PROGRAMA TRIPLE: EL FANTASMA DE LA ÓPERA
o
THE PHANTOM OF THE OPERA (1925, EL FANTASMA DE LA ÓPERA)
Director: Rupert Julian (y Edward Sedgwick).
Producción y distribución: Universal Pictures Corp.
Productor: Carl Laemmle.
Guion: Elliott J. Clawson, basado en la novela “Le Fantôme de l’Opéra” de Gaston Leroux (París, 1910). [Serializada previamente en el diario francés Le Gaulois del 23 de septiembre de 1909 al 8 de enero de 1910].
Intertítulos: Walter Anthony.
Fotografía: Charles Van Enger, Virgil Miller y Milton Bridenbecker, en blanco y negro con escenas en Technicolor de dos tiras y tintados en color (1.33:1).
Diseño de producción: Ben Carré.
Dirección artística: Elmer Sheeley y Sidney Ullman.
Montaje: Gilmore Walker.
Reparto: Lon Chaney (El Fantasma/Erik), Mary Philbin (Christine Daaé), Norman Kerry (Vizconde Raoul de Chagny) y Arthur Edmund Carewe (Ledoux).
Presupuesto: 630.000 dólares.
Inicio de rodaje: 29 de octubre de 1924.
Duración: 8.464 pies. (1 h 18 m 04 s)
Estreno: 15 de noviembre de 1925.
...
PHANTOM OF THE OPERA (1943, EL FANTASMA DE LA ÓPERA)
Director: Arthur Lubin.
Producción y distribución: Universal Pictures Company, Inc.
Productor: George Waggner.
Guion: Eric Taylor y Samuel Hoffenstein, a partir de la adaptación de John Jacoby de la novela “Le Fantôme de l’Opéra” de Gaston Leroux (París, 1910). [Serializada previamente en el diario francés Le Gaulois del 23 de septiembre de 1909 al 8 de enero de 1910].
Fotografía: Hal Mohr y W. Howard Greene, en Technicolor de tres tiras (1.37:1).
Dirección artística: John B. Goodman y Alexander Golitzen.
Decorados: Russell A. Gausman e Ira S. Webb.
Música: Edward Ward.
Montaje: Russell Schoengarth.
Reparto: Nelson Eddy (Anatole Garron), Susanna Foster (Christine DuBois), Claude Rains (Erique Claudin), Edgar Barrier (Raoul Daubert), Leo Carrillo (Signor Ferretti), Jane Farrar (Biancarolli), J. Edward Bromberg (Amiot), Fritz Feld (Lecours), Frank Puglia (Villeneuve), Steven Geray (Vercheres), Barbara Everest (Tía), Hume Cronyn (Gerard), Fritz Leiber (Liszt).
Presupuesto: 1.750.000 dólares.
Inicio de rodaje: 21 de enero de 1943.
Duración: 1 h 32 m 38 s. (Copia en BD editada por Universal en 2012).
Estreno: 27 de agosto de 1943.
…
THE CLIMAX (1944, MISTERIO EN LA ÓPERA)
Director: George Waggner.
Producción y distribución: Universal Pictures Company, Inc.
Productor: George Waggner.
Guion: Curt Siodmak y Lynn Starling, a partir de la adaptación de Curt Siodmak de la obra teatral homónima de Edward Locke (Nueva York, 12 de abril de 1909).
Fotografía: Hal Mohr y W. Howard Greene, en Technicolor de tres tiras (1.37:1).
Dirección artística: John B. Goodman y Alexander Golitzen.
Decorados: Russell A. Gausman e Ira S. Webb.
Música: Edward Ward.
Montaje: Russell Schoengarth.
Reparto: Boris Karloff (Dr. Hohner), Susanna Foster (Angela), Turhan Bey (Franz), Gale Sondergaard (Luise), Thomas Gomez (Conde Seebruck), June Vincent (Marcellina), George Dolenz (Amato Roselli), Ludwig Stossel (Carl Baumann), Jane Farrar (Jarmila Vadek).
Presupuesto: 750.000 dólares.
Inicio de rodaje: 1 de febrero de 1944.
Duración: 1 h 26 m 07 s.
Estreno: 20 de octubre de 1944.
…
En deferencia al querido compañero mad dog earle , lo que en principio iba a ser otro programa doble dedicado al cine de terror de la Universal de los años ‘30 y ‘40 (y tal vez de los ‘50…), ha acabado por convertirse en uno triple, aunque bien es cierto que en la tercera película del comentario, MISTERIO EN LA ÓPERA, considerada a veces como una especie de secuela de la segunda, no asoma ni siquiera tímidamente la sombra del Fantasma de la Ópera.
