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Tema: Peter Weir: revisando sus películas

Vista híbrida

  1. #1
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    Predeterminado Re: Peter Weir: revisando sus películas

    02. PICNIC AT HANGING ROCK (1975, PICNIC EN HANGING ROCK)

    [T.O.: PICNIC EN LA ROCA DEL AHORCADO]



    Compañías: B(ritish) E(mpire) F(ilms) Film Distributors Pty. Ltd., The South Australian Film Corporation y The Australian Film Commission (Copyright 1975 by Picnic Productions Pty. Ltd.).

    Productores: Hal McElroy y Jim McElroy.

    Guión: Cliff Green, basado en la novela homónima de Joan Lindsay (Melbourne, 1967).

    Dirección artística: David Copping.

    Fotografía: Russell Boyd (en Eastman Color y formato panorámico).

    Música: flauta de Pan tocada por Gheorghe Zamfir; música adicional original compuesta por Bruce Smeaton.

    Reparto: Rachel Roberts (La señora Appleyard), Dominic Guard (Michael Fitzhubert), Helen Morse (Mademoiselle Dianne de Poitiers), Jacki Weaver (Minnie), Anne Lambert (Miranda), Christine Schuler (Edith), Karen Robson (Irma), Margaret Nelson (Sara), Jane Vallis (Marion).

    Duración: 1 h 55 m 35 s (versión reconstruida)

    -

    En esta segunda (y ya avanzo magistral película) Peter Weir trabajó con buena parte del equipo de producción de su ópera prima (los productores Hal y Jim McElroy; el director artístico David Copping; el compositor Bruce Smeaton (aunque la participación a la flauta de Pan de Gheorghe Zamfir – y el órgano de Marcel Cellier - deviene capital a la hora de recrear ese ambiente fantástico que envuelve a toda la película). Únicamente decidió apostar por un cambio tras las cámaras y optó por el operador Russell Boyd que acertó plenamente a la hora de impregnar sus composiciones de una belleza etérea y poética, cargada de simbolismos y donde la Naturaleza (con mayúsculas) se erige en el núcleo sobre el que pivota toda la historia (fotografía ganadora de un merecido premio BAFTA en 1977).

    - La interacción entre las imágenes y la música es tan perfecta como atípica, dado que se alteran ritmos primigenios, con elementos modernistas y el uso de piezas clásicas, creando no obstante un todo armónico y que se complementan a la perfección -



    Y si allí partió de una historia original en la que participó el propio director aquí se basó en una novela de su compatriota Joan Lindsay (1896-1984) [publicada por Impedimenta en 2010] que ya desde ahora lamento no haber leído pero que espero que tal circunstancia sea rápidamente subsanada.



    http://impedimenta.es/libros.php/picnic-en-hanging-rock

    Un breve texto nos pone en antecedentes de la historia (añado algunos elementos posteriores para clarificar un poco la historia y que me sirven además de sinopsis argumental):

    El sábado 14 de febrero de 1900 durante la celebración de una merienda campestre en las faldas del monte Hanging Rock, en el estado de Victoria, cuatro chicas (Miranda, Irma y Marion – alumnas de los últimos cursos – y Edith – la alumna más torpe del colegio -) con la excusa de tomar unas medidas en la base de la roca y con el permiso de Mademoiselle Dianne de Poitiers se adentraron en las profundidades de la misma.

    Sólo Edith volvió.

    La profesora de matemáticas, la señorita Greta McCraw que fue en su búsqueda, también desapareció.

    Sólo más tarde sabremos que una de las tres alumnas desaparecidas, Irma, pudo ser encontrada (milagrosamente) con vida gracias al empeño del honorable Michael Fitzhubert y su amigo Albert, el cochero de sus tíos.

    Intentaré ser breve aunque la película me ha sugerido tantas cosas que me va a resultar difícil condensar mis pensamientos.

    Ahí voy.

    La primera imagen de la película se centra en ese Hanging Rock del que sólo vemos su base al estar su cima envuelta en niebla (iba a decir en tinieblas) y medida que ésta se va despejando va a ser luego su base la que se cubra del mismo fenómeno meteorológico.



