Tema: Jean Renoir: revisando sus películas

Iniciado por cinefilototal

Yo la recuerdo por varias entrevistas en Canal Sur; se veía una señora con mucha clase y cultura, se dejaba querer.

Me apunto al comentario de "Swamp water" (1941) y a si también incluis a su remake: "Un grito en el pantano" (1952) la buscaría, recuerdo que a mi personalmente me gustó más la segunda que la primera...

Ahí lo tienes.

Iniciado por Alcaudón

(Des)vestida de tirolesa, querrás decir.

Ya sabe el amigo Fletcher que le quiero como a un hermano.

Vamos, como Caín a Abel.

No, no. Vestida de tirolesa, pero solo con los tirantes del traje, sin camisa debajo

Iniciado por Alex Fletcher

Acepto el regalo, pero el de sin manchas eh!!!!

Lo tendré que mirar. No pongo la mano en el fuego, ya te digo de primeras

Iniciado por Alcaudón

472 vs. 491

Mira que sois

Esos números no son la combinación de mi caja fuerte sino el n° del comentario de cada compañero y lo siento, Alex, pero el ganador es cinefilototal.

Iniciado por Alcaudón

Mira que sois

Esos números no son la combinación de mi caja fuerte sino el n° del comentario de cada compañero y lo siento, Alex, pero el ganador es cinefilototal.

Gracias compi, yo es que esta mañana lo vi en el móvil, y no me enteraba de lo que eran esos números... desde luego en la pantalla del ordenador se ve todo muy claro, aquí el tamaño si que importa...

Ya me está bien, eso es lo que me pasa por leer con los ojos cerrados.

Entonces me quedo sin poster?

Tengo una colección completa de pósteres de películas de John Ford. Ya me dirás por cuál te decides.

Iniciado por Alcaudón

Tengo una colección completa de pósteres de películas de John Ford. Ya me dirás por cuál te decides.

Uno con poca ropa. Ya te lo digo yo.

25. Esta tierra es mía (This Land is Mine, 1943)



Después de un film tan “americano” como Swamp Water, Renoir contribuyó al esfuerzo de guerra con otro film antinazi, coincidiendo, en esto también, con Fritz Lang. Para ello volvió a unir esfuerzos con Dudley Nichols, en una Jean Renoir-Dudley Nichols Production para la RKO.

Para ello, como en el film anterior, Renoir se plegó totalmente a los usos y costumbres del cine de Hollywood. De entrada, la acción transcurre “somewhere in Europe”, como indica un rótulo inicial, un lugar no identificado geográficamente, aunque uno tiende a imaginar que se trata de Francia. Si acaso, un pueblo francés donde todo está escrito en inglés (incluida la inscripción del monumento a los caídos en la I Guerra Mundial) y todos sus habitantes hablan la lengua de Shakespeare, e incluso en inglés recitan la Déclaration des droits de l'homme et du citoyen (1789), texto fundamental de la Revolución Francesa. Eso sí, entre ellos, los ocupantes alemanes hablan su lengua, pero poco: ni una sílaba en francés.



Esta opción, aunque bastante habitual en el cine hollywoodiense de la época (y no solo de esa época), produce en el espectador actual una sensación de extrañeza, de inautenticidad, de la que, en mi opinión, se resiente la película. A pesar de ello, la película tuvo bastante éxito en Estados Unidos, pero Renoir se lamentó de la mala recepción que mereció en Francia: "Con This Land is Mine quise mostrar a los americanos un aspecto menos convencional de la Francia ocupada [...] Quizá fui torpe. Quizá no comprendí el estado de espíritu que reinaba en Francia después de la liberación. Sin embargo, fui abrumado con innumerables cartas injuriosas procedentes de Francia y avergonzado por la prensa parisina. Por una vez, me apenó sinceramente no haber sido comprendido". En su descargo hay que decir que la película se estrena un año antes de la liberación, y que cuando llega a Francia, en 1946, la guerra ya hacía algún tiempo que había terminado. En la película, además, hay muestras de antisemitismo (a un niño lo marcan con una “J” de “Jew”), además de un colaboracionismo entusiasta por partes de los prohombres de la ciudad, lo cual seguramente levantaría ampollas entre los sectores más proclives a olvidar los "pecados" del pasado.



