Tema: Las últimas pelis que has visto en casa

Iniciado por Jane Olsen

Fíjate, yo creo que la transformación de Marcelo empieza en el momento en que encuentra a Diana, un primer amor de la niñez-pre-adolesciencia ...

A mí el Pedro de Rennie sí me gusta. Un actor sobrio, capaz de imponer un aura de respetabilidad a todos sus personajes sin hacerles perder credibilidad (el Klaatu de Ultimátum a la Tierra, el Bernadotte de Desirée -otra que no te puedes perder si eres fan de la Simmons-...).

Sí, pero cuando se pone la Túnica, está bien claro que se vuelve loco, cuando Dios le castiga quemándose el cuerpo, es otro personaje: con pesadillas, cambios de humor,...

Además, Tiberio se lo dice: la causa de la enfermedad es la Túnica, por eso le manda encontrarla y destruirla.

Mi cuota de cine “religioso” para esta Semana Santa ha consistido en dos films muy distintos y distantes:

Por un lado el clásico español Marcelino pan y vino, de Ladislao Vajda, basado en un relato de un falangista conspicuo, José María Sánchez Silva, que fuera periodista de “Arriba” y guionista junto a José Luis Sáenz de Heredia de Franco: ese hombre, panfleto a mayor gloria del dictador. Pese a formar parte de esa retahíla de cine ultracatólico y conservador, a menudo casposo y estomagante, con que se nos castigó durante muchos años en Semana Santa, el film de Vajda es a mi modo de ver un film magnífico, no muy alejado del gran El cebo, del mismo director hispano-húngaro. Vajda empapó la narración de elementos inquietantes, oscuros, crueles, que no sé si están presentes en el relato de Sánchez Silva, entregando un film que para mí tiene más de cine fantástico, por momentos terrorífico, que de apólogo moral o religioso. Para empezar, la historia de Marcelino la cuenta un fraile franciscano a una niña que se encuentra en su lecho de muerte (visto el desarrollo del film, el arranque tiene narices). Así, en un largo flashback que dura todo el film, salvo la breve coda final, se nos narran las aventuras y desventuras de ese niño abandonado a la puerta de un convento franciscano, levantado a duras penas por los frailes sobre la ruinas de un caserón solariego. El niño crece algo asilvestrado entre campos y roquedales, ocasionando en su primera visita al pueblo un auténtico desastre que echa a rodar la feria que hay organizada, lo cual aumenta la inquina de algunos lugareños, en particular del alcalde. Poco después, en un momento digno de Buñuel, un escorpión pica a Marcelino y lo lleva a las puertas de la muerte, de ese “cielo” donde se supone que mora su madre (de la cual, no obstante, nunca vamos a saber nada de nada, ni si está viva o muerta). Un buen día, Marcelino encuentra en la buhardilla del caserón a un “hombre” colgado de una cruz, al que lleva pan y vino. Ese “hombre” es una figura de Cristo que, en uno de los momentos más terroríficos, cobra vida. Al final, se obra el milagro y el pequeño consigue acceder al cielo donde espera encontrar a su madre, al igual que “el hombre” tiene allá la suya, en una secuencia bañada en una luz espectral acongojante. Quizá resulta un tanto cargante la voz de Pablito Calvo, que no era suya sino de Matilde Vilariño, por ese efecto a veces nefasto de grabar a un adulto (generalmente una mujer) adoptando vocecita de niño.
De esta misma historia, hay otras adaptaciones para cine y televisión que desconozco, entre ellas un film de Luigi Comencini de 1991.