Es una lástima que apenas haya iniciado la novela del francés Gaston Leroux (1868-1927) en la traducción que Mauro Armiño hizo para la (preciosa) colección Austral Singular por lo que no puedo juzgar con objetividad el grado de fidelidad de las adaptaciones a la gran pantalla aunque bien es cierto que por lo que voy leyendo la primera es, al menos en su tramo inicial, mucho más ajustada, respetando incluso los nombres originales de los personajes, salvo en el caso del encarnado por el actor Arthur Edmund Carewe, Ledoux, un evidente homenaje del productor Carl Laemmle a un escritor al que admiraba mucho.
Dado que los títulos de crédito de la versión de 1925 son notablemente escuetos he usado como base la información tanto del A(merican)F(ilm)I(institute), como la de la (no siempre infalible) IMDb o el (magnífico) libro de Jonathan Rigby “American Gothic” (2007).
La muy popular novela de Ledoux fue publicada originalmente en forma de folletín en el diario parisino “Le Gaulois” desde el 23 de septiembre de 1909 hasta el 8 de enero de 1910 y a continuación en forma de libro.
- La primera entrega de la novela, 23 de septiembre de 1909 -
En los EUA se publicaría al año siguiente (1911), con cinco ilustraciones a todo color del artista francés André Castaigne (1861-1929).
Pues bien, serían precisamente esas ilustraciones las que el gran actor Lon Chaney (1883-1930) usaría como referencia para recrear a su modo y manera la criatura ideada por Ledoux.
Pero no sólo Chaney sino el propio director, el autoritario Rupert Julian (1879-1943), haría lo propio a la hora de la puesta en escena.
Igualmente fue decisiva la intervención del director artístico y pintor francés Ben Carré (1883-1978), quien había trabajado en el Palacio de la Ópera de París y cuyos storyboards fueron seguidos escrupulosamente por los diseñadores Elmer Sheeley y Sidney Ullman, quienes crearon uno de los decorados más bellos y perfectos de la Historia del Cine.
Rupert Julian ya había trabajado con los actores Mary Philbin (1902-1993) y Norman Kerry (1894-1956) después de que el gran Erich von Stroheim fuese expulsado por Irving Thalberg del rodaje de LOS AMORES DE UN PRÍNCIPE (o EL CARRUSEL DE LA VIDA) (1923), a la que convirtió en un gran éxito de taquilla.
Sin duda fue debido a tal circunstancia que Carl Laemmle confiara en él para el rodaje de esta gran superproducción, teniendo en cuenta eso sí que la Universal en aquellos años estaba considerada la más grande de las Tres Pequeñas compañías cinematográficas de Hollywood.
Sin embargo, el rodaje de la película fue de todo menos un camino de rosas pues director y actor se detestaban profundamente y la comunicación entre ambos era inexistente, de tal forma que la estrella llegó a dirigirse a sí mismo en más de una escena.
Debido a un desastroso preestreno Julian fue despedido.
Edward Sedwigck (1892-1953), el director contratado para arreglar el desastre, solicitó una reescritura del guion y rodó nuevas escenas.
Pese a ello el preestreno de la copia resultante fue igual de calamitoso que el de la versión anterior.
Finalmente sería la directora Lois Weber (1879-1939), en conjunción con el montador Maurice Pivar, quienes redujeron los 12 rollos de película a los 9 que hoy conocemos.
Weber y Pivar usaron la mayor parte del material rodado por Julian (y es por ello que sólo su nombre sale en los títulos de crédito), salvo el final que es obra de Sedgwick.
El estreno el 15 de noviembre de 1925, con première el 6 de septiembre, fue un éxito rotundo y apoteósico, convirtiéndose en una de las producciones más taquilleras de la época.
Uno de los elementos que sin duda ayudaron a dicho éxito fue el uso del por entonces incipiente Technicolor de dos tiras (el de tres no llegaría hasta 1935) en la escena del Baile de Máscaras, en las que se presenta en la forma de la Muerte Roja poeana (y siguiendo fielmente la ilustración de Castaigne que aparecía en el frontispicio de la citada edición norteamericana).
Igualmente se usaron los tintados en color en la escena en la que el Fantasma está encaramado en lo alto de los tejados de la Ópera o cuando aparece un rostro (¿el de quién?) cuando Raoul y Ledoux siguen la pista del Monstruo en los subsuelos del edificio.
