He repetido tres veces la palabra finiquitado lo cual es un claro síntoma de que no estoy en las mejores condiciones físicas y mentales.
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He repetido tres veces la palabra finiquitado lo cual es un claro síntoma de que no estoy en las mejores condiciones físicas y mentales.
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Tranquilo, eso me pasa a mí a menudo y de forma más notoriaA veces me sucede por intentar ser lo más pulcro y extenso en una review (solamente reviso un poco por encima el escrito final, así que errores tiene que haber), razón por la cuál estimo que es más liberador ser muchas veces más escueto e ir al grano sin los preámbulos que hacía Garci en su programa (que hasta repasaba acontecimientos sucedidos a escala mundial en el año del estreno de un film, lo que sin duda es un buen aliciente para conectarlo a su época de lo más ilustrativo, pero aquí no creo que haya que llegar hasta esos términos de forma regular aunque se disfrute mucho haciéndolo).
Este fin de semana me pondré con mi primera review tras varias semanas, relacionada con el hilo pre-code, y luego me pasaré al de Lang o al de Renoir, sin olvidarme aún de Elia Kazan, que desde poco antes de Navidades estoy queriendo revisar "de adulto" Esplendor en la hierba" y por unas cosas y otras se ha ido quedando rezagada. Y me veré también el primer film protagonizado por James Cagney y Bette Davis. Y con lo vago que me siento a veces a la hora de escribir, en fin .....![]()
Mi blog: www.criticodecine.es
THE LOST PATROL (1934, LA PATRULLA PERDIDA)
Director: John Ford.
Producción y distribución: RKO Radio Pictures, Inc.
Productor: John Ford.
Guion: Dudley Nichols, a partir de la adaptación de Garrett Fort de la novela “Patrol” de Philip MacDonald (Londres, 1927).
Fotografía: Harold Wenstrom, en blanco y negro (1.37:1).
Dirección artística: Van Nest Polglase y Sidney Ullman.
Música: Max Steiner.
Montaje: Paul Weatherwax.
Reparto: Victor McLaglen (El sargento), Boris Karloff (Sanders), Wallace Ford (Morelli), Reginald Denny (Brown), J. M. Kerrigan (Quincannon), Billy Bevan (Hale), Alan Hale (Cook), Brandon Hurst (Bell), Douglas Walton (Pearson), Sammy Stein (Abelson), Howard Wilson (Aviador) y Paul Hanson (MacKay).
Rodaje: del 31 de agosto al 22 de septiembre de 1933.
Duración: 1 h 05 m 43 s.
Estreno: 16 de febrero de 1934.
Mesopotamia / 1917
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09. SAHARA (1943)
Director: Zoltan Korda.
Producción y distribución: Columbia Pictures Corp.
Productor: Harry Joe Brown (no acreditado).
Guion: John Howard Lawson y Zoltan Korda, a partir de la adaptación de James O’Hanlon de la novela “Patrol” de Philip MacDonald (Londres, 1927).
Fotografía: Rudolph Maté, en blanco y negro (1.37:1).
Dirección artística: Lionel Banks.
Decorados: William Kiernan.
Música: Miklós Rózsa.
Montaje: Charles Nelson.
Reparto: Humphrey Bogart (Sargento Joe Gunn), Bruce Bennett (“Waco” Hoyt), J. Carrol Naish (Giuseppe), Lloyd Bridges (Fred Clarkson), Rex Ingram (Sargento Mayor Tambul), Richard Nugent (Capitán Jason Halliday), Dan Duryea (Jimmy Doyle), Carl Harbord (Marty Williams), Patrick O’Moore (Osmond “Ozzie” Bates), Louis T. Mercier (Jean Leroux, “Frenchie”), Guy Kingsford (Peter Stegman), Kurt Krueger (Capitán von Schletow) y John Wengraf (Comandante Von Falken).
Rodaje: del 29 de enero al 17 de abril de 1943.
Duración: 1 h 37 m 40 s.
Estreno: 11 de noviembre de 1943.
Libia / 1942
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LAST OF THE COMANCHES (1953)
Director: André De Toth.
Producción y distribución: Columbia Pictures Corp.
Productor: Buddy Adler.
Guion: Kenneth Gamet.
Fotografía: Charles Lawton, Jr. y Ray Cory, en Technicolor (1.37:1)
Dirección artística: Ross Bellah.
Decorados: Frank Tuttle.