La otra película “religiosa” ha sido Jesus Christ Superstar, de Norman Jewison. Desde el lejano 1975, cuando la vi de estreno en el cine Aribau de Barcelona, en una sesión matinal del oportunísimo 1 de mayo (día de comuniones por antonomasia, al menos en aquellos tiempos) y con la doble emoción que representaba ver aún en tiempos de Franco un film como este, muy polémico en su día, y superar el acceso a un film para mayores de 18 años (cuando a mí me faltaban un par), esta película la he visto en numerosísimas ocasiones y siempre me ha dejado un buen sabor de boca. Ejemplo de ópera rock (uno de los pocos), el musical de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice fue llevado a la pantalla por Jewison con notable acierto, tanto a la hora de escenificarlo (en ese tórrido paisaje desértico israelí) como en su reparto: tanto Ted Neely (Jesús), Carl Anderson (espléndido Judas) como Yvonne Elliman (maravillosa María Magdalena, cantante filipina que participó en algún disco de Eric Clapton) parecen hoy en día elecciones insuperables, a pesar que hubo otros candidatos para los distintos papeles: por ejemplo, para Jesús, desde un jovenzuelo John Travolta al cantante de Deep Purple, Ian Gillan, que estaban en aquel entonces en primera línea.
Aunque hay elementos que han envejecido mal, en particular las coreografías, dignas de Giorgio Aresu en algún temible programa de Valerio Lazarov (y los que os habéis criado durante los setenta sabréis a lo que me refiero), la película se mantiene fresca y lozana, bien interpretada y con notables e ingeniosos recursos escénicos. La banda sonora cuenta con algunos bellos temas, como por ejemplo “I Don’t Know How to Love Him”.
Quizá sea un particular guilty pleasure, pero a mí me sirve como la magdalena de Proust para retroceder 40 años atrás… y no morir en el intento. Curiosamente, tratándose de un film sobre la pasión de Cristo, y a pesar de que mi acercamiento no tiene ninguna connotación religiosa (o quizá precisamente por ello), es un film que me trasmite una enorme joie de vivre.

Iniciado por jack napier

Sí, pero cuando se pone la Túnica, está bien claro que se vuelve loco, cuando Dios le castiga quemándose el cuerpo, es otro personaje: con pesadillas, cambios de humor,...

Además, Tiberio se lo dice: la causa de la enfermedad es la Túnica, por eso le manda encontrarla y destruirla.

Pero esa transformación ya ha empezado: la Túnica es el catalizador. La idea es mostrarte a un personaje que es una bala perdida, y que de modo inconsciente, está harto de su vida, y la quiere cambiar. La Túnica no está maldita, y como dicen Pedro y Demetrio (no recuerdo ahora cuál de los dos) no tiene más embrujo que el de la memoria. No es la túnica lo que hace que Marcelo se ponga como loco y de dén chungos, es su propia mala conciencia y su sentido de lo que está bien y mal (algo que no tendría si estuviese totalmente corrompido, o su propia transformación no hubiera empezado ya). En cierto modo, es una especie de Quo Vadis, pero al revés.

Iniciado por mad dog earle

Mi cuota de cine “religioso” para esta Semana Santa ha consistido en dos films muy distintos y distantes:

Por un lado el clásico español Marcelino pan y vino, de Ladislao Vajda, basado en un relato de un falangista conspicuo, José María Sánchez Silva, que fuera periodista de “Arriba” y guionista junto a José Luis Sáenz de Heredia de Franco: ese hombre, panfleto a mayor gloria del dictador. Pese a formar parte de esa retahíla de cine ultracatólico y conservador, a menudo casposo y estomagante, con que se nos castigó durante muchos años en Semana Santa, el film de Vajda es a mi modo de ver un film magnífico, no muy alejado del gran El cebo, del mismo director hispano-húngaro. Vajda empapó la narración de elementos inquietantes, oscuros, crueles, que no sé si están presentes en el relato de Sánchez Silva, entregando un film que para mí tiene más de cine fantástico, por momentos terrorífico, que de apólogo moral o religioso. Para empezar, la historia de Marcelino la cuenta un fraile franciscano a una niña que se encuentra en su lecho de muerte (visto el desarrollo del film, el arranque tiene narices). Así, en un largo flashback que dura todo el film, salvo la breve coda final, se nos narran las aventuras y desventuras de ese niño abandonado a la puerta de un convento franciscano, levantado a duras penas por los frailes sobre la ruinas de un caserón solariego. El niño crece algo asilvestrado entre campos y roquedales, ocasionando en su primera visita al pueblo un auténtico desastre que echa a rodar la feria que hay organizada, lo cual aumenta la inquina de algunos lugareños, en particular del alcalde. Poco después, en un momento digno de Buñuel, un escorpión pica a Marcelino y lo lleva a las puertas de la muerte, de ese “cielo” donde se supone que mora su madre (de la cual, no obstante, nunca vamos a saber nada de nada, ni si está viva o muerta). Un buen día, Marcelino encuentra en la buhardilla del caserón a un “hombre” colgado de una cruz, al que lleva pan y vino. Ese “hombre” es una figura de Cristo que, en uno de los momentos más terroríficos, cobra vida. Al final, se obra el milagro y el pequeño consigue acceder al cielo donde espera encontrar a su madre, al igual que “el hombre” tiene allá la suya, en una secuencia bañada en una luz espectral acongojante. Quizá resulta un tanto cargante la voz de Pablito Calvo, que no era suya sino de Matilde Vilariño, por ese efecto a veces nefasto de grabar a un adulto (generalmente una mujer) adoptando vocecita de niño.
De esta misma historia, hay otras adaptaciones para cine y televisión que desconozco, entre ellas un film de Luigi Comencini de 1991.

