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Tema: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

  1. #2101
    Senior Member Avatar de Alcaudón
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    A partir de mañana me pondré con el comentario de EL PROCESO PARADINE que me llevará varios días (tengo visitas familiares hasta el fin de semana) pero que espero que no sea tan prolijo como los últimos, especialmente el de ENCADENADOS, debido sobre todo al hecho de hacer las capturas de pantalla, luego incluirlas en Pinterest y de ahí volver a sacarlas para insertarlas en el comentario.

    Una película ciertamente menor (y más después de una obra maestra como ENCADENADOS) pero que tiene los suficientes puntos de interés para mantener un acalorado debate entre los contertulios.


  2. #2102
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    A TODOS LOS AMIGOS DEL FORO:

    ¡FELIZ 2020!

    ¡Y FELIZ AÑO HITCHCOCK!




  3. #2103
    Senior Member Avatar de tomaszapa
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Que Hitchcock nos siga brindando grandes alegrías en este 2020!!!! Feliz año nuevo!


  4. #2104
    sabio Avatar de hannaben
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Ohh el tito Charlie.

    Hithcockianos en 2020


    Buen año!!!!

  5. #2105
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    El comentario de EL PROCESO PARADINE se demorará un poco debido a problemas de salud (especialmente de vista y lumbares) así como de agenda.

    He empezado esta mañana y aunque ciertamente no le dedicaré el mismo espacio (y el mismo tiempo) que a ENCADENADOS (eso espero... ) tiene el suficiente número de elementos como requerir un cierto explayamiento.

    Además el tema de las capturas, aunque luego ofrezca unos resultados magníficos de cara a la visualización del texto, es ciertamente monótono y laborioso.

    De cualquier forma espero dejarlo listo de aquí al domingo y empezar así la semana que viene con la primera producción en Technicolor del maestro, para solaz del amigo tomaszapa.




  6. #2106
    Senior Member Avatar de tomaszapa
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Adoro La soga, como película, como experimento y como ejemplo de la maldad humana.

  7. #2107
    gurú Avatar de Alex Fletcher
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Cita Iniciado por tomaszapa Ver mensaje
    Adoro La soga, como película, como experimento y como ejemplo de la maldad humana.

  8. #2108
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Cita Iniciado por tomaszapa Ver mensaje
    Adoro La soga, como película, como experimento y como ejemplo de la maldad humana.
    Pues espero un jugoso comentario de tu parte la semana que viene (si el cielo no cae antes sobre nuestras cabezas...).

    Por cierto, estoy empezando con el comentario de EL PROCESO PARADINE pero como no puedo estar mucho tiempo delante del ordenador tendré que desarrollarlo en varias fases. Es lo que tiene esto de hacerse viejo...
    Última edición por Alcaudón; 02/01/2020 a las 23:49

  9. #2109
    Senior Member Avatar de tomaszapa
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Cita Iniciado por Alcaudón Ver mensaje
    Pues espero un jugoso comentario de tu parte la semana que viene (si el cielo no cae antes sobre nuestras cabezas...).
    No será tan minucioso como los tuyos o los de mad dog, pero se hará lo que se pueda. Intentaré verla con "otros ojos", a pesar de haberla visto ya decenas y decenas de veces.

  10. #2110
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Estoy en ello, estoy en ello, pero llevo una semana complicada y me temo que la reseña tardará todavía unos días.

    Yo creo que la película de Hitchcock que más veces he visto seguramente es DE ENTRE LOS MUERTOS. Incluso pude verla en pantalla grande cuando varias de sus películas se reestrenaron en los años '80.


  11. #2111
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Esta noche me he visto otro de esos "clásicos" de los '80 que tanto deleitan mi paladar. Si tengo tiempo lo comentaré...

    Y mañana (bueno, en realidad, hoy) y aunque muera en el intento pongo a Dios por testigo de que finalizaré el postergado comentario de la excepcional EL PROCESO PARADINE, sin duda una de las más grandes obras maestras de Sir Alfred...

    ...


  12. #2112
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Finalmente el comentario se me ha ido hasta las 12 páginas en Word...

    Como a la vez que iba haciendo el mismo iba haciendo las capturas de pantalla he ido ganando tiempo. Así "sólo" me queda meterlas primero en Pinterest y luego sacarlas de ahí. Algo que haré más tarde dado que he acabado agotado y muy dolorido.

    Después de un merecido descanso viendo algún clásico de renombre volveré a la tarde/noche y así poder dejar la reseña a disposición de todos los compañeros.

    Seguro que no coincidiremos para nada en nuestras apreciaciones pero lo cierto es que es una película que gana puntos después de un segundo (o tercer) visionado y que además (y pese a Selznick) y a la propia desidia del director (que ya tenía el cuello en... LA SOGA ) es una de sus obras más personales. Ojo, digo personales, no mejores.

    Hasta luego.


  13. #2113
    gurú Avatar de Alex Fletcher
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Cita Iniciado por Alcaudón Ver mensaje
    Finalmente el comentario se me ha ido hasta las 12 páginas en Word...




  14. #2114
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    ¿Sólo 12 páginas de word?... ¡¡Me ha defraudado usted señor Alcaudón!!...
    tomaszapa, mad dog earle, Alcaudón y 3 usuarios han agradecido esto.

  15. #2115
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas


  16. #2116
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Y si la semana pasada coincidió con la llegada del Olentzero hoy tenemos a las puertas a los Reyes Magos de Oriente...

    REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE SIR ALFRED HITCHCOCK (1899-1980) / PARTE XXXII:

    33. THE PARADINE CASE (1947, EL PROCESO PARADINE)



    Director: Alfred Hitchcock.

