Tema: Sir Alfred Hitchcock: revisando sus películas

[Poniéndome al día. Como el comentario está redactado antes del de Alcaudón, habrá redundancias, pero lo dejo tal cual, porque se me ha acumulado el trabajo]

Juego sucio (The Skin Game, 1931)


Oigamos a Hitchcock: “no era un asunto que yo hubiera escogido y no hay nada que decir de ello”. Después de una descalificación tan rotunda por parte del director, poca cosa parece que quede por decir. Se trata de la adaptación de una obra teatral de John Galsworthy (el autor de la célebre “Saga de los Forsyte”), estrenada con éxito en 1920 y llevaba ya al cine en 1921: The Skin Game, dirigida por B.E. Doxat-Pratt (director completamente desconocido para mí), del reparto de la cual se recuperan para la versión de Hitchcock dos de los actores principales: Edmund Gween (que repetirá en más de una ocasión con el director) como Mr. Hornblower, y Helen Haye (a la que volveremos a ver en 39 escalones), como Mrs. Hillcrist.

La importancia, el peso, de la obra teatral en la película queda evidenciada ya en los mismos títulos de crédito, cuando se anuncia con el mismo tamaño de letras que el destinado al director (y adaptador) que se trata de:



A pesar de que el film se inicia con unas bucólicas imágenes de la campiña inglesa, como si de The Farmer’s Wife se tratara, pronto la acción se va a concentrar en una serie de cuadros escénicos, que apenas disimulan su origen teatral.



Aunque Hitchcock se muestra algo más imaginativo que en Juno and the Paycok, en especial en un par de secuencias, la película se estructura en planos mayormente fijos con dos o tres personajes declamando sus diálogos. Hay que celebrar, en todo caso, que los actores principales están, en general, bien, en especial Gween, Haye (encarnando un personaje que por momentos se asemeja a Lady Macbeth), C.V.France (como Mr. Hillcrist) o nuestro viejo conocido Edward Chapman, como el agente de los Hillcrist, Dawker, un tipo sin escrúpulos, taimado y manipulador, que se acerca a la figura de un Yago. No se puede decir lo mismo de los actores jóvenes, mucho menos acertados, como es el caso de Jill Hillcrist o Rolf Hornblower (la pareja de enamorados enfrentados a causa de sus familias, o sea, siguiendo con los símiles shakespearianos, unos nuevos Romeo y Julieta, pero sin llevar su amor hasta lo trágico), o la nuera de Hornblower, Chloe (una bella aunque limitada actriz, Phyllis Konstam), que aporta una fragilidad apropiada al personaje.



Ese juego sucio del título en castellano (“skin game”) se ajusta perfectamente a la acción argumental. Se enfrentan dos familias: los Hillcrist, de alta cuna, dedicados a vivir de sus rentas sin mayores ambiciones capitalistas, como se supone que han hecho durante generaciones, una especie de aristocracia un tanto apolillada; y Hornblower, empresario de los nuevos tiempos, que basa su éxito en el dinero, y que pretende construir una fábrica y llenar esos bellos campos de obreros, para lo cual disputará la compra de la finca llamada The Century a los Hillcrist. Mr. Hillcrist se horroriza de pensar en qué se va a convertir el paisaje que tiene a diario ante sus ojos:





Los Hillcrist y Hornblower se enfrentan abiertamente y se declaran dispuestos a “jugar sucio”, en especial Mrs. Hillcrist, con la colaboración de Dawker. El momento culminante será la subasta de The Century, con la puja que elevará el precio de compra a un valor astronómico (se empieza con 2.000 libras y se acaba con 9.500). En esta secuencia Hitchcock recurre a algunos planos imaginativos, como la manera que tiene de encuadrar a los asistentes a base de movimientos de la cámara en un mismo plano (previamente, ha abierto la secuencia con un travelling por la calle que nos lleva hasta el local de subastas).




Finalmente, vence Hornblower recurriendo a una triquiñuela: hacer que un agente que creen que representa a otro personaje aristocrático, el duque, puje por él, lo que lleva a Hillcrist a retirarse de la competición.

Durante la subasta ha ocurrido algo que no pasa desapercibido a los Hillcrist (de hecho, es algo preparado por Dawker y Mrs. Hillcrist): la aparición de un forastero provoca que Chloe Hornblower pierda el control y se le desencaje el rostro (Hitchcock juega con el rostro sobreimpresionado del visitante, que se acerca a Chloe entre la multitud y un primerísimo plano de la joven, uno de los más bellos planos del film).





