sabe a dónde fueron. Es como si todo hubiese sido una comedia de los Hermanos Marx. El argumento es simplón a más no poder, en el que la lógica es un lujo que rara vez aparece y las cosas son así, porque algún ser divino dijo que tenía que ser así.
Con semejante indefinición, pues la película es mediocre, la ves una vez, y lo bueno es que pronto la olvidaras, y dudo mucho que apetezca ver una segunda vez, no va aportarte nada nuevo que lo visto en la primera visualización.
No es una película para ir con menores de 12 años, ya que algunos efectos digitales puede asustar a los peques.
Lo mejor de todo es que si entras en modo encefalograma plano, se te pasa rápida, si la vas analizar está claro que o te vas o vas a sufrir mucho, pero que mucho.




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