La otra película “religiosa” ha sido Jesus Christ Superstar, de Norman Jewison. Desde el lejano 1975, cuando la vi de estreno en el cine Aribau de Barcelona, en una sesión matinal del oportunísimo 1 de mayo (día de comuniones por antonomasia, al menos en aquellos tiempos) y con la doble emoción que representaba ver aún en tiempos de Franco un film como este, muy polémico en su día, y superar el acceso a un film para mayores de 18 años (cuando a mí me faltaban un par), esta película la he visto en numerosísimas ocasiones y siempre me ha dejado un buen sabor de boca. Ejemplo de ópera rock (uno de los pocos), el musical de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice fue llevado a la pantalla por Jewison con notable acierto, tanto a la hora de escenificarlo (en ese tórrido paisaje desértico israelí) como en su reparto: tanto Ted Neely (Jesús), Carl Anderson (espléndido Judas) como Yvonne Elliman (maravillosa María Magdalena, cantante filipina que participó en algún disco de Eric Clapton) parecen hoy en día elecciones insuperables, a pesar que hubo otros candidatos para los distintos papeles: por ejemplo, para Jesús, desde un jovenzuelo John Travolta al cantante de Deep Purple, Ian Gillan, que estaban en aquel entonces en primera línea.
Aunque hay elementos que han envejecido mal, en particular las coreografías, dignas de Giorgio Aresu en algún temible programa de Valerio Lazarov (y los que os habéis criado durante los setenta sabréis a lo que me refiero), la película se mantiene fresca y lozana, bien interpretada y con notables e ingeniosos recursos escénicos. La banda sonora cuenta con algunos bellos temas, como por ejemplo “I Don’t Know How to Love Him”.
Quizá sea un particular guilty pleasure, pero a mí me sirve como la magdalena de Proust para retroceder 40 años atrás… y no morir en el intento. Curiosamente, tratándose de un film sobre la pasión de Cristo, y a pesar de que mi acercamiento no tiene ninguna connotación religiosa (o quizá precisamente por ello), es un film que me trasmite una enorme joie de vivre.

Confirmo que el alcalde maligno (que evidentemente está puesto ahí para que los monjes parezcan más buenos) no estaba en el relato original. Yo veo ciertos toques de realismo mágico y de viaje iniciático -más que de terror- en la película de Vadja, dejando aparte detalles un tanto siniestros como el hecho de que la figura que sirve de guía y de iniciación a Marcelino (que ha llevado una vida realmente solitaria y triste) sea la representación de algo muerto y torturado -pero a la vez, vivo-. Hay una segunda parte del libro que continúa con el viaje iniciático de Marcelino por el más allá, mientras se profundiza en la historia de los orígenes de Marcelino y se cuenta cómo sigue la vida en el convento sin el niño.