El secreto que atemoriza a Chloe va a ser la baza que juegue Mrs. Hillcrist para derrotar a Hornblower. Chloe tiene un pasado oscuro: hija de un empresario arruinado, se prestó a servir de excusa femenina en diversos procesos de divorcio. Tanto tensarán la cuerda los Hillcrest, que incluso el marido de Chloe, Charlie Hornblower, se enterará del caso y repudiará a su mujer, que está embarazada. La desdichada, que asiste al rechazo de su esposo escondida tras unos cortinajes, se arrojará a un estanque, suicidándose (¿o no? ¿Aún vive? Según alguna sinopsis de la obra, sí). Espléndido el plano en que la sacan del agua mientras de fondo vemos la pelea en sombras entre Hornblower y Dawker.




Como cierre vemos a Jill y Rolf darse la mano, como si se anunciará la resolución del conflicto entre las dos familias, pero el último plano, un árbol derribado se supone que para poder construir las casas para los obreros, deja las cosas donde estaban. Triste y ambiguo final.




Una más de las mediocres incursiones de Hitchcock en el melodrama teatral, más madura en el uso del sonido (aunque haya varios momentos en que desaparece, en que los actores mueven los labios sin emitir palabra alguna) y algo más imaginativa que Juno and the Paycock, pero aun así insatisfactoria.

Iniciado por Alcaudón

Uno de mis cantantes favoritos de los '70.

Buen gusto que habla a tu favor. Cat Stevens, antes de convertirse al Islam, escribió e interpretó un puñado de temas bellísimos que no han perdido actualidad. Varios de ellos, por cierto, incorporados a la banda sonora de un film singular: Harold y Maude, protagonizada por la estupenda Ruth Gordon, entre los cuales este delicado "Don't Be Shy".

Hablando del trabajo acumulado yo tengo todavía un par de películas de Weir pendientes. Aprovecharé que desde el martes volveré a estar "solo" para vérmelas junto a la siguiente de Hitchcock, esa de los valses...

Y luego ya empezamos ¡por fin! por las mejores películas de su etapa británica.

A ver si ahora se anima más gente a hacer sus aportaciones.

Por cierto, hablando de esa banda sonora de Harold and Maude, en principio iba a encargarse de ella Elton John. Pero este andaba ocupado (en 1972 graba dos magníficos álbumes, Honky Cháteau y Don´t shoot me i´m only the piano player) y él mismo sugirió el nombre de Cat Stevens.

Iniciado por Alcaudón

Hablando del trabajo acumulado yo tengo todavía un par de películas de Weir pendientes. Aprovecharé que desde el martes volveré a estar "solo" para vérmelas junto a la siguiente de Hitchcock, esa de los valses...

Y luego ya empezamos ¡por fin! por las mejores películas de su etapa británica.

A ver si ahora se anima más gente a hacer sus aportaciones.

Si puedo, comentaré algo de "Valses de Viena", de la que no recuerdo casi nada, y eso es mala señal...

Yo ya he dicho en repetidas ocasiones que de todas las películas reseñadas hasta ahora sólo había visto EL ENEMIGO DE LAS RUBIAS.

Por cierto comentar que me he dado cuenta que a mi la atemporalidad de las reseñas no me gusta, yo prefiero que los tres reseñadores oficiales vayan al mismo ritmo, es mucho más disfrutable y da más juego para el debate, del modo en que lo estamos haciendo da la sensación de obligación antes del disfrute por hacerlo. Ahí dejo mi queja al jefe .

Seré muy breve, ya que esta edición es una basura, de lo peor que he visto, y mira que con el ciclo Hitchcock hay mierdiciones de sobra, que ganas que llegue la etapa del bluray!!!!! Está claro que es un VHSrip y el sonido es de lo más lamentable de la edición, que sorprendentemente si lleva subtítulos en castellano, se gastaron toda la edición con esto. Aparte de la ínfima calidad de imagen (se puede ver un tracking para corregir la imagen), lamentable sonido, hay también espacio para el gore, infinidad de planos donde el actor más alto es degollado.

Delante este espectáculo dantesco, he de decir que no he disfrutado nada del film, y que, evidentemente mi valoración está sujeta, yo diría al 90%, a dichos acontecimientos.

