Digerido por malabesta
Las comparaciones son odiosas. Quien así piense, que se aleje del negocio de los remakes. "Infiltrados" es una versión de la muy buena "Infernal Affairs", gran éxito del cine de Hong Kong. Dicen que William Monahan no conocía la original antes de hacer el guión para la nueva versión; tras haberla visto me lo creo, y aún afirmaría que lo que pasó es que se la contó un amigo por teléfono.
Monahan y Scorsese han hecho un remake, sí, pero más como quien hace unas maracas con las piezas de un Lego que antes era un coche que como quien intenta contar de manera diferente la misma historia. Ambas se desarrollan sobre el mismo núcleo: un malvado delincuente llamado Frank Costello (Jack Nicholson) introduce un topo, Colin Sullivan (Matt Damon), en el departamento de policía que lo persigue, dirigido por Queenan (Martin Sheen), que a su vez ha introducido a un topo, Billy Costigan (Leonardo DiCaprio), en las filas de Costello. Pero mientras el original aprovechaba la historia de policías para hablar de ciertos conceptos más etéreos como la redención, la identidad o el remordimiento, subrayados por la imaginería religiosa que abundaba en ella, la película de Scorsese retiene a los policías y la imaginería, aquí cristiana en lugar de budista, pero pierde toda la profundidad. "Infiltrados" no es nada más que eso, la historia de unos infiltrados, que puede gustarle o no, pero no va más allá.
Además de esto, la película adolece de los defectos que también tiene "Bandas de Nueva York". Por un lado la historia se ve sacrificada en pos de los personajes. En "Infernal Affairs" la película giraba en torno al comisario, su agente encubierto, el criminal y su topo, casi exclusivamente. En "Infiltrados" todo un séquito de secundarios los acompañan: Mark Wahlberg, Vera Farmiga, Alec Baldwin, Ray Winstone, etc. Todos ellos se llevan parte del metraje y le quitan fuerza a la historia central, además de ser culpables de que los cien del original se hayan convertido en ciento cincuenta largos minutos. También está el hecho de que Costello, el personaje de Jack Nicholson, se haya convertido en una especie de sátiro satánico, que divide su tiempo entre comentarios lascivos, asesinatos truculentos y payasadas varias, lo que en lugar del maquiavélico oponente del comisario lo convierte en una especie de Joker entrado en años y con mal despertar.
También arrastra el hecho de que Scorsese debe conseguir muy barato el rollo de película, porque de nuevo terminó el rodaje con más de tres horas de material. Después de varias proyecciones con público, la cosa se redujo a la duración actual, pero evidentemente la historia se resiente, y hay numerosos cabos sueltos, junto con no menos cabos mal atados.
A pesar de todo esto, la película podría ser igualmente entretenida, pero el guión de Monahan está lleno de tiempos muertos que se hacen eternos. Cada uno de los protagonistas goza de una larga introducción para su personaje, que en el original se resolvía en unos minutos pero que aquí se lleva su buena media hora, tras la cual arranca la película. Además, se introduce una trama sentimental que establece un triángulo, bastante inverosímil, entre Damon, DiCaprio y Vera Farmiga, la psicóloga de ambos. Por supuesto, se lleva su quiñón de tiempo, aunque tras pasar por la podadora del montaje esta historia de amor se pierde en determinado momento y ya nunca más vuelve a aparecer.
La dirección de Scorsese es siempre de agradecer, más que nada por que se mantiene fiel a sí mismo en lugar de mantenerse fiel a los demás, y evita las modas y defectos de todas las películas policíacas del momento. No obstante, alguna "innovación" intenta meter, bastante sorprendente, como el uso de iris para resaltar elementos de un plano más general, al más puro estilo Griffith. También tiene la dirección el mérito de conseguir que Jack Nicholson, en algún momento de la película parezca joven, a base de mantener su cabeza en las sombras y demás triquiñuelas de iluminación y encuadre, en lugar de recurrir a otros métodos bastante menos imaginativos como los efectos digitales. Aunque de nuevo "infiltrados" no queda en demasiado buen lugar ante "Infernal Affairs", principalmente porque ésta, al compactar mucho más la historia, podía administrar bastante mejor la emoción, mientras que en "Infiltrados" los demasiados puntos muertos del guión anulan toda posibilidad de Scorsese para construir algo interesante.
A nivel actoral probablemente sea donde ambas películas anden parejas. Ante Tony Leung y Andy Lau de la original, Matt Damon y Leonardo DiCaprio no deslucen, aunque es cierto que DiCaprio tiene una cierta tendencia al histrión y a llevarse la mano a la cabeza y rascarse el pelo en toda escena tensa, como si tuviese un ataque de liendres. De entre los secundarios destaca Jack Nicholson, por lo espantoso de su personaje, por lo visto, creación suya en gran parte. Será cosa de la edad, serán las drogas, pero el Costello de Nicholson es un esperpento con patas.
En fin, una película bastante aburrida, pero que tiene algo bueno: probablemente gracias a ella la original tenga más difusión. Así que ya saben, ahórrense los euros de la entrada y alquilen "Infernal Affairs", que les saldrá mucho más a cuento. Recomendada para los que siguen usando el carnet de estudiante caducado.