Música: George Duning.
Montaje: Al Clark.
Reparto: Broderick Crawford (Sargento Matt Trainor), Barbara Hale (Julia Lanning), Johnny Stewart (Little Knife), Lloyd Bridges (Jim Starbuck), Mickey Shaughnessy (Rusty Potter), George Mathews (Romany O’Rattigan), Hugh Sanders (Denver Kinnaird), Ric Roman (Martínez), Chubby Johnson (Henry Rupert), Martin Milner (Billy Creel), Milton Parsons (Satterlee el Profeta), Jack Woody (Capitán Floyd) y John War Eagle (Black Cloud).
Rodaje: del 27 de noviembre de 1951 al 3 de marzo de 1952.
Duración: 1 h 24 m 26 s.
Estreno: 1 de febrero de 1953.
Comanchería / 1876
…
Desfaciendo entuertos, quiero decir, malentendidos.
Lo primero que me gustaría indicar es que pese a lo que indican los títulos de crédito de LA PATRULLA PERDIDA...
... y SAHARA...
... las mismas se basan no en una historia del escritor británico Philip MacDonald (1901-1980) sino en su novela “Patrol” publicada por la editorial W. Collins Sons & Co., Ltd. en 1927.
En los de LAST OF THE COMANCHES ni siquiera se menciona el nombre de MacDonald de tal forma que parezca que el guion sea original de Kenneth Gamet (1903-1971)…
… uno de los escritores favoritos de Randolph Scott (1898-1987), quien trabajó en seis de los once westerns que dirigió el húngaro André De Toth (1913-2002) a lo largo de su carrera…
… y que se encargaría de la segunda unidad en la cinta de Korda, además de la dirección de esta…
De Toth y el actor Lloyd Bridges serían los únicos que repetirían en las versiones de 1943 y 1953.
Como ya comenté MacDonald tiene en su currículo, por ejemplo, la adaptación, junto a Michel Hogan, de la novela “Rebeca” (1938), de Daphne du Maurier y que serviría de base al guion pergueñado a cuatro manos por Joan Harrison y Robert E. Sherwood y que todos sabéis quién acabó dirigiendo…
O el libreto de THE BODY SNATCHER (1945), de Robert Wise, otra pieza maestra del productor Val Lewton para la RKO.
También es paradójico que en los créditos de SAHARA se indique que la misma se basa en un incidente de la cinta soviética TRINADTSAT [“LOS TRECE”] (1937), de Mikhail Room y no así en la de John Ford, cuando es muy probable que esta última la tomase como base, teniendo en cuenta la admiración que los cineastas bolcheviques sentían por la obra del norteamericano.
Y ahora vayamos por partes.
LA PATRULLA PERDIDA:
La acción transcurre en la Mesopotamia del Imperio Otomano de 1917, por tanto, en plena Primera Guerra Mundial.
Efectivamente y como muy bien indica el querido compañero mad dog earle, son 12 y no 13, como en la película soviética que antes mencionaba, los componentes de esa patrulla que son acosados por un enemigo invisible – en este caso, los árabes - y que van cayendo uno a uno hasta que sólo queda el sargento, cuyo nombre jamás sabremos y que encarna el fordiano (valga la redundancia, dado que estamos ante un cinta del Gran Jefe) Victor McLaglen.
Curiosamente el hermano pequeño de este, Cyril, había encarnado al mismo personaje en la versión muda británica de 1929 de igual nombre (aunque sin el THE por delante).
Lo cierto es que la película de Ford tiene muy poco que ver con las de Korda y de De Toth (esta última sí muy deudora de la anterior).
Los protagonistas son todos soldados británicos y la acción se centra exclusivamente en el oasis que los mismos encuentran en pleno desierto.
El enemigo, como decía, apenas asoma al final del relato, lo que ayuda a crear una acertada atmósfera ominosa, algo a lo que ayuda la contrastada fotografía de Harold Wenstrom y la acertada partitura de Max Steiner, que como bien indica el amigo tomaszapa fue nominada a los Oscar de 1935.
Muy inteligente, por cierto, la idea de Ford de eliminar la música cada vez que uno de los soldados británicos cae víctima de los disparos de sus enemigos, por cierto, los legítimos propietarios de las tierras.