Lo que si uno puede ver (que no disfrutar) es que a Hitchcock le va este rollo, el de la intriga, detrás de la cámara se le ve mucho más activo y virguero en cuanto a recursos cinematográficos usados. Hay mucho entusiasmo en Hitchcock, eso se ve, pero debido a su corta duración, casi que sería más un capítulo de su serie que un film, los personajes están poco desarrollados, y a veces me parece algo confuso, sobretodo cuando aparecen más personajes en su parte central, es casi un "quien es quien". Con la limitación de la duración, la cantidad de personajes y el trazo gordo en su desarrollo, se me hace muy difícil empatizar y entrar de lleno en la historia, por mucho thriller y suspense que haya y que está claro que el director domina a la perfección. No se muy bien si se trataría de una peli coral, a más bien una peli coral circunstancial, pero un recorte de personajes hubiera funcionado mucho mejor.

El film funciona, más o menos, en interiores, tirando para un estilo más teatral, cuando nos vamos a las maquetas, digo a los exteriores, la cosa baja lo suyo, las escenas del tren dejan mucho que desear sobretodo en sus planos generales que están muy cerca del estilo Ed Wood, me cuesta entender que en la postproducción Hitchcock diera el visto bueno a las escenas de scalextric.

Se me es muy difícil valorarla, es más no se si me ha gustado o no, lo que si está claro es que no he disfrutado nada de su visionado. Ahora "Valses de Viena", cuya sinopsis es para temblar, por lo menos la edición parece algo mejor, pero solo algo mejor ya que edita resen, vamos a ver, desde hoy me pongo a rezar.

Iniciado por Alex Fletcher

Por cierto comentar que me he dado cuenta que a mi la atemporalidad de las reseñas no me gusta, yo prefiero que los tres reseñadores oficiales vayan al mismo ritmo, es mucho más disfrutable y da más juego para el debate, del modo en que lo estamos haciendo da la sensación de obligación antes del disfrute por hacerlo. Ahí dejo mi queja al jefe .

No acabo de entender tu comentario, amigo Fletcher.

Si te refieres a que sincronicemos nuestras reseñas hasta ahora no ha habido problema. Lo que pasa es que en época de vacaciones la cosa se complica. Yo aquí no tengo tanta urgencia como mad dog earle en su rincón de Peter Weir donde llevo varias películas de retraso.

Si, eso quiero decir, cada semana las tres reseñas, y si hay vacaciones parar el hilo hasta que se incorpore el sujeto X. Es una cosa que me he dado cuenta sobre la marcha, y evidentemente es una apreciación personal, yo soy partidario de la espera, antes del acumular reseñas y soltar 2-3 de una tacada, lo digo sobretodo para futuras vacaciones. Yo no he tenido problemas para seguir el ritmo, lo que si he notado que se pierde algo de magia en cuanto a discutir sobre los films comentados....repito es una sensación, no son hechos empíricos

Por mí no hay problema ya que tampoco me gusta retrasarme en las reseñas pero es muy difícil que varias personas podamos sincronizar nuestros ritmos vitales.

Como juez de la competición, y en este litigio interpuesto por Alex contra los demás reseñadores oficiales, dictamino que no habrá, de ahora en adelante, partidos los viernes ni los lunes.

Amigo tomaszapa, seamos serios por una vez.

Creo que este cierto descontrol viene motivado por las vacaciones. De todas formas, el criterio ya quedó marcado desde el principio: Alcaudón marca la pauta, y los demás seguimos a rueda. Así ha sido hasta ahora. El único problema, y ha sido un problema mío, es que como consecuencia de mi viaje (a la Toscana, por cierto ) me he retrasado. De todas formas, ya avanzo que hoy mismo he revisado Rich and Strange y Number Seventeen. Con un poco de suerte, mañana publico los comentarios y estaremos a la par (bueno, tomaszapa lleva un poco de retraso ). A ver si os animáis a comentar algo alguno de los que nos seguís.

Yo, estos días (más bien, noches) he aprovechado para poner pelis que tenía desde hace tiempo o de la últimas, que siempre va uno retrasando. Pero puedo prometer y prometo que en cuanto salgan las que tengo, empiezo a opinar, como hago siempre, pero esta vez, con fundamento

Pues entonces y sin ninguna objeción por mi parte esperaré a vuestros comentarios para así estar a la par y que no haya un desfase en los mismos.

