La desaparición de Kristen Stewart (y su triunfo)
Nuestro hombre destacado en Cannes esperaba ansiosamente la aparición de Kristen Stewart para hacerle un robado con su iPhone en el pasillo que lleva a la sala donde se celebraba la conferencia de prensa de Sils Maria, de Olivier Assayas, que corona la Sección Oficial con la más palmable de sus propuestas. Pero pese a los rumores que confirmaban su aparición, la que fuera Bella en la saga Crepúsculo no se presentó. Tristeza infinita. Desolación.
El día en el que Kristen Stewart y Robert Pattinson se separaron dejé de creer en el amor, o por lo menos de creer ciegamente en el amor. Hace justo dos años, la pareja antes conocida como Los Robsten se reunía amorosamente en La Croisette, para presentar sus respectivos films post Crepúsculo. En aquel momento, por mucho que Kristen practicara una doble manola a Jack Kerouac y Dean Moriarty en la extremadamente banal On the Road (Walter Salles, 2012), Robert Pattinson le ganó la partida del prestigio con la lógicamente incomprendida, pero soberbia, Cosmopolis, de David Cronenberg. En esta ocasión, pese a la doble presencia de Pattinson, como el lelo de The Rover y como el conductor de limusinas de Maps to the Stars —un Cronenberg que, en vez de crecer, al contrario que Cosmopolis, se va desinflando—, todos los aplausos han sido para Kristen, que podría ocultarse en algún hotel de Cannes, aunque también podría haber perdido el avión (Última hora, parece ser que está atrapada en el rodaje de American Ultra, pero asistirá a la gala de esta noche). Y es una lástima que no apareciera, porque el gran Olivier Assayas le ha regalado el que sin duda es el mejor papel de su carrera, con un film que se postula como el más firme candidato a la Palma de Oro, dejando, claro, de lado a Godard, nuestro godda particular, que sólo da problemas.
Olivier Assayas en la cumbre
Tras un traspiés como Después de mayo, que rememoraba Mayo’68 en clave American Apparel, Olivier Assayas, uno de los adalides de la postmodernidad cinematográfica, ha dado lo mejor de sí mismo en la mayúscula Sils Maria, película a capas que, tan pronto acaba, uno quisiera revisar una y otra vez, para asimilar todos los guiños y los infinitos reflejos de su irresistible juego de espejos.
Decir obra maestra es quedarse corto, incluso podríamos estar hablando de La Mejor Película de Olivier Assayas, aunque eso, teniendo en cuenta la dorada filmografía del maestro (Demonlover, Irma Vep, Las horas del verano...), habrá que meditarlo con un poco más de tiempo, y no tecleando a lo loco, con lágrimas en los ojos.
Stairway to Heaven
De la misma manera que cada proyección se abre al son de la música de Camille Saint-Saëns para Días de cielo (Terrence Malick, 1978), con el despliegue de los 24 escalones enmoquetados en rojo que conducen a la Palma de Oro, la organización ha dejado lo mejor para el final. Sobre el papel y muy brevemente, Kristen Stewart es la ayudante de Juliette Binoche que, tanto en la pantalla como fuera de ella, es una estrella absoluta con un pie en Hollywood y otro en el más prestigioso cine europeo. Juntas ensayan la obra de un dramaturgo que retrata las tensas relaciones de amor-odio entre dos mujeres, una obra para la que Assayas se inspiró en el clásico de Fassbinder Las amargas lágrimas de Petra Von Kant. A partir de ahí, los guiños y paralelismos intertextuales son infinitos. Kristen pronunciando la palabra Chanel, marca de la que es imagen; Kristen con una camiseta de Neil Young que remite a la de Husker Dü que lucía en Adventureland; Chloë Grace Moretz protagonizando un escándalo como el que separó a los Robsten, y chistes (inteligentes) mil sobre el mundo del cine, la fama y los paparazzis. No me extiendo, porque podría llenar páginas y páginas que nadie leería. Así que lo dejamos en una palabra:
Sublime.