    Producción: Vanguard Films, Inc.

    Distribución: Selznick Releasing Organization, Inc.

    Productor: David O. Selznick.

    Guión: David O. Selznick, a partir de la adaptación de Alma Reville de la novela homónima de Robert Hichens (Nueva York, 1933). Tratamiento en consulta con James Bridie.

    [Guión final de rodaje (10 de diciembre de 1946):

    - Guión: James Bridie

    - Adaptación: Alma Reville

    - Diálogo adicional: Ben Hecht ]


    Diseño de producción: J. McMillan Johnson.

    Dirección artística: Thomas Morahan.

    Fotografía: Lee Garmes (1.37:1).

    Música: Franz Waxman.

    Montaje: Hal C. Kern y John Faure.

    Reparto: Gregory Peck (Anthony Keane), Ann Todd (Gay Keane), Charles Laughton (Juez Lord Thomas Horfield), Charles Coburn (Sir Simon Flaquer), Ethel Barrymore (Lady Sophie Horfield), Louis Jourdan (André Latour), Valli (Maddalena Anna Paradine), Leo G. Carroll (Sir Joseph Farrell), Joan Tetzel (Judy Flaquer).

    Duración: 1 h 54 m 16 s.

    Rodaje: desde el 19 de diciembre de 1946 hasta el 7 de mayo de 1947 (Spoto).

    Estreno: 8 de enero de 1948, con preestreno el 29 de diciembre de 1947 en Los Angeles.

    Última de las tres (o cuatro, si contamos ENCADENADOS…) colaboraciones entre el todopoderoso productor independiente David O. Selznick y el director británico, EL PROCESO PARADINE es, sin lugar a dudas, la menos interesante de todas ellas, aunque contiene los elementos suficientes (después de todo, un Hitchcock es un Hitchcock) como para hacer de su visionado una más que agradable velada frente al televisor.

    La película tiene como base la novela homónima de Robert (Smythe) Hichens (1864-1950) de quien David O. Selznick ya había llevado a la gran pantalla una obra suya, EL JARDÍN DE ALÁ (1936) de Richard Boleslawski, su segunda película como productor independiente tras su marcha de la MGM y una de las primeras películas rodadas en rutilante Technicolor.



    - Cubierta de la primera edición, Ernest Benn Ltd., Londres, 1933 -



    - Siempre me gusta comentar de inicio, siquiera someramente, el origen literario de la mayor parte de las películas del maestro dado que es un punto que suele ser ignorado por la crítica, algo quizás potenciado por las declaraciones del propio director (“Yo leo una historia sólo una vez. Cuando la idea de base me sirve, la adapto, olvido por completo el libro y fabrico cine.”). -

    Selznick controló férreamente la producción hasta el punto de firmar en solitario el libreto aunque no se pueden obviar las decisivas aportaciones al mismo de (por orden alfabético) James Bridie, Ben Hecht y Alma Reville, como se puede observar en el guión de rodaje (con fecha 10 de diciembre de 1946) que aporto como prueba:



    Un Hitchcock que, además del escaso margen de maniobra que le dejaba el celoso productor, tenía la mente más ocupada en la creación de su propia compañía, la Transatlantic Pictures Corp, junto con su viejo amigo Sidney Bernstein, con la que el director incursionaría por primera vez en el mundo del Technicolor, que en la película que le serviría para finiquitar una relación contractual de siete años con el más poderoso de todos los productores independientes.





    EL PROCESO PARADINE, una obra ciertamente desigual, a veces fascinante, a veces extenuante e incluso a veces ligeramente aburrida (el peor pecado para un cinéfilo) tiene no obstante algunos puntos de interés que me gustaría resaltar a lo largo de este breve comentario...

    La película tiene el aliciente, además, de presentar un personaje, Maddalena Anna Paradine (una bellísima Alida Valli – inolvidable en la obra maestra de Carol Reed EL TERCER HOMBRE (1949) -), que es una absoluta novedad en la obra del director.

    Ni siquiera en títulos posteriores, que yo recuerde, volverá ninguna actriz protagonista a encarnar una tipología similar dentro de la extensa filmografía de su director.

    Me refiero al de una mujer, eso sí bella, elegante y cautivadora, pero que encarna a una asesina despiadada, que sabe cómo manejar a los hombres y que no demuestra ni una pizca de arrepentimiento en sus acciones.

    Podría considerarse, de hecho, como el reverso tenebroso de la rubia hitchcockiana, muy hermosa, muy sofisticada y muy distante, pero con un corazón de hielo capaz de asestar una puñalada con una sonrisa en su impertérrito rostro.

    Aunque también me gustaría destacar que ese personaje aparentemente sin dobleces o medias tintas también tiene un lado humano del que luego (si no se me va la onda) me gustaría comentar algo.

    Quizás sólo por la novedad que supuso no sólo la aparición sino el protagonismo de un personaje de semejantes características el visionado de la cinta ya merecería el desplazamiento.

    Una historia, además, que podemos vertebrar en dos triángulos amorosos falsos.

    El primero, el que se establece entre el verdadero protagonista, Anthony Keane (un demasiado joven y demasiado norteamericano Gregory Peck, al que ni sus sienes plateadas y menos su dicción podrían hacerlo pasar por un británico de pura cepa), su esposa, la bella y elegante Gay (una Ann Todd, ésta sí, británica, que pese a ser rubia encarna lo contrario al prototipo que tanto admiraba el director) y la igualmente felina y cautivante Maddalena Anna (una Alida Valli que, contrario a lo que piensa la mayor parte de los aficionados, me parece uno de los grandes aciertos de la cinta).