Por tanto cuando los hayáis puesto insertaré mi crónica sobre la gran obra maestra de la etapa británica, la incomprendida VALSES DE VIENA...

Lo mejor es lo malo conocido (Rich and Strange, 1932)



No me alargaré porque ya se ha comentado lo esencial. Creo que la clave del film nos la da, una vez más, el propio director en su entrevista con Truffaut: “había muchas ideas ahí”. Ciertamente, es un film con muchas ideas a las que les falta un guion sólido que sepa hilvanarlas de manera convincente, demérito que cabe atribuir al propio Hitchcock, que aparece como adaptador, y a Alma Reville y Val Valentine, como responsables del guion (“scenario”). Incluso de la entrevista con Truffaut se deduce, si la memoria de Hitchcock no falla, que la versión que conocemos no es la original, ya que se refiere a una interesante secuencia en una piscina (de marcado simbolismo erótico) inexistente en la copia de DVD (e incluso en las versiones visionadas por el director galo, según comenta él mismo).

Además, la copia accesible mezcla fragmentos de calidad muy diferente, como si se hubiera montado una copia a base de copias de distinto origen y conservación. Ese efecto visual se traslada miméticamente a la narración: también en este aspecto la película parece construida como un conjunto de viñetas, de sketches, a menudo sin ilación.

Así, un arranque magnífico, casi de cine mudo, nos presenta al protagonista, un gris, aburrido y torpe oficinista, Fred Hill (interpretado con poca gracia por Henry Kendall). El típico “hombre de la calle” que fantasea con una vida de aventuras (quizá como el propio Hitchcock). En ese inicio hay momentos de humor muy logrados, no solo el de los paraguas, sino también el de la pluma del sombrero de la señora del metro, que acaba accidentalmente en manos de Fred.



En su casa, en una zona suburbial, le espera Emily, su mujer (una bella Joan Barry, desfavorecida por una voz poco agraciada), a la que vemos cosiendo en el comedor, junto a un premonitorio gato negro:



Un giro de guion un tanto forzado (la herencia avanzada de un tío, que prefiere dar el dinero en vida) les facilita lanzarse a la aventura. El recorrido pasa por cruzar el Canal de la Mancha (Fred se marea), visitar París, en especial el Folies Bèrgere y Marsella, donde se embarcan rumbo al Lejano Oriente, con etapas en Egipto, Ceilán y Singapur. Hay una cierta vocación de folleto turístico en esta fase del film, con imágenes de indudable origen documental, en especial cuando se retrata la alegre noche parisina (mostrando, una vez más, el gusto de Hitchcock por los escenarios):





En el crucero, como ya se ha dicho, la película juega, sin demasiada fortuna, con el adulterio: Fred, un auténtico pazguato, se deja engatusar por una supuesta princesa (Betty Amann),



mientras Emily cae rendida al encanto del comandante Gordon, un tipo con muchísima más presencia y clase que su marido (muy bien interpretado por Percy Marmont, al que volveremos a ver en un par de films más de Hitchcock).



Entre el pasaje destaca una inoportuna y cargante viajera, que se supone que potencia el elemento cómico, como Una O’Connor en los films de Whale (o del propio Hitch, en Murder!, sin ir más lejos): Elsie Randolph, aunque al igual que en el caso de la O’Connor, sin demasiada gracia, al menos para mí.



Al final del viaje, en Singapur, la pareja se mantiene unida, pero con heridas de consideración: Fred descubre que ha sido engañado por la princesa, una vulgar gold digger, mientras que Emily sacrifica un futuro que parece más atractivo que con su marido al rechazar el ofrecimiento de Gordon: no hay duda de quién se ha sacrificado más en esa forzada reconciliación.

En el último tramo Hitchcock nos ofrece algunos de los momentos más singulares: el naufragio, que parece va a ser la tumba de los Hill; la tripulación del barco chino donde se refugian; la muerte de uno de los chinos, contemplada fría y cruelmente por sus colegas (un plano escalofriante que choca con el tono más bien ligero del film); el episodio del gato; el parto de una de las pasajeras y esa especie de bautizo a que se somete al bebé, etc.







Un final un tanto forzado, devuelve la pareja a su vida rutinaria, con el añadido previsible de una futura paternidad. Otro Fred o Emily llegará al mundo… para desear cambiar sus circunstancias.