    Rápidamente me viene a la cabeza ese “The Dawn of Man” de 2001: UNA ODISEA EN EL ESPACIO (1968) de Stanley Kubrick.



    Un mundo virgen (la palabra tiene un doble sentido en esta película) cuando no existían más dioses que los elementos de la Naturaleza.

    Simple asociación de imágenes.

    Weir establece ya de una forma inmediata y transparente la importancia capital que dicho accidente geográfico va a tener en todo el desarrollo de la historia. Una especie de dios primigenio a la manera de esos maravillosos relatos de Lovecraft que como bien apunta de forma imperturbable la profesora de matemáticas tiene un millón (o más) de años de antigüedad (surgió de una erupción volcánica) y además está rodeada por terrenos mucho más antiguos (“Esperando un millón de años sólo por nosotras” apunta premonitoriamente Irma).





    - “Lo que vemos y lo que parecemos no es más que un sueño, un sueño dentro de un sueño” -



    El despertar de Miranda:

    Si Hanging Rock es el lugar sobre el que se centra el enigma que encierra la película, la hermosa Miranda será el personaje más determinante de toda la historia puesto que todos los demás (voluntaria o involuntariamente) giran alrededor de ella.



    El despertar de Miranda, como el de la Bella Durmiente o más bien como el nacimiento de la Venus de Bottichelli (1482-1485) (como tan atinadamente indica la bella Mademoiselle Dianne de Poitiers, la única de las profesoras que siente un afecto sincero y profundo por sus alumnas (¿y tal vez algo más?)) viene a ser una alegoría o una metáfora no sólo del despertar sexual de las jóvenes, encorsetadas en un doble sentido (el corpiño con el que tienen que cincelar sus cuerpos y el de haber nacido en una época donde las mujeres ocupan un lugar secundario en la sociedad de su tiempo) sino también porque tendrá que ser un agente externo (en este caso la montaña) la que logre liberarlas de todo tipo de ataduras físicas y morales con las que se pretendía castrar sus ansias de independencia.











    En esas breves escenas en las que interaccionan las alumnas, además de estar cargadas de un suave erotismo (nada más lejos de las lolitas de un David Hamilton), ya se nos habla de unos ideales románticos que resultan ser las antípodas de las lecciones que las mismas reciben en el rígido colegio Appleyard. Unas jóvenes educadas para ser una dóciles y comprensivas esposas en lugar de compañeras en igualdad de condiciones que sus esposos.



    - “Debes aprender a querer a otras personas aparte de mí, Sara. Dentro de un tiempo no estaré” -





    El diálogo entre Miranda y Sara aparte de ser premonitorio de lo que va a suceder en el citado picnic también nos muestra el lado más vulnerable de ambas, especialmente de Sara que parece un ser mucho más frágil.

    Mientras Miranda tiene una familia que la quiere en Queensland, Sara es huérfana (¿o no?) y alguien que parece depender emocionalmente de su más avezada amiga.

    Y si son Miranda y las otras dos chicas desaparecidas las que mueven la historia en el exterior, entre los muros de lo que más bien es una cárcel que una escuela, Sara será el personaje más importante y sobre el que tanto uno de las profesoras como especialmente la directora parecen descargar todas sus frustraciones, tanto sexuales como económicas (es terrible la escena en donde aparece atada a la pared para que deje de andar encorvada).



    La forma en que las tres chicas se internan en el interior de la montaña, quitándose los zapatos y las medias, parecen ser una especie de (auto)sacrificio que las jóvenes parecen aceptar con regocijo. Sólo la más torpe (¿la más fea o la más terrenal – su gordura como símbolo del anclaje de su cuerpo a lo material del mundo -?) será rechazada.

    - ¿Y tal vez la desaparición de la profesora de matemáticas será la forma en la que la montaña se niegue a ser categorizada por una ciencia que va en contra de su naturaleza? -



    - Esa toma cenital me vuelve a recordar , lo siento, al Sol saliendo por encima del Monolito en la película de Kubrick -



    El joven noble que las observa con admiración cuando cruzan el arroyo y que mantiene una relación de igual a igual con Albert será, tal vez por su noble corazón o por su alma pura quien se lleve la recompensa de recuperar de ese dios inmisericorde a una de las jóvenes. Aunque tal vez no la que él anhelaba.



