Eso es trampa :cuniao Alguna vez he leído que te consideras ateo :cuniao como yo :cigarro
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1. Lo de Pink Floyd es cierto. Creo que era uno de los temas del LP WISH YOU WERE HERE (1975).
2. Es cierto. Siendo científico de formación me considero agnóstico/ateo.
:)
:agradable
¿Mejor si lo pongo en el hilo de Películas vistas? Yo las vi en TV en la época de Pilar Miró como regidora de TVE
Me ha venido a la mente todo aquel lío de la ropa que compraba para ella y cargaba al presupuesto de RTVE. La que se lió...:fiu Pero lo que hemos descubierto años después de políticos, dirigentes, etc...hasta el emérito...Ciencia ficción o fantástico. Películas de género. :cuniao
Gracias por la info de la actriz que sale tan brevemente Alcaudón...no os puedo leer con la concentración que merece.PINK FLOYD moolaaa :cortina
Pero no en una película de piratas de 1942... :descolocao
Y esta noche, sin falta (virus mediante), entregaré mi comentario sobre PÁNICO EN LAS CALLES y así enseguida ponerme ya con el visionado de UN TRANVÍA LLAMADO DESEO.
¿O era ¡VIVA ZAPATA!?
:cortina
Por cierto, amigo tomaszapa, ¿el nombre de la productora de Pedro (¡PEDRO!) Almodóvar, El Deseo S.A., tiene algo que ver con la obra de Williams (o la película de Kazan)?
https://www.eldeseo.es/
:cafe
Toca Un tranvía llamado deseo, que es de 1951. En cuanto a El Deseo, hubiera quedado bonito que ese fuera el origen, pero la realidad es diferente. Tras rodar Matador, Pedro está enfrascado en otro guión, el de su siguiente película. Por entonces, era 1985, el Ministerio de Cultura promueve con la aprobación en las Cortes de la llamada "Ley Miró" (precisamente de Pilar Miró comentaba yo un chascarrillo en este hilo), un sistema de ayudas para productores de cine español.
Pedro y Agustín, que hasta entonces, habían pasado por muchas vicisitudes para encontrar financiación en sus películas, deciden fundar una productora, para poder beneficiarse de esas subvenciones.
Como la película en la que estaba inmerso era La ley del deseo, llamaron así a la productora.
A ver si hoy me da tiempo a completar el comentario de la película que voy un poco retrasado pero...
Por cierto, una compañera del grupo de tarde (o sea, el mío) ha dado positivo, por lo cual creo que mañana nos harán a todos una PCR aunque en principio seguiremos trabajando como si nada...
En casa del herrero...
:digno
06. PANIC IN THE STREETS (1950, PÁNICO EN LAS CALLES)
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Director: Elia Kazan.
Producción y distribución: Twentieth Century-Fox Film Corp.
Productor: Sol C. Siegel.
Guion: Richard Murphy, a partir de la adaptación de Daniel Fuchs de una historia de Edna y Edward Anhalt. [Basada, a su vez, en el cuento “Some Like ‘Em Cold!” de Edward Anhalt, publicado bajo el pseudónimo Andrew Holt en el número de febrero de 1949 de la revista Dime Detective Magazine].
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Dirección artística: Lyle Wheeler y Maurice Ransford.
Decorados: Thomas Little y Fred J. Rode.
Fotografía: Joe MacDonald (en 1.37:1).
Música: Alfred Newman.
Montaje: Harmon Jones.
Reparto: Richard Widmark (Clinton Reed), Paul Douglas (Tom Warren), Barbara Bel Geddes (Nancy Reed), Walter Jack Palance (Blackie), Zero Mostel (Raymond Fitch), Dan Riss (Neff), Tommy Cook (Vince Poldi) + Elia Kazan
Duración: 1 h 36 m 13 s.
Rodaje: desde el 19 de diciembre de 1949 hasta el 9 de febrero de 1950.
