Revisada
Reflejos en un ojo dorado, de John Huston, aunque de hecho tal como la vi ayer no la había visto nunca. La película se presenta
en esta edición en DVD tal como se estrenó, con la imagen “bañada” en el reflejo dorado a que alude el título del film (y de la novela de Carson McCullers que adapta). Al parecer, la propuesta no tuvo éxito y se decidió comercializarla con una fotografía convencional en color, que es la versión que había visto anteriormente, tanto en salas como en televisión o DVD. En imdb se da esta información:
The film was originally released in a version in which all scenes were suffused with the colour gold, with one object in each scene (such as a rose) normally coloured. This was in reference to the houseboy's drawing of a golden peacock, in whose eye the world is a reflection. As that version puzzled audiences, it was withdrawn and a normally coloured version released.
La autora de la novela (mujer de salud frágil que acabó desarrollando una gran amistad con Huston) se suele considerar una destacada representante del denominado “gótico sureño”. La trama nos sitúa en un cuartel militar donde uno de los oficiales (Marlon Brando, en un papel que inicialmente había de ser para Montgomery Clift) vive encerrado en su particular “armario”: homosexual latente (le vemos contemplando a escondidas la foto de una estatua clásica de Apolo), mantiene una tensa relación de marcado carácter masoquista con su exuberante esposa (Elizabeth Taylor), mientras que se siente fascinado por un joven soldado (un primerizo Robert Forster en su debut cinematográfico) que suele cabalgar desnudo por los alrededores. Su mujer, al parecer abandonada por su marido en lo referente al sexo (duermen en habitaciones separadas), mantiene una relación adúltera con otro oficial del cuartel (un aplicado Brian Keith), el cual a su vez carga con el peso de una mujer emocionalmente quebradiza (una excelente Julie Harris), atendida por un peculiar criado filipino (que responde al divertido nombre de Anacleto, Zorro David).
Personajes extremos, dignos de una obra de Tennessee Williams, que se engañan entre sí, que ocultan secretos inconfesables, y que parecen dirigirse inexorablemente hacia un final violento, trágico, durante una tempestuosa noche sureña, de inequívoco aire gótico. Quizá hoy en día este argumento “subido de tono” resulta mucho menos efectista que en su día (hasta tal punto estamos “curados de espanto”), pero aun así se trata de un film con buen pulso, comedido y ajustado en las interpretaciones (Brando nos brinda una escena ante el espejo que fue la inspiración de Scorsese para la célebre secuencia de Travis en
Taxi Driver). Como pero, me parece que rechina algo el último plano, con un movimiento de cámara enfático que subraya innecesariamente el desenlace. Excelente banda sonora de Toshiro Mayuzumi (compositor japonés autor de bandas sonoras para Ozu, Naruse, Mizoguchi, Imamura o Kinoshita entre otros) y una curiosa fotografía dorada de Aldo Tonti, un experimento que quizá cansa algo pero que dota al film de una sensación de extrañeza muy adecuada.