La película nos puede recordar Hangmen Also Die! (estrenada poco antes), comentada en el hilo de Lang. Si allí asistíamos a la represión de las fuerzas de ocupación alemanas contra la población de Praga, como consecuencia del atentado contra Heydrich, aquí también se lleva a cabo una represalia con captura de rehenes por un atentado, parcialmente fallido (aunque mueren dos soldados), contra el mayor Von Keller (encarnado por un habitual en estos papeles, el orondo Walter Slezak, que encarnaría a otro nazi de la mano de Hitchcock en Lifeboat).

El causante del atentado, elemento activo de la resistencia, aunque lo disimula tras la fachada de amigo de las fuerzas de ocupación, es Paul Martin (Ken Smith), cuya hermana, Louise (Maureen O’Hara), es maestra de escuela.



En la escuela coinciden dos personajes con actitudes opuestas ante la ocupación: su director, el profesor Sorel (Philip Merivale), es el discreto cerebro oculto tras las proclamas subversivas contra los alemanes; junto a él, Albert Lory (un Charles Laughton tan histriónico como era habitual en él, y que había compartido reparto con O’Hara en la hitchcockiana Jamaica Inn y en The Hunchback of Notre Dame), un maestro cobarde (tiene más miedo a los bombardeos que sus pequeños alumnos), tímido (incapaz de declarar su amor a Louise) y pusilánime, totalmente dominado por una madre castrante (una Una O’Connor tan extremada en su interpretación como solía serlo en los films de James Whale), y temeroso de comprometerse políticamente.



El círculo de los principales personajes lo cierran George Lambert (un excelente, como siempre, George Sanders), ingeniero a cargo del ferrocarril, novio de Louise, pero que, al contrario que ella, ha apostado por abrazar el “Nuevo Orden” que traen consigo los alemanes. Sus conversaciones con Von Keller son, para mí, lo mejor del film, sabiendo Renoir mostrar toda la complejidad de la relación entre las fuerzas ocupantes y los colaboracionistas, huyendo del burdo maniqueísmo. Von Keller es, a su manera, un idealista fascista, bregado en la lucha callejera, mientras que George es un colaboracionista sincero, que cree que realmente lo mejor para todos es supeditarse a los ocupantes, a diferencia del corrupto alcalde, u otros prohombres de la ciudad (como el fiscal o algunos miembros del jurado), que se mueven por intereses económicos.



En la relación entre Von Keller y George hay algo de la que mantenían Von Rauffenstein y Boëldieu en La grande illusion, incluso Von Keller también está mutilado (ha perdido un brazo). Pero, tal como se anunciaba en La grande illusion, los tiempos han cambiado, el diálogo ya no es entre dos aristócratas, sino entre dos pequeñoburgueses.

El precio que tendrá que pagar George por su colaboración es la pérdida del amor de Louise. Tras el atentado contra Von Keller (no es el único, hay otros contra los trenes: uno cargado de alimentos, el otro de municiones), diversos ciudadanos son detenidos como rehenes para forzar al autor del ataque a entregarse, entre los cuales están Sorel y Albert. En un encadenamiento de decisiones fatídicas, la madre de Albert (celosa de las atenciones que su hijo dedica a su vecina y deseosa de conseguir su liberación) delatará a Paul ante George y este lo denunciará a Von Keller, lo que comportará la muerte de Paul después de una vibrante persecución por entre las vías del tren.

Pero George no soporta el remordimiento y se suicida, en una de las mejores escenas del film. Von Keller lo visita para darle la noticia y le pone, burlonamente, una flor en la solapa, jugando a recitar el “Romeo y Julieta” de Shakespeare. A continuación, George, anonadado por la muerte de su amigo de infancia, y consciente de su traición, libera una paloma (que le han entregado como manjar para su mesa), se desprende de la flor, abre un cajón donde guarda un revolver, y, fuera de campo, dispara, mientras la cámara se acerca con un brusco zoom a la flor que yace en el suelo.