Estreno: 15 de septiembre de 1950, con preestreno en Boston, Massachusetts, el 1 de julio.
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No deja de ser paradójico el hecho de que a pesar de ser la mejor película de su director hasta la fecha, PÁNICO EN LAS CALLES tuviese unos rendimientos en taquilla inferiores a todas sus propuestas anteriores.
Y tampoco tuvo mejor suerte en la ceremonia de los Oscar puesto que únicamente fue nominada en la categoría de mejor historia, siendo además esta reciclada de una previa escrita en solitario por Edward Anhalt bajo el pseudónimo Andrew Holt. Eso sí, al menos se llevó la estatuilla para casa.
Sin embargo, creo que todos estaremos de acuerdo en que la calidad de una película no se mide necesariamente ni por el éxito de público ni por la decisión de sus compañeros de profesión o por las críticas que reciba.
PÁNICO EN LAS CALLES es lo más cerca que estuvo Kazan a lo largo de toda su carrera de firmar un título que podríamos englobar dentro del llamado cine negro. Desde luego, más que la ya comentada EL JUSTICIERO.
Y es de todas las películas vistas hasta ahora la que mejor funciona como un todo unitario, como un mecanismo de relojería perfectamente engrasado y que logra mantener la tensión de principio a fin durante los 96 minutos de proyección.
Y no sólo eso sino que al contrario que las anteriores (desde EL JUSTICIERO, pasando por LA BARRERA INVISIBLE y hasta llegar a PINKY) no es una película de tesis sino un thriller magníficamente bien orquestado por Kazan que pudo por fin rodar una película (casi) completamente en exteriores algo que buscaba desde el principio de su carrera.
Parte del éxito de la propuesta recae en el guion aunque seguramente de todos los nombres que aparecen asociados a su elaboración deberíamos destacar especialmente el de Daniel Fuchs (1909-1993) quien venía de encadenar dos excelentes títulos de género como son LA CICATRIZ (1948) de Steve Sekely y, especialmente, EL ABRAZO DE LA MUERTE (1949) de Robert Siodmak, que es algo más que la revisitación de la magistral FORAJIDOS (1946) también de Siodmark.
En el resto de apartados técnicos repite buena parte de los integrantes de la película anterior del director: Lyle Wheeler (dirección artística), Thomas Little (decorados, porque haberlos haylos), Joe MacDonald (fotografía), Alfred Newman (música) y Harmon Jones (montaje).
Y afortunadamente, para suplir al vicepresidente y jefe de producción de la 20th Century-Fox, Darryl F. Zanuck, tenemos la figura del excelente productor Sol C. Siegel (1903-1982), a quien debemos, por ejemplo, dos de los mejores melodramas de Vincente Minnelli, COMO UN TORRENTE (1958) y CON ÉL LLEGÓ EL ESCÁNDALO (1960), durante su etapa en la MGM, de la que llegaría ser, al igual que Zanuck, vicepresidente y jefe de producción.
Y no sería nada descabellado pensar que la presencia en el reparto del siempre excelente – y prematuramente desaparecido - Paul Douglas (1907-1959) se debiera a una iniciativa de Siegel dado que el año anterior había coprotagonizado la espléndida CARTA A TRES ESPOSAS (1949) de Joseph L. Mankiewicz que él había producido (eso sí, bajo supervisión directa de Zanuck).
Si antes hablábamos del guion justo sería mencionar el magnífico reparto de la película, seguramente el más completo hasta la fecha, con especial mención al trabajo de Barbara Bel Geddes (1922-2005) y, especialmente, de (Walter) Jack Palance (1920-2006).
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- Curiosamente, Bel Geddes y Lucas volverían a coincidir en otro tenso thriller, FOURTEEN HOURS (1951) de Henry Hathaway.
Desgraciadamente, la actriz sufrió en sus propias carnes la persecución maccarthista y no fue hasta que Hitchcock la rescató en DE ENTRE LOS MUERTOS (1958) que pudimos volver a disfrutar en la gran pantalla del talento de esta bella y elegante mujer.