A mí me parece un film atractivo en su planteamiento, muy hitchcockiano (una pareja vulgar enfrentada a una aventura que los saca de su rutina), pero realizado con cierta torpeza y con el gran hándicap de contar con una pareja protagonista poco inspirada (aunque el director defiende a sus actores ante Truffaut). ¡Lo que hubiera podido resultar, por ejemplo, con un Cary Grant y una Carole Lombard o Claudette Colbert! El interés del director en reflejar su propia experiencia en la pantalla queda evidenciado en la entrevista con Truffaut: “¡Éramos dos inocentes en el extranjero!”, los Hitchcock como los Hill.

Un par de aspectos a comentar sobre la película:

1. Coincido plenamente contigo en que Joan Barry es muy bella pero que su voz no me gusta nada. De hecho y como ya dije en el comentario de LA MUCHACHA DE LONDRES no entiendo que se doblara "en vivo y en directo" a Anny Ondra cuando como se puede apreciar en el pequeño extra que acompaña a la edición británica en DVD su voz es mucho más atractiva. Imagino que el problema no era tanto la dicción como la fluidez de palabra.

2. Lo de los gatos negros empieza a ser una costumbre en los últimos títulos del maestro aunque sólo en este caso tienen una carácter tan macabro.

3. La luna de miel de Hitchcock y Alma únicamente se circunscribió al continente. Sería más tarde y ya con su hija nacida que el matrimonio haría un viaje más parecido al de los protagonistas de la cinta.

4. Lo que asombra es que en aquellos tiempos (no estamos hablando de las películas Pre-Code de Hollywood) se permitiera una historia donde ambos conyuges cometen adulterio y no reciben castigo al final. Aunque Hitchcock acaba la película de una forma un tanto sibilina...

Número diecisiete (Number Seventeen, 1932)



En esta ocasión Hitchcock es demasiado duro con la película: “un desastre”. Al parecer no respondía a sus intereses, a diferencia de la fallida Rich and Strange: el argumento “había sido comprado por el estudio y me pidieron que lo dirigiera”. El guion, firmado por Hitchcock, Alma Reville y Rodney Ackland, parte una vez más de una obra de teatro, algo, por cierto, difícil de entender vista la segunda parte del film.

Number Seventeen parece mezclar dos películas en una. Una primera parte, como ya apuntó Alcaudón, que juega con los tópicos de los caserones abandonados, las casas encantadas, los tesoros escondidos, y una colección de personajes de dudosa identificación. Hasta ocho personajes se llegan a reunir en ese número 17 del título, desde la vecina y su padre (al que creeremos muerto durante los primeros minutos), a un vagabundo un tanto grotesco (Ben, Leon M.Lion), pasando por un misterioso individuo que es quien nos introduce al inicio en el edificio (y que acabará resultando ser el detective Barton, John Stuart), así como tres hombres (uno de ellos nuestro viejo conocido Donald Calthrop) y una mujer (Nora, Anne Grey), todos ellos movidos por el interés de hacerse con un collar de diamantes (como si fuera el halcón maltés del film de Huston).

Ciertamente, el collar no deja de ser un McGuffin, una excusa para que la acción se mueva, con notable sinsentido, con personajes que aparecen y desaparecen sin ton ni son, y situaciones y diálogos algo ridículos (o cómicos, recuerdo haberla visto en el cine y la platea se carcajeaba en muchos momentos).

Este primer segmento bebe de las influencias innegables del expresionismo, a base de sombras. Empieza brillantemente con un travelling de aproximación al edificio, siguiendo el vuelo de unas hojas de árbol.



Luego la cámara entra en el vestíbulo, siguiendo los pasos de Barton (que aún no conocemos con ese nombre).




La presencia de un supuesto muerto le otorga al film ese tono creepy típico de este género. Barton encontrará en el interior a un tipo de aspecto grotesco, Ben, personaje que aporta los detalles cómicos, y que a mi modo de ver perjudica el resultado final.



El desfilar incesante de personajes, la confusión sobre sus identidades, la desaparición del supuesto cadáver (que llevaba una pistola y unas esposas), la caída de su hija “como llovida del cielo”, etc., dificultan la comprensión de lo que está pasando, pero en el fondo poco importa.