Justo en ese momento Albert entra en el despacho, lo que provoca que se le acuse de asesinato. El resto del film gira alrededor del juicio al que se somete a Albert, y es probablemente el segmento más previsible. Albert se muestra, primero, tímido como siempre, pero después, cuando las circunstancias hacen aconsejable que la acusación del fiscal se troque en el reconocimiento del suicidio de George, manipulado por Von Keller para evitar crear un mártir, Albert se transforma y formula públicamente una apología de los sabotajes y una feroz denuncia del colaboracionismo, además de declarar ante todos los presentes su amor a Louise.



Ha influido en el cambio radical de actitud y su toma de conciencia la visita de Von Keller a la celda y, sobre todo, ver tras los barrotes de la ventana la ejecución de los rehenes (entre ellos, Sorel).



Aunque es declarado inocente, Albert sabe y asume que su suerte está echada y que le espera la muerte. Por eso, su último acto es una muestra de compromiso: leer a sus alumnos la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.

Se atribuye a Dudley Nichols la siguiente frase: “This Land is Mine es como una obra moral”. Y, ciertamente, es así, para lo bueno y para lo malo. Lo bueno, indiscutiblemente, es porque ante la ocupación alemana de Francia y de otros países, la película hace una defensa apasionada del compromiso en defensa de los derechos humanos y contra el colaboracionismo, incluso en referencia a los mismos Estados Unidos. Von Keller afirma, en su conversación con Albert, que América ya está invadida, y que: “After all, what is the United States? A charming cocktail of Irish and Jews. Very spectacular; but, very childish. And England? A few old ladies wearing their grandfathers' leather britches”.

Pero también es una obra moral para lo malo. La película se ve muy condicionada por el mensaje, de manera un tanto artificial. Con todo, visto lo que pasa hoy en día en Ucrania, tendremos que concluir que, desgraciadamente, mensajes como este todavía son necesarios, y que la resistencia, de los ucranianos hoy, como la de los franceses entonces, los necesita.

Por eso, más que nunca, es conveniente completar el visionado del film con la más clara de las contribuciones al esfuerzo de guerra de Renoir: A Salute to France.

26. A Salute to France (1944)



Al año siguiente, Renoir, junto a Garson Kanin, rueda A Salute to France (con el artículo "a", al menos en los créditos), un cortometraje (de casi 36 minutos en la copia disponible en YouTube, que es la que he visionado), con guion de Philip Dunne, Burgess Meredith y el propio Renoir, producida “by U.S. Office of War Informationa. Overseas Branch”. En esta ocasión no hay duda del carácter instrumental del film (o, si se prefiere el término, su carácter de película de propaganda).

Al menos en la versión que he visto, no se acredita ni a los directores ni a los autores del guion ni a los actores ni al equipo técnico. Todo personalismo creativo queda supeditado a la voluntad política del mensaje. Y en este aspecto tengo que decir que el film me ha parecido sencillo, pero ejemplar.

Unos soldados están esperando ser embarcados para cruzar el Canal. Se nos presentan tres soldados de tres nacionalidades distintas en guerra: Joe (Burgess Meredith), el estadounidense; Tommy (Philip Bourneuf), el británico; y Jacques (Claude Dauphin), el francés, como representantes del ciudadano medio de sus respectivos países, unidos contra el enemigo y en defensa de la democracia, sintetizada en el lema de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad.



Ese carácter simbólico de Joe, Tommy y Jacques sirve para que sus rostros se reproduzcan en los de distintas personas en Estados Unidos, el Reino Unido y Francia: pueden ser agricultores, empleados de banco, vendedores a domicilio… Da igual, son intercambiables, porque defienden una misma cultura democrática, porque la lucha es la misma sin distinción de clases.

El corto va más allá de lo meramente documental, juega claramente con el mensaje que se quiere transmitir. Si Nichols decía que This Land is Mine era una obra moral, A Salute to France es, sin duda, una obra política. Así, nos traslada a 1939 de forma didáctica para explicar la génesis del conflicto y la fraternidad entre los tres pueblos: ahora Joe es un profesor, Tommy, un médico, y Jacques, un científico, y los tres expresan la unión que en sus disciplinas ha habido entre los pueblos, incluso apelando a personalidades como Albert Einstein y Paul Ehrlich… judíos. Una voz ominosa, como si se tratase de Hitler dirigiéndose en inglés a los espectadores, irrumpe en escena con un mensaje antisemita, recordando el apoyo que el fascismo tiene en Francia, el Reino Unido y Estados Unidos, y que el enemigo común a batir es Rusia, el comunismo.