No deja de ser curioso, además, que la actriz protagonizara en el teatro la obra de Arnau D’Usseau y James Gow DEEP ARE THE ROOTS (26 de septiembre de 1945), un vibrante alegato antirracista y que fue dirigido por…
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https://www.ibdb.com/broadway-produc...the-roots-1726
… Elia Kazan. -
El debut en la gran pantalla de Jack Palance podría ser el equivalente al de su rival en la película, Richard Widmark (1914-2008), en la mítica EL BESO DE LA MUERTE (1947) del citado Henry Hathaway.
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Un Widmark que se encontraba en la transición entre sus papeles de villano (la arriba mencionada, LA CALLE SIN NOMBRE (1948), EL PARADOR DEL CAMINO (1948), CIELO AMARILLO (1948), NOCHE EN LA CIUDAD (1950) o UN RAYO DE LUZ (1950)) y sus papeles de héroe (EL DEMONIO DEL MAR (1949) o la película hoy comentada) y al que yo sólo le pongo un pero no desde el punto de vista artístico sino del estético.
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Y es que aunque pueda parecer una banalidad y seguramente lo sea (aunque no para mí), siempre me ha resultado un tanto chirriante la presencia de una pareja de actores rubios, léase en este caso Widmark y Bel Geddes.
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No llego al extremismo del amigo Fletcher y su obsesión por las uñas pero no me acaba de gustar el emparejar (o enfrentar) dos actores rubios.
Discusiones bizantinas.
En el reparto, aparte de la presencia de la actriz por la que preguntaba la querida amiga hannaben, Lenka Peterson (1925) y que tiene un más que notable parecido con la Eva Marie Saint de LA LEY DEL SILENCIO (1954), me gustaría destacar que repite el actor Dan Riss (1910-1970) que si en PINKY hacía de abogado de la señora Wooley aquí ejerce de periodista con igual dedicación. Y, por supuesto, al fruto del matrimonio Reed, Tommy, encarnado por (casualidades) Tommy Rettig (1941-1996), uno de esos niños prodigios del cine hollywoodiense y que protagonizó un título de culto como es la extravagante LOS 5.000 DEDOS DEL DR. T (1953) de Roy Rowland y al que pudimos ver igualmente en dos excelentes westerns como son RÍO SIN RETORNO (1954) de Otto Preminger, junto a Robert Mitchum y Marilyn Monroe y, especialmente, LA LEY DEL TALIÓN (1956) de Delmer Daves, junto a…
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… Richard Widmark.
Y por primera y única vez, que yo recuerde, el propio director encarna un pequeño papel en una de sus películas. Lo siento, tendréis que volver a verla para saber cuál.
Y sí, tal vez sea poco creíble que una enfermedad como la peste (en sus variedades bubónica, pulmonar o septicémica) que se transmite con tanta facilidad sea objeto de tan escasas medidas preventivas por parte de las autoridades sanitarias pero creo que acertadamente Kazan se decanta por acentuar ese breve intervalo de tiempo (48 horas) que tienen los protagonistas para encontrar no el antídoto, que ya lo tienen, sino a las personas que han tenido un contacto más estrecho con el vector de la enfermedad.
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Después de todo si le hemos permitido semejantes licencias a Sir Alfred, ¿por qué no a Kazan?
Yo también soy de los que opinan que las mejores escenas son por un lado las domésticas del matrimonio Reed, especialmente ese hermoso diálogo entre los dos cuando el vuelve agotado del trabajo y ella se sienta a su lado en el porche y por otro lado todas en las que aparece el personaje encarnado por Jack Palance, alguien como bien habéis dicho alguno, que se convierte en el principal vector de la enfermedad porque tiene siempre la costumbre de manosear a todo el mundo. Lo lamento pero no encuentro otra expresión más apropiada.