    [Entre las escenas que se han recuperado estan aquellas en las que Michael corteja a Irma, una Irma que será virulentamente atacada por sus ex-compañeras (el rojo pasión - su transformación en mujer - y el blanco - símbolo de la "pureza" de las mismas)].



    Y es que Michael parece el representante de esa nueva juventud que ya llama a las puertas de una época victoriana en sus estertores y al que no le importa establecer una sólida amistad con sus “inferiores”.



    La muerte de Sara (ya sea un suicidio o provocada por la directora) no deja de ser el inevitable destino de una mujer (porque ya lo es) que ha perdido no sólo a su mejor y más íntima amiga sino que carece de medios materiales para costearse su mantenimiento.



    El aparente suicidio de la citada directora podría ser una venganza de Hanging Rock - “porque soy un dios celoso” - o simplemente la consecuencia de su incapacidad de hacer frente a la realidad (la pérdida de las alumnas y su alcoholismo).



    El adiós de Miranda:

    De nuevo será Miranda la que cierre la historia sonriendo y saludando a Mademoisille en una especie de bucle sin fin.



    Las imágenes al ralentí del picnic parecen haber detenido en el tiempo a esas jóvenes en el umbral de su madurez y que dormitan plácidamente a la sombra del riguroso sol australiano.

    ¿El fin de la inocencia o el principio de la madurez?

    -

    Temo no haberle hecho justicia a una película tan bella con este sencillo comentario. Pocas veces he tenido más dificultades para poner por escrito mis reflexiones que en este caso. Espero que sepáis perdonarme.

    -

    P.D. El actor que encarna al joven Michael es el niño protagonista de otra bellísima película de época, EL MENSAJERO (1971), del represaliado Joseph Losey.

    [Cazando gazapos:

    - en los títulos de crédito finales la hermosa Helen Morse aparece erróneamente como Mademoiselle de PoRtiers en lugar de PoItiers que sería lo correcto].

    Si es que uno no sabe en qué entretenerse…

    Dulces sueños.



    Última edición por Alcaudón; 18/08/2019 a las 20:10

  2. #2
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    Predeterminado Re: Peter Weir: revisando sus películas

    Cita Iniciado por Alcaudón Ver mensaje
    ...

    [Entre las escenas que se han recuperado estan aquellas en las que Michael corteja a Irma, una Irma que será virulentamente atacada por sus ex-compañeras (el rojo pasión - su transformación en mujer - y el blanco - símbolo de la "pureza" de las mismas)].



    ...
    ¿A qué escenas recuperadas haces referencia? Ya comenté, citando el libro de Zubiaur, que hubo un primer montaje distinto al que finalmente se consolidó a partir de 1998 y que es el que ahora podemos visionar. ¿Has tenido acceso a ambos montajes? Precisamente, la relación entre Irma y Michael quedan en la película muy reducidas en relación a la novela. De hecho, más que el cortejo de Michael a Irma hay una atracción de esta por aquel, puesto que Michael, en realidad, por quien sigue fascinado es por Miranda (como se subraya, quizá en exceso, con la figura del cisne), hasta el punto de planear un viaje a Queensland, que es la tierra de Miranda, ofreciéndole a Albert que le acompañe.

    Ciertamente, es un film que no se agota con nuestros modestos comentarios, podríamos seguir y seguir. Una cuestión a retener, porque volverá a aparecer en más films de Weir, es la tendencia a usar el ralentí (por ejemplo, en el movimiento de las chicas por Hanging Rock). En cambio, al final de la película, más que ralentí yo veo una sucesión de imágenes entrecortadas, como a pequeños saltos, que me recuerda lo que por esa época había utilizado Cronenberg en sus primeros films.
    Última edición por mad dog earle; 11/06/2019 a las 20:09

  3. #3
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    Predeterminado Re: Peter Weir: revisando sus películas

    La versión reconstruida (que Weir no da por buena) desarrolla más la relación entre Michael e Irma. Pero como bien dices él estaba más interesado en Miranda (que es el personaje central de la película).