Hay un montaje de imágenes de desfiles nazis (algunas extraídas de Triumph des Willens, de Leni Riefenstahl) y de su poderío militar, a las que se contrapone un episodio de ficción (que nos puede recordar los films dirigidos por Hitchcock como apoyo a la resistencia francesa): dos paracaidistas, un americano (Meredith) y un inglés (Bourneuf), caen en territorio francés. Les ayuda un sacerdote (Dauphin), que les explica (y de paso al espectador) la historia reciente de Francia: la formación del gobierno de Petain y la organización de la France Libre de De Gaulle.

Como el film de Renoir anteriormente comentado, se hace una apología de la resistencia: atentados, sabotajes, incluso un plano escalofriante en el que vemos cómo se estrangula con una cuerda a un nazi (que me recordó la violencia del asesinato del inspector Gruber de la Gestapo en Hangmen Also Die!). Una violencia necesaria que se cierra con el discurso de Jacques (convertido esta vez en la imagen de un miembro de la resistencia a punto de ser fusilado): un llamamiento a la solidaridad internacional contra la opresión fascista y la defensa de la libertad. La película termina con la entrada triunfal de los aliados en París.

Curiosamente, me ha parecido más fresco, a pesar de su sencillez, este corto que no This Land is Mine, demasiado condicionado por el modo de producción hollywoodiense. Recomiendo su visionado, mucho más en los tiempos actuales. Ojalá dentro de unos años no tengamos que comentar un A Salute to Ukraine…

La semana próxima volvemos a la “normalidad” con un film de ficción que contó con la colaboración de William Faulkner en los diálogos: The Southerner, película de la que tengo un recuerdo muy vago y lejano.

Iniciado por Alcaudón

Tengo una colección completa de pósteres de películas de John Ford. Ya me dirás por cuál te decides.

Sin duda quiero el póster de su mejor película

Spoiler:

Iniciado por Alex Fletcher

Sin duda quiero el póster de su mejor película

Spoiler:

Alcaudón diría: "la excepción que confirma la regla"

Me ha gustado mucho ese doble programa revisado por mad dog. Felicidades, amigo! Entiende uno mejor la situación cuando lees los dos juntos. Y qué triste que lo que está escrito o filmado hace decenas de años, pueda servir para explicar lo que se vive hoy.

Iniciado por tomaszapa

Me ha gustado mucho ese doble programa revisado por mad dog. Felicidades, amigo! Entiende uno mejor la situación cuando lees los dos juntos. Y qué triste que lo que está escrito o filmado hace decenas de años, pueda servir para explicar lo que se vive hoy.

Si, y viendo Casablanca en el otro ciclo te hace pensar en lo mismo.

Iniciado por Alex Fletcher

Si, y viendo Casablanca en el otro ciclo te hace pensar en lo mismo.

Ciertamente, tengo el comentario a medio hacer, y constato que el film sigue siendo igual de válido y actual hoy en día (por desgracia). Lo vi con la mente puesta en Ucrania, y reconozco que me emocionó quizá más que nunca.

Iniciado por mad dog earle

Ciertamente, tengo el comentario a medio hacer, y constato que el film sigue siendo igual de válido y actual hoy en día (por desgracia). Lo vi con la mente puesta en Ucrania, y reconozco que me emocionó quizá más que nunca.

Cuando creíamos que la figura del poderoso imperialista que acapara el poder de manera unipersonal había desaparecido, viene Putin y desmonta toda la teoría. Lo peor es cuando el matón de la clase tiene armas tan mortíferas.
Como todos, me quedo con ese espíritu combativo del pueblo ucraniano que tiene enormes paralelismos con la resistencia francesa contra los nazis.

Iniciado por tomaszapa

Como todos, me quedo con ese espíritu combativo del pueblo ucraniano que tiene enormes paralelismos con la resistencia francesa contra los nazis.