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Sin embargo, también me gustaría destacar el trabajo de los acólitos de Blackie, Fitch (Zero Mostel, otro notorio blacklisted) y Poldi (Tommy Cook) y muy especialmente la escena inicial de resonancia wellesiana (en concreto me recuerda poderosamente al inicio de la magistral (aunque posterior) SED DE MAL (1958), quizás por ser un plano secuencia inusualmente largo en lo que llevamos visto de ciclo – en concreto de 3’19’’ a 4’40” - en el que matan a Kochak (o Kolchak, las fuentes divergen) (Lewis Charles)) con un uso magistral de las luces y de las sombras del gran Joe MacDonald.
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En suma y para no alargarme porque ni tengo tiempo ni ganas, por ahora la mejor película en lo que voy de revisión, de forma que mi podio quedaría de la siguiente forma:
PÁNICO EN LAS CALLES > LAZOS HUMANOS > PINKY > LA BARRERA INVISIBLE > EL JUSTICIERO > MAR DE HIERBA
Feliz noche a tod@s.
:digno
Buena review, Alcaudón. :agradable Yo también coincido en que esa primera escena es fantástica. Como dices, ese juego de sombras, esa persecución del tipo con la pasta y la peste (parece un juego de palabras :lengua), por las vías del tren, y esa pared final, maldita, donde terminan sus días,...Muy buena. Y lo mejor es que ese final, solo será el principio de una amenaza muchísimo mayor que se cierne sobre toda la población.
La verdad es que la culpa es repartida. Porque a Miró le sucedió Luis Solana, hermana del famoso Javier Solana, y en apenas un año, se cargó lo que iba a ser la sucesión de La bola de Cristal. Se iba a llamar Los Pepones y eran una versión castiza de los Spitting Image, los famosos muñecos con cara de políticos internacionales famosos.
La realidad de todo, es que, en los primeros años, La bola de cristal se le permitió mucha libertad, porque los socialistas iban de progres, pero cuando empezaron los muñecos a meterse con Felipe González, los americanos o los iraníes, la cosa empezó a pintar fea.
Tocas a uno que manda y se acabó la libertad.
A Pilar Miró, a aquella época, le debo buena parte de mi cinefilia y mi rendición total a los Hermanos Marx; bueno, y también a la época del nacimiento de A3 y T5, que emitían mucho cine clásico por entonces. Había un montón de programas de terror cinematográficos como "Noche de lobos", "Alucine" (me tragué casi todo lo de la Hammer) y en T5 había una noche dedicada al erotismo, me acuerdo :D
Y llegó mi primer libro de cine:
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Si te interesa, en el hilo De la literatura al cine publiqué una breve comparativa entre la novela de John Wyndham y el film de Sekeley.
Aquí otro rendido admirador de los Marx, amor que me inculcó mi padre. De hecho, el mejor recuerdo quizá en una pantalla de cine es con mi padre, en una reposición allá por 1987, de Un día en las carreras, en el hoy desaparecido América Multicines de Málaga. :agradable Lo mío, con el cine, también empezó con la primera cadena, como llamábamos entonces a La 1.
Pero también recuerdo, cuando me quedaba a hacer trabajos o estudiar, de madrugada (como los malos estudiantes), escuchando Antena 3 Radio, a Carlos Pumares en Polvo de Estrellas. Cogía unos cabreos monumentales cuando la gente le preguntaba su opinión sobre películas que ya había opinado varias veces...Eso fue mucho antes de que apareciera en Crónicas Marcianas y le pusiera rostro.
Ciertamente descubrimos a los hermanos Marx, los clásicos Universal y los clásicos Hammer, eran buenos tiempos para los amantes del cine clásico. :agradable
También nos ponían en prime-time muchos ciclos de directores, actores/actrices, géneros cinematográficos... algo que hoy en día, teniendo mas medios no lo hacen... :digno
La película es muy esquemática, estática, va dando saltos de escena en escena sin gran emoción. La recuerdo con un tono muy monocorde, uniforme que hace que acabe siendo monótona. La BSO atronadora que dices, me recuerda en algunos momentos a la de Alan Silvestri para "Depredador", pero la película de McTiernan tiene una tensión ya de por sí que ya quisieran estos trífidos.