Iniciado por Jane Olsen

...Confirmo que el alcalde maligno (que evidentemente está puesto ahí para que los monjes parezcan más buenos) no estaba en el relato original. Yo veo ciertos toques de realismo mágico y de viaje iniciático -más que de terror- en la película de Vadja, dejando aparte detalles un tanto siniestros como el hecho de que la figura que sirve de guía y de iniciación a Marcelino (que ha llevado una vida realmente solitaria y triste) sea la representación de algo muerto y torturado -pero a la vez, vivo-. Hay una segunda parte del libro que continúa con el viaje iniciático de Marcelino por el más allá, mientras se profundiza en la historia de los orígenes de Marcelino y se cuenta cómo sigue la vida en el convento sin el niño.

Quizá, pero a mí esa mano desclavándose, volviendo a la vida, me parece un elemento terrorífico, eso sin contar con la buhardilla oscura y tenebrosa, o el episodio decididamente cruel del escorpión. Lo del viaje iniciático, sinceramente, no lo veo. Se trata de un niño obsesionado por la muerte, ya que aprende (¡valiente enseñanza de los frailes y del hombre de la cruz!) que sólo a través de ella podrá estar junto a su madre, ausencia que lo sume en una vida triste y solitaria (porque Fray Papilla, desde luego, no es un buen remedo de la madre ausente). De igual manera, el momento final del "milagro" me parece casi como si Marcelino hubiera traspasado el umbral de otra dimensión (digno de Poltergeist). Quizá sí se concrete el viaje iniciático en la segunda parte del libro, pero no lo he leído y desconozco si en algún momento se ha adaptado al cine o a la televisión.

A mí me parece una visión de la religión católica lúgubre, necrofílica y decididamente aterradora, pero, en fin, ya lo tiene a veces esto el catolicismo apostólico y romano.

Ciertamente, la vida que lleva el pobre Marcelino se las trae: ahí solo todo el día, sin padres, sin ver a otros niños de su edad, sólo con los monjes, que evidentemente le quieren, pero no le pueden dar lo que un niño de esa edad necesita ...No recuerdo si el episodio del escorpión salía en el libro, aunque ahí sí se explicaba mejor la relación entre Marcelino y el Cristo del desván, que primero es de terror -como bien señalas- pero después es de amistad. Al fin y al cabo, lo que hace el Señor del desván es liberar a Marcelino de esa vida tan triste (y si al contrario que Marcelino, no crees que pueda haber otra mejor después, pues tela con el final también )... Supongo que tiene mucho que ver con el estado de ánimo y disposición con que te enfrentes a la historia, que ya discutimos en este hilo:

https://www.mundodvd.com/jesucristo-...ine-104459/10/

Iniciado por Jane Olsen

Ciertamente, la vida que lleva el pobre Marcelino se las trae: ahí solo todo el día, sin padres, sin ver a otros niños de su edad, sólo con los monjes, que evidentemente le quieren, pero no le pueden dar lo que un niño de esa edad necesita ...No recuerdo si el episodio del escorpión salía en el libro, aunque ahí sí se explicaba mejor la relación entre Marcelino y el Cristo del desván, que primero es de terror -como bien señalas- pero después es de amistad. Al fin y al cabo, lo que hace el Señor del desván es liberar a Marcelino de esa vida tan triste (y si al contrario que Marcelino, no crees que pueda haber otra mejor después, pues tela con el final también )... Supongo que tiene mucho que ver con el estado de ánimo y disposición con que te enfrentes a la historia, que ya discutimos en este hilo:

https://www.mundodvd.com/jesucristo-...ine-104459/10/

La verdad es que todavía no he encontrado ningún argumento que me invite a creer que haya otra mejor, más allá de caer en la cuenta desde hace tiempo que esta, a menudo (y puede que para muchos siempre), sea una mierda. Pero eso no me genera automáticamente la creencia en otro mundo “mejor”. Además, si la otra mejor se ha de basar en una visión tan necrofílica como la que desprende esta película (y, para qué no decirlo, en general el cristianismo), vamos apañados. Ya apuntaba que la película empieza con el "consuelo" que el personaje de Fernando Rey da a una niña a las puertas de la muerte (y esta sí tiene padres): contarle la historia de Marcelino. A mí, "educado" en la escuela desde pequeño con la "historia sagrada" y con los “mártires de la tradición” (de Hermenegildo a Justo y Pastor; del hijo de Guzmán el Bueno al del general Moscardó), esos elementos que quizá puedan parecer de “realismo mágico” me resultan humanos, demasiado humanos,… sea dicho en el peor sentido de la palabra posible.