    El segundo, el que se da entre los citados Keane y Maddalena y el guapo André Latour (un Louis Jordan que, al igual que en el caso de Alida Valli, me parece una elección acertada. Desde luego mucho más que el actor que el director tenía en mente para el personaje (Robert Newton (¿?)).

    Creo en verdad que la verdadera rémora de la película no son Valli y Jourdan sino la pareja que encabeza el reparto, unos Peck y Todd (que eran grandes actores pero que no eran los más adecuados para los personajes que encarnaban) que muestran una escasa química como pareja.

    Afortunadamente el director pudo contactar con excelentes actores de reparto como Charles Laughton (aunque como suele ser habitual en él un tanto pasado de rosca), Charles Coburn (me encanta su relación con su hija, la guapa Joan Tetzel) o la imperial Ethel Barrymore (que fue la única del elenco en ser nominada a los Oscars aunque su presencia en el montaje final de la película es ciertamente escasa como para merecer semejante honor).

    También y como adelanto de sus dos primeros títulos como productor independiente (LA SOGA y ATORMENTADA) Hitchcock usó por primera vez cuatro cámaras funcionando simultáneamente en la sala de justicia lo que le permitía, por un lado, desarrollar una elegante puesta en escena a base de largos planos de hasta diez minutos (el máximo que permitía la duración de los rollos en aquella época) y, por otro lado, el poder centrar la mirada del espectador en cada uno de los protagonistas de la película.

    Una película que, al igual que en ENCADENADOS, se inicia con un (en este caso escueto) rótulo, con una indicación de espacio (Londres) y de tiempo (Recientemente):



    Con un elegante movimiento de cámara pasamos al interior de la hermosa mansión de los Paradine siguiendo los pasos del mayordomo que le lleva una bebida a su señora.



    Y de nuevo, como hacía con el personaje encarnado por Cary Grant en ENCADENADOS, Hitchcock nos muestra a la protagonista de espaldas, mostrando además un elaborado peinado, con el pelo recogido en un moño que recuerda poderosamente al que llevará otra Madeleine (ya es casualidad…) en la gran obra maestra del director británico DE ENTRE LOS MUERTOS (1958).





    La cámara gira y podemos ver a la bella y elegante Maddalena (una igualmente resplandeciente Alida Valli) tocando una pieza al piano.



    Es significativa la mirada que lanza al cuadro donde vemos por primera (y única) vez la figura de su marido, un coronel retirado del ejército y además… ciego.



    La señora Paradine recibe la visita de dos inspectores de policía que tienen la misión de llevársela a comisaría acusada de haber envenenado a su marido.

    - Aquí, de nuevo, tenemos una indicación precisa de tiempo, el 6 de mayo de 1946, que es cuando se cometió el presunto asesinato. -

    Hitchcock juega magníficamente bien las cartas puesto que la mirada de estupefacción de ella es absolutamente sincera cuando oye los cargos que hay en su contra.



    Aquí no importa que ella sea o no culpable sino de el hecho que ella esté convencida de que no lo es. O al menos que no siente remordimientos por su comportamiento.

    Hitchcock hace un extraordinario acercamiento de la cámara a la actriz, a la que coloca en un primerísimo plano y casi podemos ver en su rostro, aparentemente un máscara sin expresión, los pensamientos que acuden a su mente.



    Y acertado el cromatismo elegido para el personaje, vestido, abrigo, guantes y bolso oscuros, que hacen juego con sus cabellos igualmente oscuros. Aunque pueda parecernos un forma poco sutil de definir al personaje (y, en especial, enfrentándole al personaje encarnado por Ann Todd, rubia y usando siempre vestuario de tonos claros) lo cierto es que aportan una distinción y una elegancia al personaje (al margen de la belleza natural de la actriz) que sólo se verá rota al final de la película, en la escena en que se revele la verdad sobre la muerte de Richard Patrick Irving Paradine.

    En comisaría conoceremos la figura del abogado de la acusada, Sir Simon Flaquer (un excelente – como siempre – Charles Coburn), un viudo que vive con su bella hija (todavía soltera), Judy (una igualmente estupenda Joan Tetzel).

    - Los binomios Coburn / Tetzel y Laughton / Barrymore nos proporcionan alguno de los momentos más relajados (y a la vez, más intensos) de la película y es donde podemos ver al Hitchcock juguetón que sólo aparece ocasionalmente en esta desequilibrada producción. -

    Y un Flaquer que aunque extremadamente inteligente no deja de sucumbir, siquiera de lejos, a los encantos de la hermosa señora Paradine.



    Según las declaraciones del propio director en el libro de entrevistas de Truffaut, esta parte inicial del relato, el arresto de Maddalena, era lo que más le atraía de la película. Copio literalmente del citado libro:

    “Para mí el interés del filme estribaba en presentar a una mujer como la señora Paradine, a quien se echa en manos de la policía, y a todas las formalidades a las que debe someterse para abandonar la casa escoltada por dos inspectores, mientras dice a su criado: “Diga a la cocinera, que lo siento por la cena”; y luego, pasará la noche siguiente en una celda y ya no volverá a salir jamás. De todo esto hay un eco en FALSO CULPABLE.

    Siempre he pensado, en efecto, y quizás sea la expresión de mi propio miedo, en las personas normales a las que de pronto se priva de libertad para encarcelarlas con delincuentes profesionales. Es frecuente presentar a criminales a los que se encarcela, pero cuando se trata de una persona de categoría provoca un contraste de colorido que me intriga mucho”.

    A continuación viene otra de las mejores escenas de la película por lo que significante tiene dentro de la obra (anterior y posterior) del maestro.

