Manu, de tópicos también vive el hombre, que carajo.
Probablemente expreses tu fobia hacia los funcionarios porque este es precisamente el tema de un hilo cargado de tópicos para aburrir por parte de algunos contertulios, o porque te trataron de puta pena, lamentablemente, en ese departamento supuestamente ministerial.
No voy a hablar de cómo nos tratan los supuestos servicios de atención al cliente de tantas y tantas empresas cuyos currantes no son funcionarios, con las que es imposible contactar con ninguna persona física a la que exponerle aquel problema puuntual, salvo con la jodida máquina parlante que hay detrás de los teléfonos 902.
¿Estarán esos no-funcionarios tomando café? ¿Qué cojones estarán haciendo? En ocasiones dan ganas de llorar de rabia y de impotencia. ¡Ah claro, ya caigo! Los currantes de esas empresas son no-funcionarios y por tanto no los pagamos entre todos. ¿A eso se circunscribe el problema?.
¿Hablamos de los SAT técnicos, ya sabes, Philips, Sony…? O ¿Dónde estará el no-funcionario que debería atender la segunda ventanilla de la caja de un banco, mientras que en la única habilitada la cola llega hasta la calle ¿Estará tomando café?
¿Será un-ex funcionario el dueño de un taller que te pega un palo por la supuesta reparación del coche y cuyo fallo no ha corregido, limitándose al tan traído “tente-mientras-cobro”?
Ya que personalizas, yo también lo voy a hacer. Si, he sido funcionario cuyo horario ide entrada y salida ha estado rigurosamente marcado por un jodido reloj, controlado por tornos a la entrada y la salida. Con veinte minutos, ni uno más para tomar café, entre las 10 y las 11 de la mañana, pues fuera de ese horario, el horario del café ”lo pagaba yo”.
Pero durante esos veinte minutos no me podía sentar en una mesa de la cafetería del centro de trabajo porque estaba abarrotada de currantes no-funcionarios que ya estaban allí cuando llegué y que allí siguieron cuando me marché. Eran currantes no-funcionarios de empresas de los sectores de seguros, informática, energía y un largo etcétera, cercanas a la sede de la mía en el parque empresarial del Campo de las Naciones, de Madrid. ¿Estarían sus cafeterías tan atestadas que ya no cabían?.
¿Te hablo de mi curro? Fui responsable -hoy felizmente jubilado- de sistemas en el área de informática de una empresa pública del sector de las comunicaciones, en la que entraba a las 8 de la mañana y no sabía de antemano la hora de salida, a pesar del control horario. Eso si, el “normal” era de 35 horas semanales, pero con horario partido que me obligaba a comer en la cafetería, otra vez más abarrotada de currantes no-funcionarios que parecían vivir allí.
Y ¿por qué no sabía a que hora iba a terminar? Se prestaba servicio 24 horas al día, siete días a la semana y los parches y actualizaciones del software de base y de aplicación había que realizarlos en las horas de menos carga. Con más frecuencia de la deseable, hubieron días y días en los que salí a las tantas de la madrugada sin cobrar un puto euro extra, por mi “complemento de mayor dedicación” que no llegaba a los 300 euros mensuales. Había colaboradores míos sin ese complemento, que algunos meses cobraban más que yo.
En informática era evidente la escasez de recursos humanos, pero eso si, debo reconocer que unas plantas más arriba del edificio, había gente que no daba palo al aire. Pero no por culpa suya al no tener cometido alguno, sino por la pésima gestión de los responsables de la empresa. Pero esa es otra historia.
Respecto de la enseñanza, mi mujer ha sido profesora de primaria en preescolar, por lo que no ha tenido excesivos problemas. Pero compañeros suyos las están pasando canutas, por amenazas e incluso agresiones físicas por parte de alumnos e incluso padres, en un sector en el que las depresiones están a la orden del día.
Los que acusáis a los docentes, no tenéis ni pajolera idea de lo que es la enseñanza en el sector público y en colegios de ciertas zonas de las grandes ciudades, en los que hasta la droga campa por sus respectos y dónde la policía mira para otro lado. No todo son los colegios de las zonas en las que reside la gente “normal”, pero en los que también hay lo suyo, desde el momento en el que los profesores no pueden ni levantar la voz.
Perdón por la "chapa" y un saludo.