Si en el aspecto visual la película es irreprochable, en el apartado actoral aparte del espléndido (y canónico) trabajo de Lon Chaney, tal vez el culmen de su carrera, me gustaría destacar la delicada belleza de una jovencísima Mary Philbin.
También destacar la labor de Arthur Edmund Carewe como el Inspector Ledoux. Genial la idea de mantener el brazo derecho en alto para evitar que el Fantasma use el “lazo Punjab” para estrangularlos como ha hecho con sus anteriores víctimas.
Sin embargo, esa referencia al “lazo Punjab” contradice lo que se nos muestra en pantalla.
Recapitulemos.
Según la novela, Erik (el nombre verdadero del Fantasma de la Ópera), era en realidad un verdugo al servicio de un soberano persa y usaba dicho lazo para matar a los condenados a muerte.
Y de ahí el mote de “el Persa” con el que se conoce al personaje que en la película atiende al nombre de Leroux.
Y de hecho en una escena que acontece en la comisaría se puede leer en la ficha policial de Erik quién es en realidad, qué crímenes ha cometido y que además se encuentra en paradero desconocido.
La película establece una perfecta dicotomía entre el esplendor del mundo de la superficie (el del día, aunque la acción se circunscriba al edificio de la Ópera y sus aledaños) y el subterráneo (el de la noche, donde Erik es amo y señor).
El magnífico final, con Erik acorralado por la multitud (como será norma en toda producción Universal que se precie), servirá de broche perfecto para una historia que con toda justicia se ha convertido en un clásico intemporal.
Si la versión de 1925 es claramente un película de terror, por el contrario la de 1943 pertenece más bien al cine musical por la profusión de canciones que trufan la cinta cortesía de la pareja protagonista, Nelson Eddy (1901-1967) y Susanna Foster (1924-2009).
Eddy había formado pareja junto a la también actriz y cantante Jeanette MacDonald (1903-1965) en ocho películas mientras estuvo bajo contrato con la MGM.
- Por cierto, la primera película de la MGM en Technicolor de tres tiras fue precisamente un musical de la pareja, ENAMORADOS (1938), de W. S. Van Dyke. -
El protagonismo del barítono (Eddy) y la soprano (Susanna), además del tercero en discordia, el Inspector Raoul Dubert (Edgar Barrier), restó lógicamente presencia al supuesto protagonista, el Fantasma encarnado por el pequeño (pero gran) Claude Rains (1889-1967), quien ya había protagonizado para la compañía el clásico EL HOMBRE INVISIBLE (1933), de James Whale, amén de haber encarnado al padre de Larry Talbot (léase, el Hombre Lobo) en una cinta precisamente producida y dirigida por George Waggner y comentada recientemente en el anterior programa doble dedicado a los "monstruos" de la Universal.
Además se rebajó muy notablemente el tono gótico de la propuesta convirtiendo al verdugo encarnado por Lon Chaney en el víctima que representa Claude Rains.
Y es que si Erik provocaba auténtico pavor, en cambio Erique nos produce más bien lástima.
De hecho, el personaje parece más bien una reformulación del encarnado por Lionel Atwill en LOS CRÍMENES DEL MUSEO (1933), de Michael Curtiz (y más tarde por Vincent Price en LOS CRÍMENES DEL MUSEO DE CERA (1953), de André De Toth).
Igualmente el truculento maquillaje ideado por el propio Chaney sería descartado por uno mucho menos terrorífico, obra del gran Jack P. Pierce (1889-1968).
Ese cráneo descarnado que tiene por rostro Erik queda reducido a una profunda cicatriz fruto de un baño de ácido en el caso de Erique.
Pero lo que la censura permitía en 1925 no era posible en 1943.
Si en la primera versión era el origen del Fantasma el que no estaba muy claro, aquí por el contrario sí lo está y de hecho es una de las mejores secuencias de la película gracias al formidable trabajo interpretativo de Rains.
Sin embargo, mientras que en la primera versión el Fantasma estaba enamorado de Christine (y esta de él, hasta el momento en el que ve su verdadero rostro), aquí en cambio se intuye que esta es en realidad hija del primero.
La película adolece además de un final siquiera similar al de la versión de 1925 y de hecho la muerte de Erique será ciertamente anticlimática.
Al igual que la primera versión esta segunda fue un formidable éxito de taquilla y eso a pesar de lo abultado de su presupuesto (teniendo en cuenta que estamos hablando de la Universal) por el rodaje en color que encarecía notablemente el mismo.