Hay una miniserie británica de la pasada década bastante más lograda y revestida de un amenazador tono político autoritario, de la influencia del cambio climático, incluso pasaje cristiano en un monasterio de monjas, que deja más satisfecho aunque va de más a menos. Pero la primera mitad, especialmente, es convincente. Está protagonizada por Dougray Scott (Misión Imposible 2), Joely Richardson, su madre Vanessa Redgrave y Brian Cox.
Es recomendable aunque le falta un plus... acaba desmelenándose un tanto.
Yo a Pumares sólo le escuché en radio unas pocas veces: recuerdo que entrevistó a Lalo Schifrin, recuerdo que los oyentes le llamaban a modo de consultorio, que le gustaba el Gladiator de Rusell Crowe y que, en uno de esos arrebatos de genio, increpó bien alto a Helena Bonham Carter llamándola "guarra" por su look y por que no se debía depilar las axilas. Ná, no sé hasta donde llega la persona y el personaje. Prefería de lejos a Antonio Gasset o a Jaume Figueras.
Y, eso, ha repercutido en que las generaciones posteriores tengan un interés, una curiosidad, un nivel cultural o cinéfilo en general bastante plano. Terenci Moix se revolvería. La TV de entonces forjó aficionados al cine entusiastas. Y el programa de Garci, con las pegas que se puedan poner, entre ellas la ausencia de la V.O, al menos al principio no se podía seleccionar hasta donde yo recuerdo, también hizo un muy buen trabajo. Lamentable lo de su horario, y eso es aplicable a los buenos programas cinematográficos didácticos que fueron surgiendo. Anda que Antonio Gasset no lanzaba sus chascarrillos de forma elegantísima a ese respecto: "Bienvenidos a "Días de Cine", un program para insomnes, drogadictos, ......" :cuniao:cuniao:cuniao Cómo se le echa de menos aunque el programa aún pulule por ahí.
Y muy decepcionante, teniendo en cuenta que ya existían los clásicos de la ciencia ficción como "La humanidad en peligro", hormigas gigantes de la mano de la WB, y Ray Harryhausen estaba en pleno apogeo (por cierto, 2020 significa el centenario de su nacimiento, y vivió muuuchos años). Pero me da que ni el director era el adecuado ni el presupuesto se permitía un mínimo de...imaginación en su puesta en escena.
Y eso que el fantástico gozaba de buena salud cuando se hizo: la Hammer en sus inicios, ídem Roger Corman, los clasicos de la Universal, Paramount y Warner de ciencia ficción y terror ("Los crímenes del museo de cera" de André de Toth, en una de sus secuencias, tiene mucho más intríngulis que en cualquiera de los Trífidos de Sekely). La primera vez que la vi de niño me gustó, pero la segunda..... uf.
Un tranvía llamado deseo (A Streetcar Named Desire, 1951)
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Primer film “mítico” de Kazan y de Brando. El joven actor de Nebraska, por aquel entonces, solo había actuado ante la cámara de cine en The Men, de Fred Zinnemann, film que leo en alguna fuente que ni siquiera se había estrenado en el momento de iniciar el rodaje, o sea era un actor prácticamente desconocido fuera de Broadway. En cambio, es imposible ver hoy en día la película con los ojos de los espectadores de la época. Poco o mucho todos conocemos la historia de Blanche DuBois (como apunté en un post anterior, hasta Los Simpson le dedicaron un episodio) y el Stanley de Brando ya forma parte de la iconografía del siglo XX e incluso el grito de “¡Stella!” se ha convertido en una referencia ampliamente popularizada.