    Me refiero a cuando le despojan de sus caras y elegantes pertenencias y la carcelera deshace su elaborado peinado. Una escena que combina a la vez un erotismo soterrado (en la mítica DE ENTRE LOS MUERTOS asistiremos al proceso inverso) con un sentimiento de indefensión al ver a una mujer tan bella y elegante despojada de sus atributos.



    Con el pelo suelto y todavía, pese a todo, con su caro abrigo sobre los hombros, de nuevo Maddalena mirará con estupefacción (o más bien horror) la celda a la que ha sido destinada.



    Y ya como va siendo casi un sello de identidad en los últimos títulos del director éste nos mostrara al otro protagonista de la cinta, el joven (pese a las sienes plateadas) y prestigioso abogado Anthony Keane (un Gregory Peck que no da el pego, ni de lejos, ni como ciudadano británico y menos como letrado, aunque también es cierto que en el tramo final durante el juicio sus prestaciones se incrementan muy notablemente) de espaldas al espectador, entrando en su elegante mansión en un día típicamente londinense.



    También conoceremos al vértice que nos quedaba del primer triángulo amoroso que se establece(rá) durante la película, el formado por Maddalena/Anthony/Gay.

    Y aquí he de reconocer, humildemente, que aunque existe escasa química entre la pareja protagonista (después de todo han estado felizmente casados durante 11 años), el personaje encarnado por la igualmente bella y elegante Ann Todd (que más tarde se casaría con el gran David Lean) y que encarna a una rubia no hitchcockiana (demasiado sufrida y con escaso sex appeal (algo que sin duda nos discutiría el abominable Juez Horfield encarnado por el siempre excesivo Charles Laughton)) me parece más sutil y mejor elaborado de lo que lo recordaba.



    A Anthony le han encargado defender a la señora Paradine y aquí podremos oír de labios de ella un comentario al que, más tarde, dará completamente la vuelta:

    - Estoy convencida de que es inocente.

    - Vaya. ¿Tienes la bondad de decirme por qué? Como abogado defensor todo puede serme útil.

    - Porque una buena persona no mata a otra buena persona.

    Ciertamente nos muestra una Gay notablemente inocente y convencida de la bondad innata del ser humano pero cuyas creencias serán prontamente puestas a prueba.

    En la visita a la cárcel de Sir Simon y de Anthony vemos a éstos entrar en la sala en una toma cenital que también es característica del mejor Hitchcock.



    Hay una cuasi perfecta simetría entre el momento que Anthony conoce a la señora Paradine (a la que, no obstante, debería conocer por las fotografías de los periódicos) y el que acontecía cuando la doctora Petersen (Bergman) conocía al falso doctor Edwardes (Peck). Un flechazo instantáneo aunque invirtiendo los roles (antes era la mujer, ahora es el hombre).



    Y la mirada (y el gesto) de falsa modestia de ella a los comentarios de su ya rendido abogado es ciertamente impecable.

    Aquí Hitchcock inserta una de esas escenas (como hacía el “Gran Jefe” incluso en sus películas más serias) notablemente distendida y donde vemos la deliciosa relación entre Sir Simon y su hija, uno de esos intermedios que ayudan a “dar aire” a la trama.



    La estancia en el hogar de los Horfield es otra de esas escenas alrededor de una mesa repleta de manjares made in Hithcock y que además supone la presentación de los dos últimos protagonistas del relato, el matrimonio (desparejo) formado por Lord Thomas (Charles Laughton, en su segunda colaboración con el directo tras la irregular POSADA JAMAICA) y Lady Sophie (una exquisita Ethel Barrymore).



    No dejar de ser curioso que mientras Sir Simon y su hija hablan de la forma teatral en la que el abogado Anthony suele presentar sus alegatos coincide en buena manera con las maneras teatrales del personaje (o más bien del propio actor) encarnado por Laughton.

    Hay también una situación del dominio del hombre frente a la mujer (en el caso del matrimonio Horfield) que es la inversa de lo que suele acontecer en las obras del británico.

    - Y, ciertamente, es difícil de entender que tal y como podemos apreciar en las copias actuales (con el metraje severamente mutilado) el por qué la siempre magnífica Ethel Barrymore fue nominada a los Oscars. -

    La reunión entre Anthony, Horfield y Flaquer ya nos deja entrever el escaso aprecio que el segundo siente por las “actuaciones” del primero en las salas de justicia. Esa primera “amonestación” será la nota distintiva de buena parte de las intervenciones del joven abogado a lo largo de la parte más extensa del relato, el juicio a la presunta asesina Maddalena Anna Paradine.



    Hay que reconocer que pese a la tendencia natural de Laughton hacia un cierto histrionismo su encarnación del feroz y caústico juez es impecable. Aquí, indudablemente, Hitchcock tuvo un mayor control sobre el actor que en POSADA JAMAICA, donde éste era el productor de la cinta.

    Y aquí si que es posible reconocer una escena que entronca directamente con la vida privada del director y es aquella en la que podemos apreciar la mirada de deseo que el viejo juez le dirige al hombro desnudo de Gay (como ya indicaba antes, si Maddalena viste de luto riguroso, aquí ella lo hace de blanco impoluto y muestra además que, pese a no encarnar ese ideal de belleza rubia hitchcockiana, es una mujer muy hermosa y deseable) y el ademán ciertamente obsceno de cogerle con todo descaro la mano y que nos provoca un evidente rechazo. Pocos veces se había retratado tan bien el director como en esta breve (pero jugosa) escena y que además será una anticipación al Hitchcock que está por venir.







    Al vuelta a su hogar y a la pregunta de su esposa sobre la señora Paradine él le responde de una manera similar a cómo lo hacía Frank Crawley (Reginald Denny) a la segunda señor de Winter (Joan Fontaine) en REBECA, recordemos, la primera colaboración entre Selznick y Hitchcock.