El, efectivamente, muy cargante personaje encarnado por Boris Karloff y que más parece sacado de una cinta de corte fantástico de la Universal (o de una película de Luis Buñuel), podría tener su contrapartida en las versiones de 1943 y 1953 en los del capitán von Schletow (Kurt Krueger) y del contrabandista Denver Kinnaird (Hugh Sanders), los villanos de las mismas, aunque reconozco que eso sería hilar muy fino.
Esa gradación, película a película, de las tinieblas a la luz, no se debe exclusivamente al paso del blanco y negro al color sino también porque en cada nueva película aumenta el número de supervivientes de la expedición original.
Como decíamos, uno en LA PATRULLA PERDIDA.
Tres en SAHARA.
Y seis en LAST OF THE COMANCHES.
Curiosamente y pese a lo que acabo de indicar el sargento (todos los protagonistas tienen la misma graduación) encarnado por el fornido Broderick Crawford en la cinta de De Toth es el menos empático de todos ellos y seguramente por ello se le añadió a la historia un (tenue) esbozo de relación amorosa con la hermana del capitán a cuyo fuerte se dirigen los supervivientes de la matanza de la (intuyo ficticia) población de Dry Buttes, en la Comanchería, bajo los rasgos del hermosa Barbara Hale.
Además la ausencia de agua y que forma el nudo gordiano de la trama tanto de la versión de Korda como la de De Toth, no se da en la de Ford puesto que en el oasis en el que se refugia la patrulla disponen de ella en abundancia, así como de alimento en forma de dátiles.
En esencia LA PATRULLA PERDIDA es una película notablemente abstracta y cargada con un halo de fatalidad, algo, por otra parte, muy característico de los guiones que Nichols le suministraba a Ford en los años ‘30 y ‘40.
Una cinta ciertamente muy alejada de ese componente épico y colonialista de otros títulos coetáneos y que la convierten en un (atípico) clásico del cine de aventuras.
SAHARA.
Desierto de Libia. Verano de 1942.
De las tres versiones comentadas, ciertamente la de Korda es la mejor.
Rodada casi íntegramente en exteriores – al contrario que la de Ford y, especialmente, la de De Toth – la película destila (una expresión muy ajustada al devenir de la historia) una credibilidad a prueba de bombas… aunque sean las de sus enemigos, las potencias del Eje.
Bogart está de nuevo perfecto y ello a pesar de que como en ACTION IN THE NORTH ATLANTIC el protagonismo de la historia está equitativamente repartido.
Primera fuga del actor a un estudio de la competencia y de la que salió muy satisfecho como demuestra el hecho de que cuando fundó su propia compañía, Santana, lo hizo bajo el ala protectora de la Columbia de Harry Cohn, un magnate con fama de tirano pero que cobijó a muchos blacklisted durante la Caza de Brujas.
En ese sentido, comparte con la versión de Ford la perfecta definición de todos y cada uno de los personajes gracias al excelente guion firmado a cuatro manos por John Howard Lawson (y que había hecho lo propio en la entrega anterior (¿la mano de Bogie?)) y el propio director.
Importancia destacada tiene el personaje encarnado por el afroamericano Rex Ingram (el genio de la lámpara de la maravillosa EL LADRÓN DE BAGDAD (1940), de Ludwig Berger, Michael Powell y Tim Whelan) puesto que primero encontrará el tan ansiado pozo de agua en el oasis de Bir Acroma y finalmente pagará con su propia vida al evitar que el prisionero alemán comunique a sus compatriotas que la oferta del sargento no es mas que… un espejismo…
El hecho de que André De Toth se encargase de los trabajos de la segunda unidad seguramente fue uno de los motivos por los que fue elegido para rodar la versión de 1953.
Un trabajo excelente, como el del propio Zoltan Korda, un director francamente interesante pero demasiado eclipsado por la labor como productor de su hermano mayor, Alexander.
La puesta en escena es brillante a pesar de su aparente sencillez y es de las tres versiones la que mejor refleja las penurias que sufren no sólo los protagonistas sino también sus antagonistas.
Muchas de las mejores ideas de la cinta serán retomadas por la versión de 1953, aunque no se alcance, ni de lejos, la intensidad de esta magnífica película.
De nuevo, la fotografía (espléndida, del gran Rudoph Maté) y la música (bellísima, del no menos grande Miklós Rózsa) juegan un papel determinante en una propuesta mucho más dinámica y emocionante que la versión de Ford.
LAST OF THE COMANCHES.