    Es una pena que esas escenas añadidas sean de una calidad notablemente inferior (y además varía el AR) con lo cual además de no aportar gran cosa a la trama principal (por algo Weir las descartaría posteriormente) rompen la unidad estética lograda por él y el director de fotografía.

    Por lo que he leído la actriz Karen Robson (Irma) era quien en un principio iba a encarnar a la fascinante Miranda. Pero al parecer después de varias semanas de ensayos la cosa no funcionaba y se optó por Anne Lambert. Una elección totalmente acertada, desde mi punto de vista.

    Se me olvidó comentar las similitudes (por temática o estilo) con producciones (aparte de la mencionada 2001) como ¡SUSPENSE! (1961) de Jack Clayton, EL SEDUCTOR (1971) de Donald Siegel o LAS VÍRGENES SUICIDAS (1999) de Sofía Coppola.

    Y, por qué no, algunos de los títulos fantásticos del maestro Terence Fisher (el "mal" como elemento liberador de la reprimida sexualidad femenina).


  4. #4
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    Predeterminado Re: Peter Weir: revisando sus películas

    Cita Iniciado por Alcaudón Ver mensaje
    La versión reconstruida (que Weir no da por buena) desarrolla más la relación entre Michael e Irma. Pero como bien dices él estaba más interesado en Miranda (que es el personaje central de la película).

    Es una pena que esas escenas añadidas sean de una calidad notablemente inferior (y además varía el AR) con lo cual además de no aportar gran cosa a la trama principal (por algo Weir las descartaría posteriormente) rompen la unidad estética lograda por él y el director de fotografía.
    Pero, querido Alcaudón, ¿en qué edición has visto esa "versión reconstruida"? Supongo que te refieres a la versión inicial, la que luego Weir modificó en 1998. La que publico aquí FNAC-AVALON (y que es la que he visto en DVD) es la de 1998.

    Edito: porque leo que se suele hablar de un "director's cut" de 1998, que supongo que debería coincidir con esa edición de FNAC-AVALON, pero si no me confundo, en el libro de Zubiaur se comenta que ese montaje posterior al del estreno es de 1978 (sí, me confundo). Lo confirmo esta tarde.

    EDITO de nuevo: Mi mala vista me ha jugado una mala pasada. Lo que dice Zubiaur es que hay un remontaje de Weir de 1998, no de 1978. O sea, todo aclarado. En todo caso esto me hace pensar que cuando vi la película por primera vez en sala de cine, allá por el lejano 1979, tuve que ver el montaje primero, es decir, con todas esos añadidos. Pero la memoria ya no me da para tanto.
    Última edición por mad dog earle; 11/06/2019 a las 20:08

  5. #5
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    Predeterminado Re: Peter Weir: revisando sus películas

    El montaje original o más bien la película tal y cómo hoy la conocemos más el añadido de las escenas descartadas luego por Weir se puede conseguir...

    ... donde todos sabemos.

    De todas formas yo me quedo con el aprobado por el director dado que dichos fragmentos sólo afectan a la relación entre Michael e Irma y alguna escena más que ahora mismo no recuerdo.

    Además el estado de conservación es notablemente inferior e incluso hay un recorte en el OAR.

    Así que podéis dormir tranquilos.

    Última edición por Alcaudón; 11/06/2019 a las 17:49

  6. #6
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    Predeterminado Re: Peter Weir: revisando sus películas

    La última ola (The Last Wave, 1977)


    Picnic en Hanging Rock empezaba con la voz de Miranda recitando unos versos de Poe, algo modificados: “What we see and what we seem are but a dream, a dream within a dream”. Ese “sueño dentro de un sueño” podría ser una forma de interpretar La última ola, una nueva contribución de Weir al género fantástico, un film donde se impone lo sobrenatural, o al menos lo enigmático, lo misterioso, lo inexplicable.

    Con guion de Weir, junto a Tony Morphett y Petru Popescu, la película nos adentra en un territorio que linda con lo onírico, o que se adentra en él de pleno, ya desde el primer momento, cuando vemos a un aborigen australiano (luego sabremos que se le conoce como Charlie, un brujo o chamán) trabajando en unas pinturas rupestres, mientras aparecen los títulos de crédito.



