Marcó el gol de la victoria en Donetsk y el del empate en el Bernabéu,
donde un enjambre de blancos furiosos le persiguió hasta la mismísima puerta del vestuario. Esta noche, el miércoles próximo y la vuelta de la Champions en el Camp Nou el 3 de mayo Leo Messi estará sometido a
una vigilancia al margen de la ley como ocurrió el sábado en el Bernabéu, donde sufrió una terrible sesión de tortura madridisista según todos los testimonios. De palabra y de obra, a la estrella argentina del Barça Mourinho le dedicó un marcaje especial a cargo de Pepe y una cobertura más que subida de tono cuando conseguía evadirse de la sombra del portugués.
Messi había vivido todo tipo de coberturas, individual y en zona, con dos contrarios encima y hasta con tres, pero
nunca había conocido un mal estilo y una provocación permanente, antideportiva y perversa, como la sufrida el sábado, menos perceptible a ojos de la cámara pero que tanto Leo como sus compañeros captaron y padecieron. Querían sacar a Messi de quicio, provocarle y hacerle sacar sus peores instintos.
Con toda probabilidad, ese remate a la valla publicitaria que tanto se ha querido exagerar fuera la mínima expresión de furia de un Leo que si hubiera caído en la trampa urdida por Mourinho habría tenido que responder, proporcionalmente, con gestos de rabia y cabreo impropios de él y de cualquier azulgrana. Y habría visto la roja. Pero el vestuario sabe cómo interiorizó Leo ese infierno del Bernabéu, con aquella mirada obsesivamente ganadora pero al mismo tiempo de una frialdad emocional que pone los pelos de punta.
Messi es ahora el peor enemigo del Madrid, no sólo para la final de Copa sino también para los próximos partidos ya que acaso por primera vez haya sentido no la rivalidad de un clásico, que eso tiene sus límites deportivos y tolerables, sino la exagerada ira de un rival que sigue rezumando, a pesar de todo, una evidente impotencia futbolística, tanto más evidente cuando se le pone delante un Barça que le esconde, además de los títulos, el balón. Han provocado a Leo y quizá tengan que arrepentirse.