A pesar del tono crepuscular del título el mismo no hace referencia al ocaso de la tribu de los (fieros) comanches, como sucede en (ya lo siento) la fordiana CHEYENNE AUTUMN y que aquí se tradujo incomprensiblemente como EL GRAN COMBATE (¿?) dado que los mismos abren el relato arrasando por completo una pequeña población en un lugar indeterminado del suroeste de los EUA.
De dicha matanza únicamente escaparán seis soldados de caballería al mando del inflexible sargento Trainor (Crawford), a los que posteriormente se les unirán los pasajeros de una diligencia, más tarde un joven indio kiowa (Stewart) y finalmente el villano de la función, el traficante de armas Kinnaird (Sanders).
Es una lástima que la copia a la que he podido acceder esté lejos de ser impecable puesto que de nuevo tenemos tras la cámara a otro excelente operador, Charles Lawton, Jr. (aunque en este caso comparta créditos con – un para mí desconocido – Ray Cory), que se manejaba igual de bien en el blanco y negro (EL TREN DE LAS 3,10 (1957), de Delmer Daves) que en el color (DOS CABALGAN JUNTOS (1961), de John Ford).
Igualmente la banda sonora está firmada por el gran George Duning, seguramente el compositor más destacado que tuvo la Columbia.
Como vemos, las tres cintas destacan tanto por su cualidad pictórica como sonora.
Si uno fuese un malpensado no podría evitar deducir que el convertir a los alemanes (los invasores) en indios (los invadidos) no es precisamente políticamente correcto.
Al menos el personaje del traficante de rifles entiendo que es una reformulación del capitán alemán capturado por el sargento Gunn (apellido que no deja de tener su tranca) y compañía.
Aunque es cierto que en algún caso puntual los indios atacaron alguna población de tamaño medio no era ni mucho menos su forma habitual de guerrear.
De hecho, es un tanto extraño que los mismos sean comanches y no sioux o cheyennes puesto la acción acontece un par de meses después de la famosa Batalla de Little Bighorn (25 y 26 de junio de 1876) en la que perecieron el general Custer y 267 de sus hombres en la mayor derrota jamás sufrida por el Ejército Norteamericano frente a los indios.
Como antes decía, a pesar de esa (notable) divergencia inicial, el guion de Gamet sigue más o menos fielmente el de la dupla Korda/Lawson, aunque como también indicaba la presencia de la hermosa hermana del capitán hacia cuyo fuerte se dirige la expedición comandada por el sargento Trainor permite introducir, aunque sea con calzador, una leve trama amorosa entre ambos.
Aquí el personaje del sargento sudanés Tambul (Ingram) será sustituido por el explorador Satterlee “El Profeta” (Parsons) aunque correrá mejor destino que el anterior puesto que será uno de los seis supervivientes del ataque de los comanches.
Y si el sargento Gunn disponía de un tanque su homónimo hará buen uso de la dinamita que transportaba la diligencia que hará pagar cara la masacre perpetrada por los indios al comienzo de la proyección.
LAST OF THE COMANCHES es un western que se disfruta más si no se ha visto previamente SAHARA puesto que es una versión simplificada de la anterior.
Lo que me parece extraño es que la película se terminara de rodar en marzo de 1952 y no se estrenase hasta casi un año después.
Uno de los motivos por los que me gusta indexar las filmografías por la fecha de rodaje y no por la de su estreno.
Resumiendo.
LA PATRULLA PERDIDA es una notable película.
SAHARA es una excelente cinta.
LAST OF THE COMANCHES es un agradable western.
Un programa triple de lo más placentero.
Feliz noche o lo que se tercie y a esperar que lleguen tiempos mejores…
… al menos para un servidor…
… que falta le hace…
P.D. Se me olvidó mencionar que hay al menos una edición en castellano de la novela de MacDonald y de igual título que la película de John Ford...
... Ediciones G.P., colección Alcotán, 1958...
... aunque al parecer hay ediciones previas, por ejemplo de 1955...
Ah, y unos bonitos lobby cards originales para darle un poco de color a la reseña...
... qué poco me conozco...