    Todo lo que sigue durante bastantes minutos va dotando de densidad al film, sin llegar a aclarar aún qué vamos a ver. En un terreno semidesértico estalla una tempestad sin nubes, con una intensa granizada (con granizo del tamaño de un huevo) que parece cebarse especialmente en una escuela rural.



    Mientras, en la ciudad, Sidney, se vive bajo una intensa tormenta de lluvia (el agua va a ser un elemento esencial durante toda la película). David Burton (Richard Chamberlain), abogado, llega a su casa durante la tempestad y lo recibe en la puerta su hija Sophie (este momento, algo diferente, lo volveremos a vivir más adelante, pero en lo que se supone que ya es un sueño o una visión fuera de la realidad), para descubrir poco después que la bañera rebosa de agua, deslizándose escalera abajo y empapando la moqueta.

    Durante la noche, David ve o cree ver una figura humana fuera de la casa, bajo el aguacero.



    ¿Es un sueño, una pesadilla? Su padrastro, vicario, le comenta que solía tener extrañas pesadillas durante su infancia.

    Paralelamente, por la noche, un hombre sale huyendo de las profundidades de la ciudad, transportando unas extrañas piedras. Cinco aborígenes lo van a buscar a un bar (donde suena una música de resonancias celtas). El hombre huye, pero es atrapado en un descampado. Suena en la banda sonora una música extraña, unos sonidos guturales (la banda sonora vuelve a ser magnífico, uno de los elementos clave para conseguir la atmósfera necesaria que nos trasporta a ese mundo onírico, como también la excelente fotografía de Russell Boyd). Asimismo, vemos las imágenes al ralentí. Desde un coche, otro aborigen, de edad avanzada, parece amenazarlo con un hueso. El supuesto ladrón cae muerto.

    Los cinco aborígenes son detenidos y acusados de asesinato. Burton acabará defendiéndolos, lo cual le hará entrar en contacte con Chris (David Gulpilil, que aparecía también en un atractivo film de Nicolas Roeg, Walkabout), que es el hombre que se le aparece en sueños, y con el chamán, Charlie. En sueños, Chris le ofrece una piedra, que representa el espíritu del tiempo de los sueños (the dream time), un tiempo que para los aborígenes es más real que la realidad misma. Para ellos los sueños son una forma de conocimiento.



    La película se mueve a dos niveles. Por un lado, el juicio de los cinco acusados, y el dilema jurídico que se plantea: ¿son miembros de una tribu? ¿Hay una tribu en Sidney? Si la hubiera, los acusados deberían ser juzgados según la ley tribal. Burton defenderá que sí, pero perderá el caso.

    Pero junto a ese nivel de realidad, hay otro más profundo o en todo caso más fascinante, el de los sueños. Charlie identifica a David como un “mukuru”, un hombre de dónde sale el sol (nació en Sudamérica y parece tener antepasados que tuvieron contacto con los vestigios de la cultura andina, según vemos en una foto que parece impresionar a Charlie).



    Chris le advierte a David que Charlie es un búho (“an owl”, pájaro que se aparecerá en diferentes momentos del film), que tiene poder. David soñará con él con el cuerpo cubierto de pinturas. Ese contacto con Charlie y Chris provoca la histeria, completamente aterrorizada, de la mujer de David, que abandona la ciudad junto a las niñas (la esposa reconoce que siendo descendiente de cuatro generaciones de australianos nunca ha tenido contacto con aborígenes).

    Mientras, toda una serie de fenómenos “naturales” parecen presagiar que algo va a suceder: llueven ranas,



    cae una lluvia negra (oímos cómo alguien dice que es petróleo, una nueva referencia a la crisis de los 70, como en The Cars That Ate Paris). David, además, tiene una visión de la ciudad inundada, con cadáveres flotando por todas partes.



    Cuando vuelve a casa una noche, nuevamente vemos a Sophie recibiéndole en la puerta (¡pero la niña ya no está en la ciudad!), la casa se inunda y se hunde parte del techo, bajo la presencia de un búho. Pero ¿todo lo que estamos viendo es real, es un sueño, es un presagio?