Aún así, insisto que Marcelino pan y vino me parece un magnífico film.

Iniciado por mad dog earle

La verdad es que todavía no he encontrado ningún argumento que me invite a creer que haya otra mejor, más allá de caer en la cuenta desde hace tiempo que esta, a menudo (y puede que para muchos siempre), sea una mierda. Pero eso no me genera automáticamente la creencia en otro mundo “mejor”. Además, si la otra mejor se ha de basar en una visión tan necrofílica como la que desprende esta película (y, para que no decirlo, en general el cristianismo), vamos apañados. Ya apuntaba que la película empieza con el "consuelo" que el personaje de Fernando Rey da a una niña a las puertas de la muerte (y esta sí tiene padres): contarle la historia de Marcelino. A mí, "educado" en la escuela desde pequeño con la "historia sagrada" y con los “mártires de la tradición” (de Hermenegildo a Justo y Pastor; del hijo de Guzmán el Bueno al del general Moscardó), esos elementos que quizá puedan parecer de “realismo mágico” me resultan humanos, demasiado humanos,… sea dicho en el peor sentido de la palabra posible.

Aún así, insisto que Marcelino pan y vino me parece un magnífico film.

Yo también sufrí los coletazos de la educación nacional-católica . Podría hablar largo y tendido de éso, pero prefiero no hacerlo, por no ser este hilo lugar para ello.

En la línea de lo que comentas, creo que hay una película que decididamente tira por esos derroteros: Camino, de Javier Fesser, basada en el caso (verídico, por supuesto , nadie se inventaría una historia tan horrible) de Alexia, una niña del Opus Dei que enfermó de cáncer. No la he visto, pero creo que se las trae .

De vuelta de unas merecidas vacaciones por las agrestes tierras de Castilla la Vieja...

... yo me quedo con LA VIDA DE BRIAN.

O en plan menos serio SANSÓN Y DADILA, QUO VADIS, LOS DIEZ MANDAMIENTOS o BEN-HUR.

O mi favorita, ESPARTACO.

Afortunadamente mi juventud me permitió obviar todo tipo de enseñanza religiosa, lo cual me convirtió con el paso de los años en un perfecto agnóstico que espero me dure hasta el final de mis días... después de una larga y fructífera vida al servicio de oscuros intereses...

Iniciado por Alcaudón

De vuelta de unas merecidas vacaciones por las agrestes tierras de Castilla la Vieja...

... yo me quedo con LA VIDA DE BRIAN.

O en plan menos serio SANSÓN Y DADILA, QUO VADIS, LOS DIEZ MANDAMIENTOS o BEN-HUR.

O mi favorita, ESPARTACO.

Afortunadamente mi juventud me permitió obviar todo tipo de enseñanza religiosa, lo cual me convirtió con el paso de los años en un perfecto agnóstico que espero me dure hasta el final de mis días... después de una larga y fructífera vida al servicio de oscuros intereses...

¿En plan menos serio que La vida de Brian ..?

"¡Yo! ¡Yo soy Espartaco..!"

Es uno de los grandes momentos de la historia del cine .

Mis películas favoritas de este género, como ya queda dicho, son precisamente las que tienen menos referencias bíblico-religiosas: Cleopatra y La caída del Imperio Romano. Y de las demás, los momentos que menos me gustan son los de personajes sagrados, en general. De Quo Vadis no puedo con los pesadísimos cristianos, la sosita Ligia o el arrogante e insoportable Vinicio : pero disfruto como una enana con la divertidísima pareja Nerón-Popea y Eunice-Petronio . Y me gusta más Demetrio y los gladiadores que su primera y más seria parte, La túnica sagrada .