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Última edición por Alcaudón; 01/04/2022 a las 00:21
10. Pasaje para Marsella (Passage to Marseille, 1944), de Michael Curtiz
Cuando anuncié esta entrega al final del comentario de la película anterior, Sahara, dije que Bogie siguió combatiendo a los alemanes en sus dos siguientes films, pero sin uniforme. La memoria me jugó una mala pasada, porque Passage to Marseille se abre, “somewhere in Germany”, precisamente con Bogart de uniforme, como artillero de un bombardero del escuadrón Victoire. De hecho, la película, nueva contribución de la Warner al esfuerzo de guerra (en una producción de Hal B. Wallis), se presenta como un homenaje a un Free French Air Squadron, un grupo de pilotos, con base en Inglaterra, que combatieron contra los alemanes dentro de la France Libre (y luciendo su emblema, la cruz de Lorena, pintado en el fuselaje del avión).
Si algo caracteriza Passage to Marseille es, por un lado, una de las interpretaciones más antipáticas de Bogart (en ocasiones uno diría estar viendo a Duke Mantee), al menos de las que entregó desde el momento en que alcanzó el estatus de estrella, y, por otro lado, uno de los guiones más retorcidos estructuralmente dentro del cine mainstream hollywoodiense.
Jean Matrac (el nombre ya tiene una sonoridad extraña y desagradable) es un periodista, permanentemente malhumorado, que se enfrenta con su pequeño periódico a la política pusilánime del gobierno Daladier (con el Acuerdo de Múnich de 1938 como momento culminante). Su posición le acarrea graves consecuencias: una turba de reaccionarios destroza los talleres del diario, “La Verité Française”, y Matrac se refugia en el campo con Paula (Michèle Morgan), con la que se casará.
Pero en el asalto ha muerto un periodista y se le hace a él responsable. Es juzgado y condenado a 15 años en la infausta Isla del Diablo en la Guyana francesa.
De ahí conseguirá escapar, junto a cuatro presos más, gracias a la ayuda de un anciano, “Grandpere” (Vladimir Sokoloff), que se sacrifica por ellos para que puedan volver a Francia y combatir a los nazis. Los compañeros de fuga son: Renault (Philip Dorn), Garou (Helmut Dantine), el forzudo Petit (George Tobias) y el pequeño Marius (Peter Lorre). Durante la fuga, Matrac no tendrá miramientos en matar a otro preso que se quería añadir a la escapada.
Rescatados en alta mar por un barco francés, el “Ville de Nancy”, al mando del cual se encuentra el capitán Malo (Victor Francen), los fugados cuentan su historia al capitán Freycinet (un magnífico, como siempre, Claude Rains), que simpatiza con ellos, todo lo contrario del mayor Duval (Sydney Greenstreet, también excelente), que se alinea claramente con la política colaboracionista del mariscal Pétain cuando se conoce la noticia del armisticio firmado por Francia en junio de 1940.
Durante la travesía por el Atlántico, hay un intento de Duval de hacerse con el control del barco, pero con la ayuda de Matrac y sus compañeros Malo retiene el control del “Ville de Nancy”. Después, son atacados por un avión alemán (Marius morirá acribillado), al que consiguen derribar. Cuando los pilotos alemanes piden ser rescatados, Matrac los ametralla sin piedad.
[IMG]https://images.moviefi*****/t/c/b/3/11180-passage-to-marseille.webp[/IMG]
Todo esto se nos cuenta en un encadenado de flashbacks, unos dentro de los otros, que complica notablemente el seguimiento de la narración y provoca un distanciamiento del espectador, agudizado por la dificultad de identificarse con los protagonistas, en especial con Matrac.
Recuperamos el hilo y volvemos al marco donde se inició el primero de los flashbacks, una base en Inglaterra donde el capitán Freycinet cuenta el pasado de Matrac a un periodista norteamericano.
Ese antiguo periodista fugado de la Isla del Diablo es ahora un artillero de vuelo que parece gozar con los ataques sobre Berlín, que aprovecha, además, para comunicarse con su mujer y su hijo (al que no ha visto nunca) mediante unos mensajes que les lanza desde el avión. Pero el último no podrá lanzarlo, ya que morirá en la misión. Durante el funeral de Matrac, Freycinet le dedica un discurso laudatorio (destinado también a dar ánimo en la lucha contra el enemigo), cerrándose el film, como mandan los cánones, a los sones de la “Marseillaise”.
¿Por qué muere Matrac? Por un lado, se convierte en un héroe, un mártir de la lucha de la France Libre contra el ocupante. Pero, por otro, probablemente hay una supeditación a los códigos hollywoodienses, porque la película de Curtiz nos lo muestra como un hombre capaz de matar despiadadamente a personas indefensas, es decir, poniéndose al mismo nivel que los verdugos que someten a su país.
