Y otra cosa, hicieron tests de personalidad a los personajes.

Nadie del staff principal sentía como suyo realmente el personaje de Elsa una vez ido Lasseter; Anna, por el contrario, yo creo que para que Kristen Bell recuperara un poco la voz principal que desde el principio del proyecto se supuso iba ser ella, la star protagonista como la buena del film frente a la malvada que iba a ser su pareja protagonista femenina en los albores del proyecto -y que el vendaval Elsa buena "reconvertida en angelical" la medio barrió en popularidad para sorpresa de sus hacedores- registró las adhesiones incondicionales de los directores Chris Buck -que acababa de perder un hijo, y se ve reflejado en el film, no estoy seguro de si para bien o para mal, la verdad- y Jennifer Lee, de la propia Kristen Bell por supuesto, que se siente muy cercana a su personaje, y del productor Peter Del Vecchio.

Claro, si no sientes a Elsa, tus respuestas de los test introduciéndote en su personaje se me antojan infructuosas o esterilizadas. Y así, el personaje en la secuela, pese a que el film está más centrado en ella, no resulta tan impolutamente resuelto como en el original, donde con mucho menor metraje de exhibición, está manifiestamente mejor caracterizado y menos aislado.
La idea de seguir una voz, la cuál fue objeto de discusión entre el numeroso staff técnico pues nadie tenía claro a quién debía pertenecer y, por lo tanto, quién abducía a Elsa, ya se impuso en el guión antes de saber su procedencia. ¡Qué ganas de jugar con fuego; primero aclara la procedencia y luego metes la voz, no al revés! Lo comparas con la versión alternativa desechada del guión donde el libro, el diario que ocultaba la madre en una habitación secreta del castillo que es descubierta por casualidad, que aporta información crucial que incumbirá a ambas finalmente, y no hay color.

La opción desechada del libro fortalecía la relación de las dos hermanas en el relato, mientras que la opción de que la hermana mayor siguiera una voz de sirena (que atañe a un destino, blablabla) sin involucrar a su querida hermana de por medio al no poder escucharla ella también deja el retrato familiar comprometido seriamente para lo que debiera ser. Desguarnecido, como al comienzo del primer Frozen otra vez; Anna tiene que creer en algo que Elsa no acierta a entender, y dados los precedentes del primer film, el campo para la regresión que se produce en sus caracteres respecto a como terminó Frozen I nunca termina de ser reparado por la farragosidad del relato. Total, que el ambiente final de Frozen II me lo tiñen de una felicidad vacua que quieren hacérmela creer, pero yo sé por cómo acabó la primera entrega que sin Elsa no hay Anna y sin Anna no hay Elsa. Esto es fantasía; ésas niñas no tuvieron una infancia ni adolescencia normalizada y no vale que me busquen la excusa de que así funciona la sociedad en el siglo XX porque va contra el corazón de las dos mujeres.
Son la viva metáfora del ying y el yang. Sin un desarrollo férreo, discutido, y no deslavazado, brujuleando, que no sabe qué bazas jugar a tiempo, no me creo que ninguna de las dos aceptara ser separada de la otra.
Flaco favor le hace al original de Andersen, donde los dos niños protagonistas permanecerán juntos siempre. Y es que el personaje de Elsa juega un doble papel: el de la propia Reina de las Nieves y el de uno de los niños héroes del relato, Kai o Gerda, da igual.
En mi opinión, los guionistas no jugaron las mejores bazas.