El segmento más interesante a mi modo de ver es la segunda parte, cuando los personajes se lanzan a una frenética persecución que acabará con un espectacular accidente de tren al entrar a toda velocidad en un ferri, hundiéndose (algo digno del cine de catástrofes de los 70, aunque con maquetas sencillas pero resultonas).



Esa parte destaca por un brillante trabajo de montaje (lo firma A.C.Hammond). A base de numerosos planos cortos consigue un ritmo vertiginoso. Por momentos uno tiene la impresión que podría haber sido un brillante ejercicio de estilo, si la producción hubiera tenido algo más de empaque. Con todo, Hitchcock consigue mantener el suspense durante la persecución y mantener al espectador capturado por el trepidante desenlace (si se ve una copia mínimamente decente, claro, no ese churro que ha comentado Alex). El detective “secuestra” un autocar con el que persigue el tren donde viajan los facinerosos y se supone que el collar.



Mientras, dentro del tren, el resto de personajes se pelean y el collar pasa de mano en mano. Hay carreras por entre los vagones, y dos de los delincuentes consiguen llegar a la locomotora, donde debido a su acción, que deja fuera de juego a los maquinistas, deberán intentar controlar la máquina desenfrenada, sin éxito.




La escena final, reunidos los personajes que han sido salvados de las aguas, se decanta por lo cómico y romántico, de una manera un tanto absurda, tan extraña y casi marciana como lo ha sido en buena medida toda la película. A pesar de sus notables limitaciones, se intuye que Hitchcock se tuvo que divertir rodando el film, aunque los resultados probablemente quedaron lejos de lo que hubiera deseado. Como muestra un detalle representativo del humor negro del director. En plena persecución desenfrenada del autocar al tren se nos muestra un cartel en la carretera:



En definitiva, un film curioso, extraño, peculiar, imperfecto pero simpático, al que vale la pena darle una oportunidad… en buenas condiciones, por supuesto (¿eh, Alex?).

Iniciado por Alcaudón

4. Lo que asombra es que en aquellos tiempos (no estamos hablando de las películas Pre-Code de Hollywood) se permitiera una historia donde ambos conyuges cometen adulterio y no reciben castigo al final. Aunque Hitchcock acaba la película de una forma un tanto sibilina...

Refiriéndose a unos planos desaparecidos (¿o no existieron nunca?), en que un hombre (¿Fred?) debía pasar por entre las piernas de una mujer (¿Emily? ¿La princesa?) mientras se bañan en una piscina, atrapando la chica la cabeza del hombre con las piernas, de la boca del cual salen burbujas, Hitchcock le comenta a Truffaut: "creo que ahora ya no se podría mostrar esto a causa de la censura". Siempre tan malicioso, el jesuítico Hitchcock.

Iniciado por mad dog earle

Refiriéndose a unos planos desaparecidos (¿o no existieron nunca?), en que un hombre (¿Fred?) debía pasar por entre las piernas de una mujer (¿Emily? ¿La princesa?) mientras se bañan en una piscina, atrapando la chica la cabeza del hombre con las piernas, de la boca del cual salen burbujas, Hitchcock le comenta a Truffaut: "creo que ahora ya no se podría mostrar esto a causa de la censura". Siempre tan malicioso, el jesuítico Hitchcock.

Se confirma una vez más que las mentes más calenturientas en lo que a imaginación y el sexo se refiere, son las que les inculcaron una estricta idea de la religión desde su infancia.

Por cierto, acabo de descubrir en el baúl de los recuerdos la edición de Círculo de Lectores (1970) de TOPAZ (1967) de Leon Uris que daba por perdida.

Una buena ocasión para hacer una comparativa entre la novela y la película homónima aunque todavía nos queda mucha tela por cortar.





P.D. También me he acordado que tengo la novela EL AGENTE SECRETO (1907) de Joseph Conrad y que Hithcock utilizó para la película homónima de 1936.

Aunque en este caso dudo que me de tiempo a leerla antes de comentarla en el foro habiendo sólo tres películas entremedias y siendo yo un lector que con los años me he vuelto absurdamente lento.

¿Dará tiempo a que salga Alarma en el expreso en bluray por reel one, antes de comentarla?

Ojalá.

Me sumo al ajonjolí, digo al ojalá Pero no se yo, dado el cuentagotas de esas ediciones de Reel One y que ya hay alguna que otra anunciada.