Es una obra menor del maestro Eastwood. Ha elegido evidentemente una historia a la medida de su edad y físico: casi toda ella rodada en estudios, sin ninguna escena de acción, con mucho diálogo, pero con escasa tensión narrativa.
Quien haya visto Doce hombres sin piedad reconocerá la mitad del metraje de esta película, porque los debates de los miembros del jurado y la evolución de estos, incluidos los tipos humanos descritos, son muy similares (el agresivo, el pasota, el que tiene prisa, el anciano, el que tiene dudas y lo calla, etc) Evidentemente, Henry Fonda es mucho Henry Fonda y lo que en aquella era una interesante confrontación moral aquí es una tenue tensión policiaca, que apenas repunta con la aparición de Simmons y pronto se desvanece.
Por medio, una historia completamente inverosímil que parte de una premisa muy artificial y que difícilmente podría mantenerse en pie mucho tiempo. Eastwood se da cuenta de ello y escamotea sin mucho rubor algunos aspectos claves de la historia comoUno acepta pulpo como animal de compañía alguna vez, pero tantas veces en una historia termina por provocar la incredulidad.Spoiler:
Sólo existe para mí un punto de interés dramático en esta historia y es la progresión moral de la fiscal. Esto sí conecta con la estela de esos maravillosos personajes que se han paseado por las películas del maestro: desde el entrenador de Million Dollar Baby que se debate entre la piedad y la amistad, hasta la férrea fe maternal de Kathy Bates en Richard Jewell. Quizás hubiese sido más interesante haber girado la historia en torno a las dudas de la fiscal por el asunto y la persecución de la verdad, y esto entronca con ese interrogante que en este hilo se plantea sobre la escena final de la película. Mi opinión es queSpoiler:
Se despide al menos Eastwood con una película de una entidad cinematográfica bastante superior a la última de Woody Allen, tan lleno de tópicos y atardeceres por los bosques franceses. Sigue siendo fiel a sí mismo y estiliza tanto su narrativa como sus formas, aunque el resultado final, en mi opinión, es simplemente correcto. Con noventa y tantos años ya me daría yo con un canto en los dientes si me puedo tener simplemente en pie.