Es muy terrorífica, pero a la vez muy pasional, muy romántica... A mí es una BSO que me encanta, a pesar de su relativa sencillez (el tema de Drácula, hipnótico y exaltado, suena continuamente con diversas variaciones e instrumentaciones...) A mí me encanta el poderoso score de Kilar, y me resultan interesantes los de Bernard para la Hammer, pero si me he de quedar con una banda sonora de un Drácula, creo que sería con esta.
Y fíjate en la escena en que Lucy está bailando un tango con su novio en el salón. Todo parece soso, desvaído: la música del fonógrafo, los gestos pulcros y desapasionados que hacen...Y es un tango, ojo, un baile sensual y erótico. Entra Drácula en el salón, con una música que me evoca...¡al Darth Vader de Star Wars! Alguien dice "el conde Drácula", y todos se vuelven a mirarle, pero la entrada de Langella (¡qué bien anda este hombre!) es casual, urbana, elegante...No es el príncipe de las tinieblas que come carbones y echa fuego por los ojos. Acabada la cena (con unos diálogos deliciosos por en medio, en que Drácula establece que no le gustan las mujeres "sin vida ni sangre" -algo que se presta a varias lecturas-, y una Lucy que, como la Bella de Cocteau, manifiesta que "le gusta que la asusten"), Drácula y Lucy bailan un vals. No hay más que comparar el baile tan soseras que la chica baila con su novio formal con el que tiene con Drácula para darse cuenta de que la relación que va a tener con él, va a ser bien distinta. Es un vals, ojo, un baile serio, formal y disciplinado. Pero la música adquiere sonidos apoteósicos que llenan la sala; Drácula apenas llega a tocar a la chica, pero sus roces son lentos y sensuales. Y la escena entera acaba en una exaltación de la embriaguez de vivir y del goce de los sentidos... Y cuidado, que mientras bailan, el novio de la chica no para de mirar y poco a poco se va poniendo que le llevan los demonios...
Lucy ha encontrado al hombre de su vida. No al sieso de Jonathan, con su coche, su cartera de abogado, su amor al trabajo y los estudios, su vida ordinaria de casados eduardianos y sus prejuicios. Sino alguien extraordinario que supone la posibilidad de abandonar un mundo vulgar y aburrido y entregarse al éxtasis, a la libertad. "Me gusta la noche", dice ella en otro momento. "Es simple, se hizo para gozar". "Tan traicionera", contesta Drácula, que como el vampiro lugosiano, conoce en qué clase de solitaria agonía se puede transformar la eternidad del no-muerto.
Para mí, de las mejores revisiones del mito draculiano.
Perdón por el off-topic.