Una película que recibió cuatro nominaciones a los Oscar de 1944, llevándose finalmente las estatuillas a la mejor dirección artística (Goodman/Golitzen/Gausman/Webb) y a la mejor fotografía en color (Mohr/Greene), con toda seguridad las mejores bazas con las que contaba la película.
Como curiosidad el papel del famoso músico Franz Liszt lo encarnó el actor Fritz Leiber (1882-1949), padre del famoso escritor de ciencia ficción de igual nombre y que también hizo sus pequeños pinitos en el cine (incluyendo un breve papel en MARGARITA GAUTIER (1936), de George Cukor, junto a la mayestática Greta Garbo).
Y si las dos primeras películas acontecían en París, la tercera por el contrario lo hará en Viena.
Pensada originalmente como una continuación de la anterior y con Waggner en la silla de director (además de sus habituales labores como productor), MISTERIO EN LA ÓPERA toma como base una obra de teatro del británico Edward J. Locke (1869-1945) estrenada en 1909 (el mismo año que empezó a publicarse por entregas la novela de Gaston Leroux), aunque al parecer poco relación tiene con la misma.
Para intentar repetir la jugada Waggner (que se había convertido en una figura clave de la compañía gracias al éxito de EL HOMBRE LOBO (1941)) usó no sólo el mismo equipo técnico al completo (los directores de fotografía Mohr y Greene; los directores artísticos Goodman y Golitzen; los decoradores Gausman y Webb; el músico Ward; el montador Schoengarth) sino también (curiosamente) a las dos actrices que eran rivales en la película, Susanna Foster y Jane Farrar, que en buena medida repiten sus papeles, especialmente la segunda.
Aunque (afortunadamente) hay menos canciones que en la cinta previa MISTERIO EN LA ÓPERA es una película muy inferior y eso a pesar de la presencia del siempre magnífico Boris Karloff (1887-1969), quien pronto reverdecería laureles gracias a su colaboración con el productor Val Lewton en la RKO (THE BODY SNATCHER (1945), de Robert Wise; ISLE OF THE DEAD (1945) y BEDLAM (1946), de Mark Robson).
Por aquello de rizar el rizo la película fue de nuevo nominada en la categoría de dirección artística en los Oscar de 1945, aunque en este caso no se materializó la misma.
Como decía al principio el Fantasma de la Ópera (aunque sea la de Viena) no aparece en toda la película y su lugar es ocupado por el doctor Hohner (Karloff), quien asesinó a su prometida, Marcellina (June Vincent), estrangulándola (aquí al menos se mantiene la tradición), cuando esta le comunicó que ya no le amaba y que además estaba enamorada de otro nombre.
- Por cierto, uno flashback que bien podría ser un antecedente de los que utilizaría como sello personal el director (y productor) Roger Corman en su ciclo de películas poeanas (y lovecraftianas) de los años '60. -
Y hablando del rey de Roma, de nuevo ecos de Poe puesto que el protagonista mantiene incorrupto el cuerpo de su (despechada) amada en una habitación que más bien parece un mausoleo.
Diez años después del luctuoso suceso la llegada de la joven Angela (Foster) hace que la ya precaria salud mental del doctor acabe por quebrarse definitivamente.
Si el Fantasma estimulaba en Christine (en ambas versiones) su don natural para el canto, por el contrario el doctor Hohner usará de la hipnosis para evitar que Angela interprete la canción favorita de aquel.
De nuevo será el espléndido decorado heredado desde los tiempos de la versión de 1925, así como la recreación de las calles vienesas, lo que aporte ese plus a la historia dado la escasa enjundia de la misma.
Tampoco ayuda la presencia de Franz (Turhan Bey, al que ya habíamos visto brevemente en la recientemente comentada LAS MIL Y UNA NOCHES (1942)), el empalagoso novio de Angela, que casi hacen añorar al dueto Nelson Eddy/Edgar Barrier, cuya rivalidad por los favores de Christine aportaba las habituales gotas de humor que presidían las películas de terror de la Universal.
Una película además que tampoco tuvo suerte en taquilla seguramente por el trabajo tras las cámaras de Waggner que se limita a nadar y guardar la ropa y donde la sola presencia de Karloff, sin el maquillaje grotesco habitual, no fue suficiente reclamo para el público.
Un programa que va de más a menos pero que en su conjunto se disfruta de principio a fin y que espero completar en breve con el visionado de la versión de 1962 de Terence Fisher para la Universal y que podréis encontrar en breve (si todo va bien) en su rincón específico.
Buenas noches y, buena suerte.