Como el argumento es archiconocido y las circunstancias que rodearon el film han sido ampliamente documentadas (en la misma edición en DVD de la película hay varios jugosos extras), no me extenderé, centrándome más en la comparación con el texto de Williams, que leí ayer por la tarde, y en los aspectos que más me gustan (y alguno que me chirría).
Primero, unos pocos datos. “A Streetcar Named Desire” se estrenó en diciembre de 1947 en el teatro Ethel Barrymore de Broadway, obteniendo un gran éxito y permaneciendo durante más de dos años en cartel, con casi 900 representaciones. La obra estaba dirigida por Elia Kazan, con Marlon Brando, Jessica Tandy, Karl Malden y Kim Hunter en los principales papeles. En 1949, antes de retirarse del teatro neoyorquino, se empezó a representar en Londres, en un montaje dirigido por Laurence Olivier, con su esposa, Vivien Leigh, como Blanche, y el malogrado actor norteamericano Bonar Colleano como Stanley (murió de accidente de automóvil con solo 34 años).
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Hay que tener en cuenta que el autor de la obra, Tennessee Williams, no era todavía el autor de prestigio que fue a partir de entonces. Además de algunas obras breves, solo había estrenado, en 1945, “The Glass Menagerie”, con la que empezó a cimentar su éxito futuro.
Como es bien sabido, y no me extenderé, la película (primera de Kazan para la Warner, recordemos que su contrato con Fox ya había expirado), con producción de Charles K. Feldman, se le propuso a Kazan por razones obvias: la había montado en Broadway con éxito y gozaba del beneplácito de Williams, que elaboró el guion con la colaboración de Oscar Saul, como adaptador. A Kazan no le apetecía volver sobre el mismo tema, pero finalmente aceptó, batallando al menos para disponer de los actores que aparecieron en el escenario de Broadway y elegir a algunos técnicos de su confianza, aunque se tuvo que plegarse a una condición: Blanche debía ser una estrella, motivo por el que se cambió a Jessica Tandy (que hasta entonces había tenido una presencia más bien discreta en la pantalla) por Vivien Leigh (con 37 años en el momento del estreno), la mítica Scarlett O'Hara (detalle que no deja de ser interesante: ¿es Blanche DuBois una descendiente de Scarlett?).
Con estos mimbres, no sorprende que la película sea considerablemente fiel al texto de Williams, abandonada la voluntad inicial de Kazan de introducir un preámbulo en el que se mostrara la vida de Blanche en su mansión sureña de Belle Reve. Apunto las diferencias más notables entre película y obra teatral:
Presentación de Blanche: en la película la vemos llegar a Nueva Orleans (surgiendo de entre el vapor del tren), hablar con un marinero y deambular por las calles hasta encontrar el domicilio de los Kowalski, en los Campos Elíseos. También se nos muestra un plano de ese tranvía llamado “Deseo” (que enlaza con otro que se llama “Cementerios”). En la obra, en cambio, Blanche entra en escena directamente accediendo al patio de la casa donde vive su hermana.
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Localizaciones externas: Mientras que la obra mantiene la unidad de espacio, no abandonando nunca la casa donde viven los Kowalski y sus vecinos Eunice y Steve, la película “se airea” en algunos momentos, como en la presentación de Stanley y Stella en la bolera, o la salida nocturna de Blanche y Mitch (el diálogo entre ambos, clave para la comprensión del estado mental de Blanche, en que ella le cuenta la trágica historia del suicidio de su marido, en la obra acontece en la casa). A pesar de todo, Kazan mantiene la acción casi siempre entre las paredes de la casa, conservando el tono opresivo, claustrofóbico del texto, e incluso cierto aire teatral no disimulado.
