El segundo cortometraje que vi fue "Charlot. El campeón". Un filme maravilloso y que no tiene desperdicio. Nada más empezar la película, con Charlot sentado con su querido perro comiendo una bocata de salchicha, sorprende la fuerza que desprende de sus imágenes. Es puro arte, puro cine, que te penetra en el alma y te llena de gozo. Por eso se dice con toda justicia que Chaplin revolucionó el cine haciendo de ello un arte.
Muchas escenas son verdaderamente antológicas: La trampa que hace Charlot metiendo una herradura de caballo en su guante, los tremendos puñetazos que Charlot le propina al entrenador, el idilio de Charlot con la guapísima Edna Purviance, que por cierto fue el primer cortometraje con Edna de coprotagonista, en el anterior corto también actuó pero de forma más secundaria.
También es para desternillarse de risa la secuencia del intento de chantaje de Leo White a Charlot, los gestos de este personaje pensando si cede o no a dicho chantaje son ingenuosos y muy graciosos. Y sobre todo, el combate final, que es casi tan divertido como el de "Luces de la ciudad". Es muy bonita y adecuada la partitura que acompaña al filme, compuesta por Robert Israel.
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