¿Cuánto puede doler escuchar una voz?:

Eso es lo que me preguntaba ayer noche al salir de la proyección de Her. Todavía puedo escuchar retumbar los ecos de mi pregunta, mientras escribo a media luz, interpelando una improbable respuesta a una pantalla que escupe los reflejos de mis recuerdos. Ecos de mis vivencias frente a mi inerte sistema operativo, que de momento no se llama de ninguna manera.

El recuerdo de un hombre solitario, que escribe los amores de aquellos que no son capaces de ir más allá de su propia voz, más allá de sus propias palabras, y convertirla en epístola digital eterna. Theodore, oculto a los demás, escucha las voces de muchos y las transcribe al compás de sus vivencias. Theodore es la voz y las manos de muchos, pero el no escucha ninguna voz. Y duele.

¿Cuánto puede doler escuchar la voz de Samantha? ¿Es posible llegar a sentir que te rompes de amor por dentro, al son de un sistema artificial? Realmente me aterra profundamente pensar, que el mundo actual lleno de personas y cosas, pueda albergar tanta soledad habitada. Me conmueve pensar que una voz hecha de ceros y unos, pueda llegar a enamorarme; de que un simple codigo informático, pueda hacerme dependiente y esclavo de mis propias experiencias pasadas, haciendome vivir un presente real, retroalimentado de mi propio pasado.

Y fue en el Cine, ese amigo al que solo veo en sombras, cuando una vez más sentí un escalofrío. Quedándome noqueado ante la prodigiosa interpretación de Joaquin Phoenix, mientras le camela la comprensiva y seductora voz de Scarlett Johansson. Todo ello en un escenario minimalista, contando todo con lo mínimo; mientras me daba cuenta que la música entraba cuando tenía que entrar y no me molestaba. Siendo consciente del maravilloso texto que Spike Jonze me había propuesto esta vez.

Me conmuevo con Theodore, me divierto con su sistema de videojuegos inteligente, mientras Samantha se atreve a recomendar cómo debe vivir una vida humana. La vida de uno, la voz de muchos. En tiempos de aislamiento social, en el que en fondo lo que busco es sentarme con alguien, apoyar la cabeza en su hombro y decirle lo mucho que le quiero.

Y es que escuchar una voz, aunque sea sintética, puede llegar a doler mucho.





Una verdadera maravilla de película. Mi calificación es de 8 sobre 10.