Bueno, de momento hay diferencias notables. Francia se derrumbó como un castillo de naipes a la que las tropas alemanas pisaron suelo francés, y se asumió la ocupación, creándose un estado colaboracionista dirigido por Petain. La resistencia fue algo no oficial, salvo la France Libre de De Gaulle en el extranjero. Por ahora, los ucranianos no ceden, pero llevamos "solo" dos semanas de guerra.

Cierto. Cada caso es distinto y desde luego, hubo mucho convertido en Francia cuando las tropas nazis invadieron suelo francés. Pero en lo que tratamos aquí, el estoicismo de la resistencia, el amor por una bandera, un himno y una identidad propia, creo que es muy trasladable a la situación actual.

El film lo podría definir como Laughton para lo bueno y para lo malo. Ya de pequeño siempre me interesaron los films de La résistance, con la Francia ya ocupada, esa guerra de guerrillas, ese cuerpo a cuerpo con desventajas para el invadido, (que ya alude el presi de Ucrania, aunque no se muy buen como fue la invasión a Francia, parece ser que los ucranianos sí que están ofreciendo más resistencia, aunque el resultado final será el mismo) pues siempre me llamaron la atención, y sin haber leído nada sobre el film y el grandísimo comentario de Mad (siempre lo leo a posteriori), uno se alegró al ver la intro del film, es más yo me pensaba que el film era un drama rural sureño en los USA, ya que venimos de la poco valorada Swamp Water.

En general, el film va sobre ruedas hasta que Laughton se pasa de la ralla. Ese Laughton loser, inseguro, me encanta, dominado por su tercer Reich particular, o sea su madre (pasada de rosca y a veces poco creíble). La escena del bombardeo en el sótano cagado de miedo con su madre es un ejemplo, así como el ambiento Bronxionano de la clase del pelele Laughton. El film está arropado por buenos actores, como ya pasó en el anterior de Renoir, el allabouteveniano George Sanders hace una interpretación magnífica, Mauren O'Haara no se come a la cámara como si hicieron otras en su anterior film (hablando de coincidencias acabo de ver Espíritu de conquista, floja por cierto, o más bien impersonal, y sale la lozana de Swamp Water Viriginia Gilmore), pero es una actriz con presencia y solvencia, aunque el beso final no cuela, nos lo quieren vender como beso romántico cuando tenía haber sido un beso de pena y despedida. El nazi con sobrepeso está muy bien también, pero se ve que compartió muchas horas muertas entre toma y toma con , Laughton. Y cierto es, como dice Mad, que la escena del desenlace de George (creo que en el film se llama George también) es fantástica, de lo mejor del film, pero el desenlace del profesor Sorel me pone gallina el piel, con un Laughton desesperado y un Merivale tan distendido, no se porque me vino a la cabeza Lluís Companys, víctima también curiosamente, de la ocupación nazi de Francia.



En otros comentarios, no se muy bien en cual, me quejé haciendo un simil con la serie Z, o sea "y aquí ponemos una escena de sexo" o "una escena de pechos fuera"....Pues me da la sensación que aquí, en su parte final, toca "escena de juicio", ohhhh God!!!! es creíble un juicio democrático en tiempos de invasión nazi? democrático por decir algo. Y aparece Dr Jekyll y Mr Hyde, ese cambio de personalidad de Laughton, ni me agrada ni me convence en sus formas. No me agrada porque el film no lo necesita y com he dicho parece la cuota de juicio, hubiera preferido la quota desnudo de la O'Haara, y no me convence, porque el mismo intenta justificar su cambio de personalidad al espectador aludiendo a ella con demasiado subrayado, pasa de caerme bien a caerme muy pesado, y por la confesión romántica fue necesario de urgencia un protector gástrico. Para mi gusto la parte del juicio es totalmente suprimible, no así la escena final del profe impartiendo su última clase y su final omitido, un gran acierto.

El exceso de subrayado me molesta porque hay una delgada linea con la propaganda, aunque dicha propaganda sea más afín, ya no a mi ideas, sino al ser humano, como lo es lo que está sucediendo ahora. Y hecho de menos el Renoir que no se posiciona, ya se, era francés y su país fue invadido también, pero me gusta más el Renoir de la golfa donde él mismo se autocongratula de ello.