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Suicidio del marido: En la película, Blanche le cuenta a Mitch que se siente culpable por haber forzado a su joven marido, demasiado frágil y sensible, al suicidio, sin dar más motivo para el desprecio mostrado hacía él que esa extrema debilidad (que se supone no satisfacía los deseos amorosos, el deseo, de Blanche). En la obra queda clara la homosexualidad del muchacho, al que Blanche encuentra inesperadamente manteniendo relaciones con un hombre de más edad. Se repite tanto en la película como en la obra el efecto permanente, en el recuerdo y en el desequilibrio mental de Blanche, de la polca que sonaba en el momento de la tragedia. Se trata de la “Polca varsoviana”, significativa elección teniendo en cuenta que la némesis de Blanche será el “polaco” Stanley.
Violación: Mientras que en el film se sugiere la violación, mediante ese maravilloso momento del espejo roto, en la obra queda claro que Stanley va a violarla.
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La acotación de la versión que he leído, de Cátedra, dice:
“Gemido de BLANCHE, que deja caer la botella [botella que también en el film vemos como rompe para intentar defenderse de Stanley]. BLANCHE cae de rodillas. STANLEY la levanta. BLANCHE es una figura inerte. STANLEY la conduce hasta la cama. Suenan con fuerza la cálida trompeta y los tambores de los Cuatro Doses [local, “The Four Deuces”, que también aparece en el film].
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El uso de la música de fondo, ampliamente presente en la obra, y también en la película, se complementa en el film con los destellos de los neones. Williams, en la obra, utiliza juegos de sombras amenazadoras, en un uso teatral que parece bastante avanzado para su época.
El final: Aquí es donde radica, desde mi punto de vista, la diferencia más notable, siendo la versión teatral más coherente. Mientras que el disimulo de la homosexualidad y lo sugerido de la violación, con la intención de evitar la censura, se pueden integrar mejor en el conjunto del film, la decisión de Stella de abandonar a Stanley, una vez se han llevado a Blanche a un sanatorio mental, resulta muy forzada e incoherente dentro de la misma escena. Hay un desequilibrio en los diálogos, puesto que se mantiene lo que dice Stella a Eunice (lo cito en las palabras de la traducción de Cátedra): “no podía creerme su historia y seguir viviendo con Stanley como si nada”, demostración de que Blanche le ha contado a su hermana que ha sido violada y esta no solo no la ha querido creer (aunque se intuye que en el fondo sí lo hace), sino que además da su consentimiento para que se la ingrese en un manicomio. Esa actitud, la de anteponer su relación con Stanley, por encima de la defensa de su hermana y la denuncia de la brutalidad del marido, conlleva en el texto, con lógica cruel, que Stella se mantiene al lado de su esposo para poder seguir viendo luces de colores. Williams no deja lugar a la duda en su acotación:
“STELLA sigue sollozando sin freno, como un animal herido. Hay cierta voluptuosidad en la manera en que se ha entregado por completo al llanto ahora que su hermana ya no está.
STANLEY (también su intento de consolarla resulta voluptuoso) - Cariño, venga, vamos. Ya, amor mío. Ya, amor mío. (Se arrodilla junto a STELLA y le introduce los dedos por la apertura de la blusa). Ya, amor mío, ya, amor mío…”.
En cambio, en la película Stella deja a Stanley y se marcha, con el bebé en brazos, al piso de arriba con Eunice, una forma poco creíble de hacerle pagar a Stanley su acto.
Tanto obra como película me parecen excelentes. No sé si podemos llegar a valorar hoy en día el impacto que debía causar esta historia en los espectadores, de cine o de teatro. Todavía en la actualidad (con todo lo que ha llovido) resulta brutal la relación entre los personajes, no solo entre Blanche y Stanley, sino también entre ambos y Stella, la que parece ser la hermana pequeña (en una acotación, Williams dice que Blanche tiene unos cinco años más que Stella, aunque luego la propia Blanche parece desmentirlo). En todo caso, Stella tuvo el valor, en su día, de dejar la familia y Belle Reve, huir de ese ambiente enfermizo y decadente que, a la larga, ha acabado con Blanche, un personaje completamente arruinado y degradado, el resto del naufragio de un país y una época. La sola aparición de Blanche vestida como si fuera un ser fantasmal, una antigualla que viniera del pasado, y su tendencia a la bebida (muy marcada en el texto, más que en la película), así como esa polca que la obsesiona, y su tendencia a fabular su realidad, a convertir su entorno en una representación, son buena muestra de hasta qué punto se trata de una mujer herida, destrozada. Sobre ella salta, como un carroñero, el brutal Stanley, mientras que su hermana parece hechizada por la pulsión salvajemente sexual de la relación que mantiene con su marido.
