Lawrence de Arabia logra la hazaña de convertir una historia seria y adulta en un espectáculo grandioso y exquisito sin perder la esencia de lo narrado. Lo tiene todo, y todo es bueno. El milagro corre a cargo de un equipo de primerísimo nivel dirigido por un cineasta en estado de gracia, tan perfeccionista y megalómano como el propio Lawrence. Un monumento al cine, sin duda merecedor de figurar en cualquier selección de las mejores películas de la historia.