Curioso y poco habitual guion el que firman Casey Robinson (responsable del de la espléndida While the City Sleeps, de Lang) y Jack Moffitt, a partir de la novela “Men Without Country”, de Charles Nordhoff y James Norman Hall (autores a cuatro manos de la novela “Mutiny on the Bounty”), que desconozco, y que no sé si también juega con la misma estructura de narración dentro de una narración y dibuja un personaje tan antipático como Matrac. Supongo, de todas formas, que los tiempos no estaban para sutilezas, y que a un personaje como Matrac se le podía convertir en héroe. Por supuesto, pero eso ya forma parte de las convenciones cinematográficas, hay una a veces ridícula mezcla idiomática, ya que todos los personajes principales se supone que son franceses (aunque hay variedad en la nacionalidad de los actores), pero hablan en inglés, aunque en ocasiones hay algún personaje que habla en francés o en inglés con acento francés (en el colmo de lo absurdo). Igualmente, por mucho que el periódico de Matrac se llame “La Verité Française”, los artículos están escritos en la lengua de Bogie.
Con tanta mescolanza y confusión no me sorprende que la película tuviera poco éxito en taquilla. En todo caso, aunque me parece uno de los films menos atractivos de la filmografía de Bogart posterior a High Sierra, hay que destacar la magnífica labor de Curtiz para sacar partido de una estructura de guion tan problemática y de una mezcla de transparencias, maquetas (alguna bastante cantona) y decorados. Ayuda, por supuesto, que tras la cámara estuviera James Wong Howe y la música fuera de Max Steiner. Hay también un momento para el tema musical (como pasaba con “As Time Goes By” en Casablanca, aunque esta vez con mucho menos éxito), en esta ocasión “Someday I’ll Meet You Again”, interpretado por Corinna Mura, la cantante y guitarrista texana a la que ya conocimos en el Café de Rick. Dejo una bella interpretación del tema parte de The Ink Spots (a ver qué nos cuenta de ellos tomaszapa).
Y, atención, porque en la próxima entrega saltarán chispas por culpa de un silbido… que marcó un antes y un después en la vida de Humphrey Bogart.
Última edición por mad dog earle; 03/04/2022 a las 10:46 Razón: Había escrito "As Tears Goes By" en lugar de "As Time Goes By". Efecto Jagger&Richards.
Pues algo sí tengo que decir, por alusiones.The Ink Spots fue un grupo vocal legendario y pionero. Lo primero, porque tuvieron muchos éxitos en las décadas de los 30 y los 40, y lo segundo, porque, a diferencia del 99,9 por ciento de los artistas negros de la época, también gustaban mucho a los blancos.
De hecho, fueron los primeros artistas negros en aparecer en la tele americana, ya en 1936, y además, fueron los primeros en intervenir en el Show de Ed Sullivan (que años después dio la oportunidad de ser conocidos ante millones de personas a The Beatles), en 1948.
Yo, la primera vez que los escuché fue en la banda sonora de la magnífica Cadena perpetua, con ese If i didn´t care (aparecía en la escena inicial, crucial para el resto de la historia), que fue su primer éxito en las listas, alcanzando el número 2, en 1939. Sus canciones han sonado en muchas otras películas y series, como Dias de radio, Toro salvaje, Revolutionary Road, El aviador, the Walking Dead, Better call Saul, etc...
Se formaron en NY, pero el origen de cada uno es diferente. Por ejemplo, el magnífico vocalista (que llevaba la voz cantante), Bill Kenny, nació en Philadelphia.
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Sabía que no nos decepcionarías.Esa "Cadena perpetua" es otro de esos films alabadísimos, pero que no he vuelto a ver desde su estreno... y que confieso (y creo que no es la primera vez) que no me gustó nada de nada.
Gracias por lo primero, y te mando a Will Smith, por lo segundoEra muy difícil (salvo estos Ink Spots, Ella Fitzgerald o Nat King Cole y alguno más suelto) para un negro triunfar en los años 30 y 40. Incluso en los 50, cuando ya con el rock algunos empezaron a romper esquemas tradicionales en la música y en las mentes blancas.
Pensemos que muchos grupos y artistas blancos, durante años, tuvieron éxitos que realmente eran versiones de otros negros a los que se les negaba el pan y la sal o que quedaban relegados a las listas "negras" de éxito, antecedentes de la Hot R&B Songs.
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