    - ¿Has visto a la señora Paradine?

    - Hum.

    - ¿Y qué tal es?

    - Extrañamente atractiva.

    Los comentarios acerca de los viajes soñados a Italia (de nuevo Peck parecía, como en RECUERDA, destinado a rodar una película en dicho país…) o Suiza (uno de los destinos favoritos del director) y siempre pospuestos parecen ser otro indicio de que algo está a punto de cambiar drásticamente la vida de los protagonistas.

    Aquí de nuevo y como de tapadillo Hitchcock introduce una pequeña escena cargada de un sutil erotismo cuando vemos como ella se va despojando de sus ropas y donde intuimos su hermoso cuerpo y de nuevo el blanco como representativo del personaje.





    Y vuelvo a ratificarme en lo que antes decía. Ann Todd demuestra ser una actriz no sólo bella y encantadora sino con muchas más tablas que un Gregory Peck al que el personaje le vine ciertamente grande (y lo dice alguien que lo considera como uno de sus actores favoritos).

    Y donde vemos asomar aunque sea sólo en la superficie los celos de Gay que ve en la hermosa Maddalena una posible rival en el afecto de su, aparentemente, perfecto e intachable esposo.

    En las sucesivas visitas que Anthony haga a la cárcel vemos como el abogado se va implicando más y más emocionalmente con la señora Paradine, esa mujer “extrañamente atractiva”.



    Hitchcock inserta además un plano un tanto enigmático – y que volverá a repetir en varias ocasiones – de la carcelera que existe impertérrita a las visitas del abogado.



    Y aunque podamos criticar y con conocimiento de causa la presente obra, lo cierto es que en ella Hitchcock expone más claramente que en obras anteriores (y más personales) algunas de las obsesiones que serán clave en títulos posteriores, notablemente, en la citada (y para mí su gran obra maestra) DE ENTRE LOS MUERTOS: la de un hombre por moldear a una mujer según sus gustos o sus deseos aún a costa de perder su propia cordura.

    Hay algo casi obsceno en las preguntas de Anthony acerca el pasado de Maddalena puesto que parece importarle más a él a cuántos hombres ha conocido a lo largo de su vida que el hecho de pueda servir como prueba acusatoria del fiscal a la hora del juicio.

    Hitchcock toma en numerosas ocasiones planos laterales de la actriz tal vez para resaltar su hermoso perfil pero también porque es uno de los recursos estilísticos más habituales del director e incluye, sin lugar a dudas, alguno de los mejores planos de su carrera.





    - En este sentido, la labor del gran operador Lee Garmes es absolutamente impecable. -

    Desde luego la mirada de él es harto significativa…



    Y lo más curioso es que ella es siempre sincera con él, salvo, lógicamente, el admitir el hecho de que haya dado muerte a su marido.

    La magnífica música de Franz Waxman acierta en ese toque desequilibradamente romántico que se establece entre el omnubilado abogado y la bella (presunta) asesina. Una mujer que parece saber que ya tiene los colmillos bien asentados en el corazón del guapo (y pagado de sí) abogado.



    La reunión en casa de los Keane entre Anthony y Sir Simon es sintomática de la distinta fascinación que la señora Paradine ejerce sobre ambos, puesto que aunque ambos están bajo el hechizo de la hermosa mujer, el primero está convencido de su inocencia y habla de suicidio mientras que el segundo no tiene rubor en considerar que ella es ciertamente culpable. De nuevo la cara de él al oír semejante comentario es todo un poema.



    Y también se mencionará por primera vez al ayuda de cámara del señor Paradine, el último personaje que nos queda para completar el juego.

    Los comentarios a la ligera sobre la baja extracción de la señor Paradine no harán más que enfurecer a un enamorado Anthony y cuya reacción será observada con consternación por su devota esposa.



    Los intentos de Anthony por cargar las culpas en Latour (un, pese a todo, bastante correcto Louis Jourdan y que, repito, me parece una elección mucho más acertada que la del rudo Robert Newton en quien había pensado inicialmente el director. Belleza vs. Belleza) no hace más que encender la ira de la prisionera que dejará claro desde un principio que se le deje en paz, algo que no hará más que provocar celos en el abogado al intuir una relación entre ellos.

    De nuevo un interludio humorístico en el hogar de los Flaquer y donde a través del diálogo entre padre e hija vamos abriéndonos camino en la resolución de la trama. De hecho, Judy será la primera que diga en voz alta lo que su padre (e intuímos que el propio Keane – a pesar de todo -) piensa sobre la verdad del caso.



    - Aunque, seamos sinceros, desde el inicio de la película el director deja bastante claro que Maddalena es, en efecto, la persona que envenenó a Richard Paradine.

    Al director no le importa poner encima de la mesa las cartas sino explicar (a través de una elaborada puesta en escena) el motivo que llevó a ella a cometer semejante acto. -

    Como, de nuevo, la reseña se me está yendo de las manos empezaré a sintetizar y así poder colgar a tiempo el comentario y que el resto de los compañeros ponga los suyos.

    A la vez que los sentimientos amorosos de Anthony sobre Maddalena se intensifican (aunque ella jamás deja traslucir sus verdaderos pensamientos y sentimientos acerca de él – algo que sólo verbalizará ella al final de la película -) la llama del amor entre él y su esposa parece empezar a apagarse.

    Esa obsesión que Hitchcock potenciaría en grado superlativo en la ya reiteradamente citada DE ENTRE LOS MUERTOS de un hombre por una mujer inalcanzable es una de las mejores bazas de la película aunque el guión final de Selznick (que prácticamente se escribía día a día) hace en muchas ocasiones ciertamente farragosos los diálogos y que sólo la pericia en la puesta en escena logra salvar, en ocasiones, aunque no siempre.