Con todo esto, o sea el vinagre, no se crean que no me gustó el film, porque no es así, es un film muy disfrutable, tanto en su contexto histórico, como en su ritmo, y también casi todos los actores están en un alto nivel, pero claro, vengo de ver unas horas antes Casablanca el nivel actoral juega la Champions y no necesita remontadas agónicas para certificar que sin duda, se trata de uno de los mejores repartos que he visto. El poderío actoral de Casablanca empequeñece a cualquiera y como la temática es casi misma, las comparaciones son inevitables. Dicho esto notable film de Renoir con varios puntos de vinagre a tener en cuento y que le restan para codearse con los grandes títulos de Renoir.

A ver si nos aclaramos Dr!!!!:

Para films de la época de la résistance y el colaboracionismo, siempre recomiendo Lacombe Lucien, de Louis Malle.

Iniciado por mad dog earle

Para films de la época de la résistance y el colaboracionismo, siempre recomiendo Lacombe Lucien, de Louis Malle.

Apoyo la propuesta o recomendación, y sumo El ejército de las sombras, de Melville.

27. El sureño (The Southerner, 1945)



Después de una película para la 20th Century Fox (Swamp Water) y otra para la RKO (This Land is Mine), Renoir rueda The Southener, presentada como un film de la Producing Artists y distribuida por United Artists, producida por Robert Hakim (que ya fuera el productor de La bête humaine, él también exiliado en Estados Unidos) y David L. Loew.

La película lleva a la pantalla, con guion del propio Renoir a partir de una adaptación de Hugo Butler, la novela de George Sessions Perry “Hold Autumn in Your Hand”, premiada en 1941. La obra de Perry fue muy alabada en su día, mereciendo el autor ser comparado con John Steinbeck. Se comenta que participaron en los diálogos, aunque sin acreditar, nada menos que William Faulkner y Nunnally Johnson (autor, precisamente, del guion de The Grapes of Wrath, la adaptación fordiana de la sensacional novela de Steinbeck).

Con el francés Lucien Andriot tras la cámara (con una larguísima trayectoria en Hollywood, sobre todo en películas B o de bajo presupuesto) y, de nuevo, Eugène Louiré en el diseño de producción (y Robert Aldrich como ayudante de dirección), The Southerner tiene un aspecto que parece alejarla de las producciones de primera fila (algo que, desgraciadamente, se ve potenciado por la pésima calidad del DVD que he visionado, en una horrenda edición de Sogemedia). Y quizá sea por eso mismo, por su carácter de film independiente, de film “pequeño”, filmado en buena medida en exteriores (a pesar de que recurre en ocasiones a las transparencias), aunque no en Texas como demandaba el guion sino en California, que da la sensación de que este es el film más renoiriano de su etapa hollywoodiense. Y lo es a pesar de que, en el fondo, la temática es de lo más típica de cierto cine norteamericano: la defensa de la independencia del individuo frente al engranaje social uniformizador, la lucha por la tierra, el papel clave del núcleo familiar y la superación de las adversidades, tanto producto de la naturaleza como del ambiente social.



La película se centra en las peripecias de los Tucker: Sam (Zachary Scott), Nona (Betty Field), la abuela (Beulah Bondi) y los dos hijos pequeños, Jot y Daisy. Toda la familia trabaja recogiendo algodón, pero después de la muerte del tío Pete, Sam decide que quiere establecerse por su cuenta, para lo que alquila un terreno en barbecho, junto a un río, que espera que sea fértil una vez desbrozado.



Si la decisión la toma al inicio del otoño, la acción nos llevará hasta el momento de la cosecha del año siguiente. Las dificultades son muchas: la casa donde se han de alojar es poco más que una barraca;



el pozo está dañado, y han de pedir el agua a un vecino huraño y amargado, Devers (J.Carrol Naish); la pequeña Daisy no tiene ropa apropiada para ir a la escuela durante el invierno, teniendo que quitarle una manta a la abuela para confeccionarle un abrigo; el pequeño Jot enferma de pelagra, necesitando de verduras y leche (que también le niega Devers), etc.

