Hoy, en la sobremesa, nos hemos montado la familia, tras el paellón de rigor, en la montaña rusa. Eso sí, imperdonable, me olvidé de las palomitas: 2012, de Emerich, nos ha hecho vibrar a niveles emocionales, pero no mentales. A pesar de que la película hace muchas aguas por todos lados, es un espectáculo para no plantearse conclusiones artísticas. No vale la pena. Te diviertes y punto. La veracidad va para otras películas, aunque seguro que habrá compañeros que encuentren que el cine, aunque plantee un contexto hipotético y real, tiene licencia para todo eso y más. Respetable pero no compartible.
Nota: 6.