    A la llegada del abogado al pueblo donde se encuentra la mansión de los Paradine podemos asistir al habitual cameo del director que esta vez si he pillado al vuelo…



    Allí conoceremos al misterioso André Latour (el guapo Jourdan – y que al año siguiente protagonizaría con otra actriz 100% hitchcockiana, Joan Fontaine, uno de los mejores melodramas de la Historia del Cine, CARTA DE UNA DESCONOCIDA (1948) de Max Ophüls (un director del que habría que hacer una revisión de su filmografía, al menos desde LA CONQUISTA DE UN REINO (1947) hasta LOLA MONTÈS (1955)…) -) quien pronto se convertirá en un “rival” para el abogado al descubrir que el ayuda de cámara del esposo de su defendida es joven y bello.

    Y de nuevo y van… Hitchcock lo primero que nos muestra de él es su rostro en penumbra cuando abre la puerta de la mansión.





    No quiero hacer de abogado del diablo pero repito de nuevo y aunque contradiga al mismísimo Hitchcock, que el problema del reparto no viene de la mano de Valli y de Jourdan, que me parece que cumplen – y muy bien, en el caso de ella – sus cometidos sino en los personajes principales. Pero me temo que me quedaré más sólo que el general Custer en la batalla de Little Big Horn es mis apreciaciones…

    Por cierto, también es un tanto paradójico que mientras el conductor del carromato que lleva al abogado a la mansión hace unos comentarios un tanto despectivos acerca de Latour (por ser extranjero (sic)) lo cierto es que más tarde departe alegremente con él mientras Anthony recorre las habitaciones de la mansión de mano de la adusta ama de llaves (ecos de la señora Danvers…).

    Aquí se nota y mucho la mano de Hitchcock (o de Selznick) puesto que en REBECA hay una escena calcada: cuando el protagonista observa arrobado el vestuario (y, especialmente, la ropa interior) de la señora de la casa. Una escena magníficamente planificada por el británico y que parece tener como centro de gravedad el retrato de Maddalena, como era la R de Rebecca la que se enseñoreaba en todas las estancias de Manderley.







    La entrevista de André y de Anthony en las habitaciones de la posada será una de las claves para averiguar la verdadera relación entre él, el coronel y su mujer. Y donde vemos cómo la obsesión que el abogado siente por su defendida está cegando sus tan cacareadas habilidades.



    La posterior entrevista de Anthony y la acusada acentuarán todavía más la ya enfermiza dependencia que el primero siente por la segunda a pesar de que ella nunca ha dicho o ha hecho algo para alentar las esperanzas de él.

    - Esa degradación del hombre frente a la mujer era inhabitual en la obra de Hitchcock y la aproxima a títulos tan emblemáticos, aunque ciertamente superiores, como EL ÁNGEL AZUL (1930) de Josef von Sternberg que espero comentar en breve en “el otro rincón”… -

    Y de nuevo siempre la presencia soterrada, casi inadvertida, de la carcelera…



    La cita para almorzar entre Gay y Judy sirve para ratificar el amor inconcional que ésta siente por su marido y que sirve de perfecto contraste con la impasibilidad de su rival.

    La cada vez más deteriorada relación entre Anthony y Gay provocarán que ésta haga un comentario que contradiga totalmente lo inicialmente expresado por ella acerca de la inocencia de la acusada.

    Y llegamos a la parte central del relato, la del juicio a Maddalena Anna Paradine. Y en mi modesta opinión es aquí donde podemos ver las verdades prestaciones como actor del gran Gregory Peck (tal vez afinando sus artes para el papel que años después le haría merecedor de un Oscar…) y que como ya he avanzado Hitchcock planificó cuidadosamente al rodar con cuatro cámaras, con lo que seguiría así las evoluciones de los principales implicados e igualmente largísimos planos esenciales para dar una mayor fluidez a una narración que acontece en un reciento tan acotado como es la sala de un juicio.

    - Aunque hay que reconocer que el gran Billy Wilder logró superar al maestro en su propio terreno en la magistral TESTIGO DE CARGO (1957), seguramente la mejor película hitchcockiana que se haya rodado nunca. Incluso repite el impecable John Williams – aunque aquí no tiene voz – uno de los actores fetiche del director (como Leo G. Carroll) -



    No voy a extenderme en este tramo de la película, el más extenso, primero porque ya las fuerzas me flaquean (o más bien me aprietan mis dolencias) y porque la paciencia de los lectores ya debe de estar al límite.

    Me gustaría destacar especialmente tres extraordinarias secuencias rodadas por el maestro y que dan justa medida (si ello fuera necesario a estas alturas) de su talento como director.

    La primera, la aparición de Latour en la sala y donde vemos a éste pasar por detrás de ella y donde ésta intuye, aunque no le ve, a su (frustrado) amante y que supuso todo un tour de force para Hitchcock dado que rodó ambas acciones de forma separada.







    En palabras del propio director:

    “Hay una toma interesante en esta sala del tribunal. Cuando a Louis Jourdan le llaman para testificar entra en la sala y debe pasar por detrás de Alida Valli. Ella le da la espalda, pero quería dar la impresión de que le siente, no que adivina su presencia, sino que la huele con su olfato.”

    La segunda, la confesión de la inculpada a raíz de conocer la muerte por suicidio de Latour y donde vemos aflorar por primera (y única) vez los sentimientos que ella sentía por él y los celos que tenía de la relación de aquel con su marido. E igualmente el desprecio más absoluto por Anthony a quien echa en cara el suicidio de su amado.