Afortunadamente, Tim (al que corresponde la voz en off que, al inicio del film, nos ha presentado a los Tucker por medio de unas fotos), un amigo de ciudad que trabaja en una fábrica, les ayuda trayéndoles una vaca. Pero los conflictos no acaban con Devers: un buen día las vacas y cerdos del vecino irrumpen en la granja de los Tucker destrozando el huerto, lo que acaba desencadenando una pelea a puñetazo limpio (muy fordiana) entre Devers y Sam, con el concurso de Finley, el empleado de Devers (Norman Lloyd, actor fallecido el año pasado a la edad de… ¡106 años!). Pero un hecho anecdótico, la pesca de Sam de un gigantesco siluro, que ha sido pieza codiciada por Devers desde hace años, permite un intercambio que soluciona el problema.

Todo apunta a un final feliz, resuelto el conflicto vecinal: los campos de algodón lucen espléndidos, con lo que se prevé una gran cosecha; Jot se ha curado; la madre de Sam, que ha venido a ayudarlos, se casa con el tendero, Harmie (Percy Kilbride), celebrándose una gran fiesta…



Pero, como la alegría dura poco en casa del pobre, una tempestad, seguida del desbordamiento del río, arruina la cosecha, destroza la casa y está a punto de acabar con la vida de Sam y Tim cuando intentan rescatar la vaca.



Sam parece dispuesto a tirar la toalla, pero la actitud decidida de Nona e incluso de la abuela cascarrabias, le devuelve la esperanza y las ganas de volver a luchar por la tierra. La película se cierra con un mensaje de unidad y armonía entre el campo (imprescindible porque de él proceden los alimentos) y la ciudad, porque en sus fábricas se elaboran los productos necesarios para la subsistencia.

Sin caer en los psicologismos, que siempre intentó dejar fuera de sus relatos, olvidándose de las reivindicaciones de carácter explícitamente político de sus films franceses de la década de los 30, Renoir consigue una película vibrante y emotiva, sin caer en sentimentalismos fáciles, sin esconder la dureza de la vida en el campo. Curiosamente, lo que a mis ojos es una loa al campesino, se vio en su día en algunas zonas del país como una denigración de las comunidades rurales del Sur estadounidense, hasta el punto de que la película fue prohibida en algunos lugares, como Tennessee, o boicoteada por el Ku Klux Klan. A pesar de ello, The Southerner mereció tres nominaciones a los Oscar, entre ellas la de mejor director para Renoir, la primera y última vez que lo consiguió.

A la espera de poder algún día gozar de una buena copia de la película (de hecho, es mucho mejor la que hay disponible en YouTube, aunque solo tenga subtítulos en inglés generados automáticamente), me parece, no obstante, uno de sus films americanos más estimulantes, incluso sin contar con un reparto prestigioso como sí tenían sus dos films anteriores. En la próxima entrega Renoir vuelve a la literatura francesa para adaptar una novela de Octave Mirbeau, “Le journal d’une femme de chanbre”, de 1900, que intentaré leer para la ocasión. En todo caso, se impone un programa doble comparando esa The Diary of a Chambermaid con la película que Luis Buñuel dedicó en 1964 a la novela de Mirbeau: Le journal d'une femme de chambre.

Me ha gustado la review, mad dog. En la linea que comentas de la nominación (única en su carrera) a mejor director para Renoir, tengo que decir que aquel año justamente, en mi opinión, era justo el ganador: Billy Wilder por la dura The lost weekend, que es de esos escasos casos (no es el eco ) en que el título en español, Días sin huella, rivaliza o supera al original.
De todas formas, para la National Board of Review sí fue el mejor director del año Jean Renoir.

Como siempre, me leeré vuestros comentarios después de mi(s) reseña(s) para evitar espóilers.

THE SOUTHERNER llegué a tenerla grabada de la televisión en V.O.S.E. y me pareció una de las mejores películas de la etapa norteamericana de su director.

Creo además y tiro de memoria (o sea, no de Wikipedia...) que ganó uno de los premios grandes en Cannes o Venecia.

Comprobado... tirando de Wikipedia...

Ganó el León de Oro de Venecia en su primera edición.

Iniciado por Alcaudón

Creo además y tiro de memoria (o sea, no de Wikipedia...) que ganó uno de los premios grandes en Cannes o Venecia.

Comprobado... tirando de Wikipedia...

Ganó el León de Oro de Venecia en su primera edición.

Este Alcaudón ya hasta hace de tomaszapa.