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Se ha escrito un nuevo capítulo en Hollywood sobre la sempiterna tensión entre los "creatas" y los "ejecutas".
Se encuentra en un revelador libro de próxima publicación, que ofrece algo que raras veces se ve: un relato sincero, incluidas lágrimas y reproches, del hostil divorcio entre un estudio de cine y uno de los directores/guionistas más famosos del mundo. En "The Man Who Heard Voices: Or, How M. Night Shyamalan Risked His Career on a Fairy Tale," el cineasta de 35 años cuyo nombre se ha hecho sinónimo de escalofriantes películas de intriga crucifica a los altos ejecutivos de la empresa que desde hacía tiempo consideraba su hogar artístico desde que, en 1999, consiguiera un sorprendente éxito con "El sexto sentido": Walt Disney Studios.
El libro, escrito por el redactor de Sports Illustrated Michael Bamberger, con la bendición e intensa participación de Shyamalan, llega a las librerías el 20 de julio, es decir, un día antes del estreno de la nueva película de Shyamalan, "Lady in the Water," que constituye el centro de la disputa que le llevó a separarse de Disney.
La película, con un presupuesto de 70 millones de dólares, es una inquietante fantasía protagonizada por Paul Giamatti, que encarna a un conserje de un edificio de apartamentos que rescata a una ninfa marina que encuentra en la piscina, y en último término fue financiada por Warner Brothers.
Pero se puede decir que igual de sorprendente que la película es la forma en la que Shyamalan critica a su antiguo estudio en el libro. A medida que las pruebas de imprenta circulan por la ciudad, todos se plantean lo frágiles que pueden ser las relaciones entre artistas y ejecutivos.
La peor parte se la lleva la presidenta de producción de Disney, Nina Jacobson.
Jacobson y Shyamalan tenían una relación estrecha, aunque a veces combativa. A lo largo de seis años, la ejecutiva se encargó de las cuatro películas que el cineasta hizo para Disney, incluyendo "El protegido", "Señales" y "El bosque". En la que debía haber sido su quinta colaboración, las relaciones entre los dos se habían deteriorado hasta tal punto que no se hablaron durante más de un año.
El año pasado, en una desastrosa cena el año pasado, Jacobson formuló una crítica sincera del guión de "Lady in the Water". Cuando le dijo a Shyamalan que ni ella ni su superior, el presidente del estudio Dick Cook, "captaban" la idea, Shyamalan quedó consternado. Y las cosas no hicieron más que empeorar cuando Jacobson criticó duramente que el argumento contuviera el ataque a un crítico de cine, y le dijo a Shyamalan que su decisión de reservarse un papel como escritor visionario decidido a cambiar el mundo rozaba la egolatría.
Pero en el libro, Shyamalan se venga y dice que desde hace tiempo le parecía que "estaba presenciando la decadencia de la visión creativa de Jacobson, ante sus mismos ojos abiertos de par en par. Ella no quería directores iconoclastas. Quería directores que ganasen dinero".
Bamberger admite explícitamente que el libro está contado desde el punto de vista de Shyamalan.
"No está pensado para ser equilibrado", dijo Bamberger del libro, basado en un año que pasó siguiendo a Shyamalan. "Es una visión night-céntrica de cómo vive Night".
Pero por supuesto, si sólo fuese eso, no habría tantos ofendidos en Disney, a cuyos ejecutivos tacha el libro de autómatas carentes de visión creativa.
De los tres máximos ejecutivos de Disney —Jacobson, Cook y el jefe de marketing Oren Aviv—, el libro dice: "Se habían fundido en uno solo, la encarnación de la empresa para la que trabajaban. Y esa empresa (...) ya no valoraba el individualismo (...), ya no valoraba a los luchadores".
No obstante, el libro dice que los tres atormentaban a Shyamalan.
"A veces, Night cerraba los ojos y veía pequeñas fotos ovaladas en blanco y negro de Nina Jacobson y Oren Aviv y Dick Cook flotando en su cabeza y no desaparecían", escribe Bamberger. "Los ejecutivos de Disney se habían metido en su cabeza, interfiriendo con el trabajo positivo que supuestamente debían cumplir las voces... Y sería muy difícil sacarlas de ahí".
En una entrevista, Bamberger afirmó que en esa sección, como en otras, estaba transmitiendo las convicciones más profundas de Shyamalan, aunque el libro no suele citar directamente al cineasta.
"Night me dejó entrar en su cabeza", dijo Bamberger. "Me dijo lo que pensaba, y yo lo escribí".
Shyamalan estaba de vacaciones en Francia y no respondió a preguntas enviadas por email. Su relaciones públicas, Leslee Dart, dijo que su cliente "apoya totalmente el libro", y el editor, William Shinker de Gotham Books, dijo que Shyamalan había accedido a ayudar en la promoción de este relato de no-ficción.
De no ser por el libro de Bamberger, la ruptura entre Disney y Shyamalan podría ser considerada como otro episodio de las relaciones en Hollywood. Todo el mundo sabe que los grandes artistas, con todo su talento, a menudo son también muy inseguros. Es una tarea ímproba para los ejecutivos apaciguar a los creativos sin dejar de satisfacer a los contables.