    Chris lo conducirá a las profundidades de la ciudad, donde se ocultan las ruinas de una antigua civilización aborigen que entró en contacto hace siglos con los “mukurus” (lo cual otorga cierto aire lovecraftiano a la narración). Allí David se enfrentará con Charlie, al que parece matar, descubriendo además qué es lo que parece ser que le anuncian sus sueños y visiones: una gigantesca ola asolará la ciudad (¿un tsunami?).





    Vuelto a la superficie recorriendo las cloacas de la ciudad, David deambula por la playa donde ve o imagina esa ola gigantesca: ¿Se está cumpliendo la profecía?



    Weir lo vuelve a hacer, nos ha vuelto a trasladar a un mundo donde realidad y sueño se mezclan, donde nuestra dimensión de lo cotidiano y otra dimensión situada más allá o más acá de nuestro presente se entrecruzan. Los aborígenes tienen ese conocimiento; David, que como dice en un momento del film a preguntas de Charlie, no es un hombre, sino un “mukuru”, también, ¿pero de dónde procede?

    Se me hace difícil elegir entre Picnic en Hanging Rock y esta extraordinaria La última ola. A ver qué os parece a vosotros (sin que distorsione la valoración la presencia de Richard Chamberlain, ¿eh, Alcaudón?).

    Y la semana que viene, un film televisivo, El visitante, que, aunque parezca que se aleja de sus dos anteriores películas, creo que en el fondo mantiene cierto vínculo con ellas.
    Última edición por mad dog earle; 13/06/2019 a las 23:23

  7. #7
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    Predeterminado Re: Peter Weir: revisando sus películas

    Este fin de cae, la he empezado a ver, y tiene muy buena pinta, con un ritual ¿vudú?, por medio.Pintaza.
    “You can’t speak, you can’t move, but this opens you up to the influence and it breaks down your defenses. Trust me, all right? You’re going to love it.”

  8. #8
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    Predeterminado Re: Peter Weir: revisando sus películas

    Cita Iniciado por mad dog earle Ver mensaje
    La última ola (The Last Wave, 1975)


    Picnic en Hanging Rock empezaba con la voz de Miranda recitando unos versos de Poe, algo modificados: “What we see and what we seem are but a dream, a dream within a dream”. Ese “sueño dentro de un sueño” podría ser una forma de interpretar La última ola, una nueva contribución de Weir al género fantástico, un film donde se impone lo sobrenatural, o al menos lo enigmático, lo misterioso, lo inexplicable.

    Con guion de Weir, junto a Tony Morphett y Petru Popescu, la película nos adentra en un territorio que linda con lo onírico, o que se adentra en él de pleno, ya desde el primer momento, cuando vemos a un aborigen australiano (luego sabremos que se le conoce como Charlie, un brujo o chamán) trabajando en unas pinturas rupestres, mientras aparecen los títulos de crédito.



    Todo lo que sigue durante bastantes minutos va dotando de densidad al film, sin llegar a aclarar aún qué vamos a ver. En un terreno semidesértico estalla una tempestad sin nubes, con una intensa granizada (con granizo del tamaño de un huevo) que parece cebarse especialmente en una escuela rural.



    Mientras, en la ciudad, Sidney, se vive bajo una intensa tormenta de lluvia (el agua va a ser un elemento esencial durante toda la película). David Burton (Richard Chamberlain), abogado, llega a su casa durante la tempestad y lo recibe en la puerta su hija Sophie (este momento, algo diferente, lo volveremos a vivir más adelante, pero en lo que se supone que ya es un sueño o una visión fuera de la realidad), para descubrir poco después que la bañera rebosa de agua, deslizándose escalera abajo y empapando la moqueta.

    Durante la noche, David ve o cree ver una figura humana fuera de la casa, bajo el aguacero.



    ¿Es un sueño, una pesadilla? Su padrastro, vicario, le comenta que solía tener extrañas pesadillas durante su infancia.

    Paralelamente, por la noche, un hombre sale huyendo de las profundidades de la ciudad, transportando unas extrañas piedras. Cinco aborígenes lo van a buscar a un bar (donde suena una música de resonancias celtas). El hombre huye, pero es atrapado en un descampado. Suena en la banda sonora una música extraña, unos sonidos guturales (la banda sonora vuelve a ser magnífico, uno de los elementos clave para conseguir la atmósfera necesaria que nos trasporta a ese mundo onírico, como también la excelente fotografía de Russell Boyd). Asimismo, vemos las imágenes al ralentí. Desde un coche, otro aborigen, de edad avanzada, parece amenazarlo con un hueso. El supuesto ladrón cae muerto.