Un apunte final sobre los intérpretes. Marlon Brando realiza una interpretación que te deja boquiabierto. Sus expresiones, su actitud, esa mezcla de agresividad animal y, como contraste, esa desolación infantil cuando llora implorando el regreso de Stella, creo que nunca se había visto en el cine de esa manera (y me atrevería a decir que pocas veces después).
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Su presencia en pantalla deja para la posteridad un conjunto incomparable de imágenes icónicas, quizá como nunca ni antes ni después se ha visto en el cine.
Vivien Leigh, por su parte, parece un fantasma apolillado (a la que ofrecen esas inquietantes “flores para los muertos”), que defiende con mucha dignidad su personaje, un personaje del que nunca sabremos qué edad tiene, a pesar de ser este un tema recurrente. Una Blanche permanentemente ligada al espejo, como si fuera este su última tabla de salvación, espejo que la violación romperá, y con él, también su mente definitivamente desequilibrada. Una Blanche patética que se despide confesando que: “siempre he confiado en la amabilidad de los desconocidos”.
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Pero si ambos están muy bien, esta vez me gustaría destacar a Kim Hunter. Sus expresiones sensuales (bajando por las escaleras hasta abrazarse a Stanley, con el torso semidesnudo, o en la cama, después de lo que parece haber sido una noche de reconciliación mediante el sexo) son de una insuperable vulgar voluptuosidad: adivinas que en el fondo quiere a Stanley por como es y que de alguna manera goza pasándole por la cara a su hermana, que quiere mantener la apariencia de sofisticación de una señorita del Sur, su manera de vivir (en otras palabras, que ella sí ha sabido subir a tiempo al tranvía del deseo).
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Por último. Karl Malden encarna un Mitch sensible, aunque rudo, que protagoniza uno de los momentos para mí menos convincentes (y que en el texto se plasma de la misma manera), cuando exige ver el rostro de Blanche bajo la luz. Aunque se entiende el simbolismo, creo que resulta poco creíble tanta ingenuidad, cuando es evidente desde el primer momento que el coqueteo de Blanche tiene mucho de actuación teatral, de maquillaje y de representación.
https://lh3.googleusercontent.com/pr...6yPPPNfJ_cWVgb
Por cierto, interesante perspectiva la que abre Karl Malden cuando, en los extras del DVD, confiesa que el personaje odia a su madre. ¿Estamos ante una madre castrante, como gustaba presentarlas Hitchcock?
Lo dejo aquí, aunque es un film que no se agota en un breve comentario. En todo caso, la semana que viene volveremos a una producción de Zanuck para la Fox, y a ver a Marlon Brando como cabeza de cartel, en Viva Zapata!. Cambiaremos las pasiones desbordadas y enfermizas de Williams por un aproximación al cine político, con la presencia de John Steinbeck en el guion.
Adivino una gran review, mad dog. :agradable He visto un poquito por encima (ya la leeré detenidamente cuando haga la mía) y es completísima. La mía será más cortita y con Simón... digo sifón :garrulo
No te voy a engañar. A Pumares lo escuchaba básicamente por dos cosas: los mosqueos que pillaba en todos los programas, y la preciosa música que ponía (siempre iban fijas What a wonderful world, de Armstrong, u Over the rainbow, de Garland o Casablanca...) que me hizo amar aún más el cine. Era cuando uno idealizaba lo que veía en la pequeña pantalla.