"Hay un equilibrio difícil de conseguir entre arte y comercio, que todas las partes tratan de alcanzar", dijo el presidente de Warner Bros. Alan Horn, que fue el primero a quien acudió Shyamalan tras la ruptura con Disney. Con "Lady in the Water", que se lanza con una campaña de publicidad de 70 millones de dólares, Horn dice: "Intentamos apoyar una película que tiene una expresión artística única, y al mismo tiempo ganar dinero".
La presidenta de Paramount Pictures, Gail Berman, cuyo estudio decidió recientemente retrasar el rodaje de "Ripley's Believe It or Not," protagonizada por Jim Carrey, por motivos presupuestarios, mostró la misma opinión.
"Todos caminamos en una línea entre la entrega al artista y la responsabilidad financiera", dijo. "A veces es la parte más difícil de nuestro trabajo".
Sin embargo, mientras que Carrey y el director Tim Burton siguen tratando de solventar con Paramount sus conflictos sobre el guión, Shyamalan no concedió esa opción a Disney. Como dijo el libro, Shyamalan sentía que, cuando los ejecutivos criticaban su guión de "Lady in the Water", en realidad "le estaban criticando a él". Así que se marchó.
Los ejecutivos de Disney no son los únicos maltratados en el libro. También se describe a Harvey Weinstein, cofundador de Miramax Films, como "famoso por su tiranía" y se cuenta cómo alteró sin piedad el montaje de la película independiente que hizo Shyamalan en 1998, "Los primeros amigos".
"¿Por qué lo hace?", preguntó Shyamalan a uno de los adjuntos de Weinstein.
"Porque no eres un director de primera fila", contestó el ayudante anónimo.
"¿Pero podría serlo?", pregunta Shyamalan. Entonces, Bamberger nos lleva al interior de la cabeza de Shyamalan cuando este imagina la respuesta de Weinstein: "Night oyó cómo Harvey gritaba en medio del silencio: 'No lo eres, y nunca lo serás.' La película fracasó, lógicamente. Se había hecho con mala fe".
Ese, en esencia, es el motivo que da Shyamalan —que hoy no solamente es de primera fila, sino también un valor tan establecido que su solo nombre vende una película— para negarse a continuar su relación con Disney.
La escena más reveladora es la tensa cena del 15 de febrero de 2005 y sus consecuencias, calificada por los colegas de Shyamalan como "La masacre del día de san Valentín".
El marco era un lujoso restaurante de Filadelfia, Lacroix, no lejos de la antigua granja donde viven Shyamalan, su mujer y sus dos hijas. Pero según cuenta el libro, desde el principio la cena parecía condenada al fracaso. Las mesas estaban demasiado cerca las unas de las otras y "a Night le pareció que otros comensajes podían oír su conversación".
Sentada al lado de Shyamalan, Jacobson sacó a relucir todo lo que veía de mal en el guión. Las críticas "salieron de su boca en un torrente, sin filtro", escribe Bamberger.
"Decías que era gracioso; pues no me he reído", cita el libro a Jacobson. "¿Y pones cómo atacan a un crítico? Te van a hacer picadillo... Tu papel es demasiado grande; te harán picadillo otra vez... ¿Y estos nombres? ¿Scrunt? ¿Narf? ¿Tartutic? No funciona... No lo capto... No me lo creo. No encaja. No funciona."
Sus palabras envolvieron a Night como el olor a pescado podrido. "Ella siguió sin parar", dice el libro. "Night estaba esperando que le fuera a decir que no le gustaba el tipo de letra en el que estaba impreso el guión".
Después de demasiados platos, los ejecutivos de Disney acompañaron a Shyamalan y su agente al ascensor, y Cook pidió hablar a solas con el director.
"Tú haznos la película", dijo Cook, con la esperanza de conservar al director más importante de Disney. "Te daremos 60 millones y podrás hacer lo que quieras con ellos. No lo tocaremos. Te veremos en el estreno."
Shyamalan dijo que no podía hacer eso. No podía trabajar con quienes dudaban de él. Cuando Cook y su equipo abandonaron el hotel, Shyamalan se vino abajo y lloró.
"Lloraba porque esas personas le caían bien, y sabía que no podía volver a verlos como socios de trabajo", escribe el autor. "Lloraba porque estaba asustado (...) Lloraba porque sabía que era posible que tuviesen razón".
Shyamalan no era el único que lloró. Jacobson contó a sus compañeros que esa noche, cuando volvió a su habitación en el hotel Four Seasons, se derrumbó.
Ella y Shyamalan no volvieron a cruzar palabra hasta marzo de este año. A petición del director, se reunieron para desayunar en el lujoso Hotel Bel-Air.
Para entonces, según escribe Bamberger, Shyamalan se había dado cuenta de que "si Nina no había 'captado' el guión original de 'Lady', no era culpa de ella, sino de Night".
A pesar de ese tardío acto de contrición, los colegas de Jacobson dicen que le resultó muy doloroso leer todo ese relato. No quiso hacer comentarios sobre el libro ni sobre el propio Shyamalan. Pero reconoció las dificultades inherentes a la relación "mecenas-artista".
"No ponerse de acuerdo sobre una obra concreta no tiene por qué ser el final de una relación", dijo Jacobson. "No siempre es fácil tener un intercambio sincero. Pero en Hollywood, para que una relación se parezca más a una verdadera relación, tiene que haber una combinación de lo bueno y lo malo.
Añadió: "Cada persona tiene una idea distinta de lo que es el respeto. Para nosotros, ser sinceros es la mayor muestra de respeto para un cineasta".