    Los cinco aborígenes son detenidos y acusados de asesinato. Burton acabará defendiéndolos, lo cual le hará entrar en contacte con Chris (David Gulpilil, que aparecía también en un atractivo film de Nicolas Roeg, Walkabout), que es el hombre que se le aparece en sueños, y con el chamán, Charlie. En sueños, Chris le ofrece una piedra, que representa el espíritu del tiempo de los sueños (the dream time), un tiempo que para los aborígenes es más real que la realidad misma. Para ellos los sueños son una forma de conocimiento.



    La película se mueve a dos niveles. Por un lado, el juicio de los cinco acusados, y el dilema jurídico que se plantea: ¿son miembros de una tribu? ¿Hay una tribu en Sidney? Si la hubiera, los acusados deberían ser juzgados según la ley tribal. Burton defenderá que sí, pero perderá el caso.

    Pero junto a ese nivel de realidad, hay otro más profundo o en todo caso más fascinante, el de los sueños. Charlie identifica a David como un “mukuru”, un hombre de dónde sale el sol (nació en Sudamérica y parece tener antepasados que tuvieron contacto con los vestigios de la cultura andina, según vemos en una foto que parece impresionar a Charlie).



    Chris le advierte a David que Charlie es un búho (“an owl”, pájaro que se aparecerá en diferentes momentos del film), que tiene poder. David soñará con él con el cuerpo cubierto de pinturas. Ese contacto con Charlie y Chris provoca la histeria, completamente aterrorizada, de la mujer de David, que abandona la ciudad junto a las niñas (la esposa reconoce que siendo descendiente de cuatro generaciones de australianos nunca ha tenido contacto con aborígenes).

    Mientras, toda una serie de fenómenos “naturales” parecen presagiar que algo va a suceder: llueven ranas,



    cae una lluvia negra (oímos cómo alguien dice que es petróleo, una nueva referencia a la crisis de los 70, como en The Cars That Ate Paris). David, además, tiene una visión de la ciudad inundada, con cadáveres flotando por todas partes.



    Cuando vuelve a casa una noche, nuevamente vemos a Sophie recibiéndole en la puerta (¡pero la niña ya no está en la ciudad!), la casa se inunda y se hunde parte del techo, bajo la presencia de un búho. Pero ¿todo lo que estamos viendo es real, es un sueño, es un presagio?

    Chris lo conducirá a las profundidades de la ciudad, donde se ocultan las ruinas de una antigua civilización aborigen que entró en contacto hace siglos con los “mukurus” (lo cual otorga cierto aire lovecraftiano a la narración). Allí David se enfrentará con Charlie, al que parece matar, descubriendo además qué es lo que parece ser que le anuncian sus sueños y visiones: una gigantesca ola asolará la ciudad (¿un tsunami?).





    Vuelto a la superficie recorriendo las cloacas de la ciudad, David deambula por la playa donde ve o imagina esa ola gigantesca: ¿Se está cumpliendo la profecía?



    Weir lo vuelve a hacer, nos ha vuelto a trasladar a un mundo donde realidad y sueño se mezclan, donde nuestra dimensión de lo cotidiano y otra dimensión situada más allá o más acá de nuestro presente se entrecruzan. Los aborígenes tienen ese conocimiento; David, que como dice en un momento del film a preguntas de Charlie, no es un hombre, sino un “mukuru”, también, ¿pero de dónde procede?

    Se me hace difícil elegir entre Picnic en Hanging Rock y esta extraordinaria La última ola. A ver qué os parece a vosotros (sin que distorsione la valoración la presencia de Richard Chamberlain, ¿eh, Alcaudón?).

    Y la semana que viene, un film televisivo, El visitante, que, aunque parezca que se aleja de sus dos anteriores películas, creo que en el fondo mantiene cierto vínculo con ellas.
    Ya sabéis que no leo vuestros comentarios para que no me condicionen mi visionado.

    Por cierto, ¿no se estrenó la película en 1977?

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