    Y la tercera, la declaración a tumba abierta y delante de todos del fracaso como abogado de Anthony y donde Peck demuestra sus mejores artes.



    La derrota de Keane es doble, primero como abogado y luego como persona. Como abogado, porque ha sido incapaz de salvar a su defendida de la horca y como persona porque ha sido incapaz de enamorar a una persona incapaz de amar a alguien salvo a Latour (¿y tal vez, pese a todo, a su marido?).

    De nuevo Hitchcock usará la toma cenital para acentuar la soledad del protagonista y su derrota.



    Y esa asunción de su derrota será paradójicamente el inicio de su resurrección.

    Y aunque el final sea un tanto chirriante – aunque no tanto dado el amor que se profesaban los esposos – cierra con un poso de esperanza una historia que en el fondo no es más (que no es poco) que un melodrama de amores no correspondidos y/o frustrados donde nadie gana.



    Y donde las mujeres (Maddalena, Gay) son objeto de deseo por hombres (Anthony, Horfield) que no saben ver en ellas más que bellos cuerpos envueltos en seda.

    Puede que EL PROCESO PARADINE sea un película menor en la filmografía de su director pero ya expresa de forma bastante clara alguna de las obsesiones que serán determinantes en el devenir de su obra futura (la más reconocida).

    Una película que se convertiría además en un serio quebranto para las finanzas de Selznick (la película recaudó sólo 2.200.000 dólares (menos de la mitad de lo que habían hecho RECUERDA o ENCADENADOS) lo que unido a los elevadísimos costes de producción (4.258.000) supondría el principio del fin de las actividades del magnate, al menos como productor en solitario.

    Claro que todavía le quedaba por elaborar una última pieza maestra: JENNIE (1948) de William (Wilhelm) Dieterle…

    Pero ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.



    Feliz tarde/noche.



    P.D. Y no deja de ser curioso que Gregory Peck fuese la segunda estrella más taquillera de 1947 detrás de Jennifer Jones…

    … ambos contratados por David O. Selznick…

    Y esas inquietantes confesiones de una ciertamente desequilibrada señora Hornfield acerca de la obsesión por las setencias de muerte a bellas mujeres de su esposo el juez. Ciertamente desasosegadoras...



    Última edición por Alcaudón; 06/01/2020 a las 00:35

  17. #2117
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Te recomiendo un segundo vistazo al comentario, amigo Fletcher, dado que parte de las imágenes que había insertado no aparecían en el texto, cosa que he rectificado rápidamente pero que han acabado con mis menguadas fuerzas.


  18. #2118
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Cita Iniciado por Alcaudón Ver mensaje
    Te recomiendo un segundo vistazo al comentario, amigo Fletcher, dado que parte de las imágenes que había insertado no aparecían en el texto, cosa que he rectificado rápidamente pero que han acabado con mis menguadas fuerzas.

    No he visto la peli aún, sólo te lo agradezco por el esfuerzo

  19. #2119
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Peck protagonizó tres filmes con gran recaudación durante 1947, aunque dos fueran estrenos de finales del año anterior: El despertar, Duelo al sol (junta a la citada Jones y producida por su marido) y La barrera invisible, que terminaría ganando el Oscar a la mejor película y a la dirección (el primero para Kazan).

  20. #2120
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Tomando como referencia la revista Variety en su número del 7 de enero de 1948, las 10 películas más taquilleras de 1947 fueron, por este orden:

    01. LOS MEJORES AÑOS DE NUESTRA VIDA - Wyler (11.500.000)

    02. DUELO AL SOL - Vidor (10.750.000) Jones / Peck

    03. THE JOLSON STORY - Green (8.000.000)

    04. AMBICIOSA - Preminger (8.000.000)

    05. LOS INCONQUISTABLES - DeMille (7.500.000)

    06. LIFE WITH FATHER - Curtiz (6.250.000)

    07. WELCOME STRANGER - Nugent (6.100.000)

    08. EL HUEVO Y YO - Erskine (5.750.000)

    09. EL DESPERTAR - Brown (5.250.000) Peck

    10. LA CALLE DEL DELFÍN VERDE - Saville (5.000.000)

    Seis de ellas rodadas en Technicolor...


  21. #2121
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Teniendo en cuenta que la película se estrenó en 1948 deberíamos echar un vistazo al número de 5 de enero de 1949 de la misma revista y observaríamos que EL PROCESO PARADINE ocupa el puesto nº 53 (con 2.200.000).

    Por cierto, LA SOGA, que se estrenó también ese año, se encuentra en el puesto nº 56 (igualmente con 2.200.000)...


  22. #2122
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    El problema de Jourdan en el reparto no es que desempeñe mal su actuación, sino que Hitchcock lo consideraba físicamente inadecuado para el papel tal y como él lo había concebido ("este amante, el criado, debía oler a estiércol, realmente debía oler a estiércol", le explicó a Truffaut).

    Hitchcock, según manifestó en varias ocasiones, hubiera preferido que fuesen tan británicos como sus personajes, aunque quiso asegurarse la taquilla abogando insistentemente a favor de Gregory Peck (Selznick prefería a Laurence Olivier o a alguien similar). Para el papel de Latour quería a alguien del tipo de R. Newton -y su aspecto tosco y bruto- en vez de Jourdan porque, para él, la historia de la sra. Paradine era la de una degradación: ella se sentía atraída por su mozo de cuadra precisamente porque este era brusco y primario. Creo recordar que incluso en alguna entrevista Hitchcock apuntó que, puestos a que no fuese un actor británico el que interpretase al amante de la Paradine, no hubiera objetado a alguien como Burt Lancaster.

    La concepción que tenían Hitchcock y Selznick respecto a la película eran bastante diferentes y hubo mucho roces entre ellos durante la producción. Y ambos temían por la poca comercialidad que pudiera tener la película.

    Y sí, a Peck el papel le viene grande y el personaje queda falto de profundidad y matices. Quizá unos años después lo hubiera bordado, pero en ese momento de su carrera se le escapa crudo.
    Última edición por Twist; 07/01/2020 a las 11:12

  23. #2123
    Senior Member Avatar de Alcaudón
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Aunque lo diga el propio Hitchcock no siempre hay que compartir sus opiniones.

    Y si ciertamente Gregory Peck es una mala elección por lo mismo no veo a Robert Newton (La Bestia) como el objeto de deseo de Alida Valli (La Bella). Por cierto, Olivier estaba en preproducción de HAMLET, con lo que le hubiera sido imposible acceder al papel.



    Desde luego Burt Lancaster hubiera sido una mejor elección, aunque hubieran tenido que cambiar la nacionalidad del personaje, aparte de que jamás hubiera aceptado un papel secundario cuando ya tenía a sus espaldas títulos míticos como FORAJIDOS (1946) o BRUTE FORCE (1947).
    Última edición por Alcaudón; 06/01/2020 a las 13:00

  24. #2124
    Anonimo19042021
    Invitado

    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    Algo que me parece muy de ciertos años -y de una época muy concreta- es como parecía una competición en Hollywood por mostrar personajes cruciales sin enseñarlos fisicamente. O hacer algo parecido como tardar mucho en introducir los protagonistas, ya sea sacándolos de refilón, hablando de ellos através de terceros... etc. Hasta poco no me había dado cuenta como se recrean muchas pelis en esto mismo, Welles hace mucho esto con El tercer hombre (1949 ) y Jane Eyre (1943) como ejemplos. A mi personalmente no me atrae este recurso, aunque a veces parece muy certero porque una vez vista una casi que te esperas y adelantas a como funcionan otras -al menos así funciono yo-. Humphrey Bogart creo que tambien sería exponente de todo esto en varias pero con Casablanca (1942) como ejemplo de lo conocida esta fórmula. He visto muy poquito de la época pero es que Hitchcock ha hecho esto durante su filmografía con el ejemplo de introducción de Cary Grant en la anterior Notorious (1946) y tantos otros...

    Hace unos días vi Que el cielo la juzgue (1945) y Carta a tres esposas (1949), y repiten lo mismo. Pero quería mencionar lo atractiva que me resulta la segunda, Carta a tres esposas, que hace farsa de este concepto de una forma magistral. Personalmente me parece artificial y forzoso en muchas ocasiones. Se os ocurren buenos ejemplos de esto? O sabeis cuando empezó esta moda?

    En la de esta semana sucede lo mismo con Latour y el propio Mr. Paradine- Incluso Mr. Paradine parece el equivalente a Rebecca-. No digo que esten mal hechos, pero no puedo evitar fijarme en estas similaridades y tendencias que se extiende a tantas formas de crear intriga por personajes para inflar su interés e importancia. Y bueno, para no salirme del tema hacia otras películas: El proceso Paradine me gustó, pero creo que está claro que no está al nivel de sus otros trabajos. Aunque su narrativa es fascinante con los posibles triangulos amorosos envueltos en un obstinado abogado que no entiende nada, la premisa es muy original. Y me ha sorprendido bastante, con lo bajas que han dejado mis expectativas los comentarios anteriores. Visualmente es de las mas discretas de Hitchcock, aunque quizás el enclasutramiento es premonitoria de La soga.
    Última edición por Anonimo19042021; 06/01/2020 a las 14:21

  25. #2125
    Senior Member Avatar de Alcaudón
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    Predeterminado Re: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

    La magistral LAURA (1944) de Otto Preminger podría ser otro ejemplo de película como tú comentas, al menos hasta el momento en que vuelve "de entre los muertos" el personaje encarnado por la exquisita Gene Tierney.

    Yo también tenía un peor recuerdo de EL PROCESO PARADINE pero al verla por... vez he apreciado cosas que se me habían escapado en los anteriores visionados. O quizás el haber visto ya 32 películas de Hitchcock me ha hecho no sólo más receptivo sino que me ha permitido enlazar referencias a títulos anteriores y posteriores del autor que antes se me habían pasado por alto.

    CARTA A TRES ESPOSAS (1949), que debería haber sido CARTA A CUATRO ESPOSAS, pero a Zanuck (el jefe de producción de la 20th Century-Fox) le parecieron numerosas, es la segunda gran película de Mankiewicz (¿adivináis cúal es la primera?... ).

    Esta semana (si todo va bien) nos toca la primera película como productor independiente de Sir Alfred, LA SOGA (1948) que tuvo menos éxito del esperado (al igual que ATORMENTADA (1949)) y de hecho acabó con sus sueños de independencia durante unos años (en concreto hasta LA VENTANA INDISCRETA (1954). Creo además que la versión de Richard Fleischer, IMPULSO CRIMINAL (1959), es superior, aunque seguro que el amigo tomaszapa discreparía de semejante aseveración.

    Claro que últimamente las revisiones me están dando sorpresas, tanto buenas como malas.

    Reconozco que LA SOGA me gusta (y además es la primera - y fundamental - colaboración con el gran Jimmy Stewart) y porque hace un uso creativo del color pero creo que Hitchcock se obsesionó demasiado con la técnica en detrimento de la narrativa. En este sentido (y como digo, a falta de revisar la película) me parece (muy) inferior a NÁUFRAGOS (1944).
    Última edición por Alcaudón; 06/01/2020 a las 18:03

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