Mervyn LeRoy era un director muy interesante en los años '30 (con obras del calibre de HAMPA DORADA, SOY UN FUGITIVO y THEY WON'T FORGET (por cierto, hay una estupenda edición en la desgraciadamente fenecida BANG BANG MOVIES (BB 1081)) y '40 (EL PUENTE DE WATERLOO, NIEBLA EN EL PASADO, TREINTA SEGUNDOS SOBRE TOKIO o MUJERCITAS (para mi gusto, mejor que la versión de Cukor)), pero en los '50 empezó su decadencia, aunque todavía tiene joyas como una película que me encanta que se titula LA MALA SEMILLA sobre una encantadora niña psicópata asesina...

Kirk Douglas siempre ha sido uno de mis actores favoritos e incomprensiblemente nunca ganó un Oscar (como tanta otra gente por cierto...). ESPARTACO siempre ha sido una de mis debilidades, aunque creo que estarás conmigo, amiga Olsen, que LOS VIKINGOS es una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos, también con Tony Curtis, que se hicieron entonces amigos y creó el personaje de Antoninus especialmente para él.

Y yo también prefiero DEMETRIUS Y LOS GLADIADORES, del gran Delmer Daves (uno de los más grandes directores de westerns del cine, a la altura de Ford, Hawks o Mann) sobre LA TÚNICA SAGRADA (cuyo mayor mérito es ser la primera película exhibida (que no rodada, que lo fue CÓMO CASARSE CON UN MILLONARIO) en CinemaScope 2.66:1 (y también en 1.37:1).

Espero que hayas solucionado los problemas que comentabas. Te mando un saludo cordial

Borrado.

Iniciado por Jane Olsen

Yo también sufrí los coletazos de la educación nacional-católica . Podría hablar largo y tendido de éso, pero prefiero no hacerlo, por no ser este hilo lugar para ello.

En la línea de lo que comentas, creo que hay una película que decididamente tira por esos derroteros: Camino, de Javier Fesser, basada en el caso (verídico, por supuesto , nadie se inventaría una historia tan horrible) de Alexia, una niña del Opus Dei que enfermó de cáncer. No la he visto, pero creo que se las trae .

Yo sí he visto Camino, y la recomiendo, aunque advierto que si Marcelino pan y vino la considero una película parcialmente de terror, esta es cien por cien de psicópatas.

Por cierto, ayer revisé Espartaco. A la espera del comentario que nos debe Alcaudón de la obra de Kubrick ( ), luego intentaré comentar algunos aspectos del film, contrastados con lo que cuenta Douglas en su autobiografía, interesantísima, por cierto, y donde pronuncia aquello de "a talented shit", en referencia a Kubrick.

Se me acumulan las películas, amigo earle...

Antes de entrar a hablar de Espartaco, comento brevemente los films visionados por primera vez que me ha dejado esta Semana Santa:
The Relic, de Peter Hyams. Eficaz y efectista película de género fantástico, variante monstruo aterrador. Al Museo de Historia Natural de Chicago llegan unas extrañas cajas procedentes de Sudamérica. En una de ellas hay un ídolo que se ha de reconstruir; en la otra, sólo unas hojas y unos raros hongos. Mientras se prepara una exposición dedicada a la superstición, que se supone que ha de proporcionar fondos al museo (alrededor de la cual se mueven todo tipo de intereses, algunos bastante mezquinos), una presencia extraña empieza a cometer asesinatos. Se trata de un monstruo, de origen sorprendente y evolución incierta (a medio camino entre Alien y La cosa). Hyams entrega una película rodada con buen pulso, con un final pirotécnico, pero más controlado de lo habitual (se nota, para bien, que ya tiene 20 años). El reparto incluye veteranos como Linda Hunt y James Whitmore, aunque flojea en los protagonistas: un inexpresivo Tom Sizemore (el policía) y una asustadiza Penelope Ann Miller, como bióloga convertida en heroína de la función. Tiene detalles visuales que me recuerdan la serie Expedientes X (el uso de las luces de las linternas, por ejemplo).

Musarañas, de Juanfer Andrés y Esteban Roel. Debut en el largometraje de estos jóvenes directores, con producción de Álex de la Iglesia. La película presenta las características habituales del cine del productor: algunas ocurrencias brillantes, momentos de gran efecto, en este caso granguiñolesco, pero también huecos más que evidentes en la trama, caídas de ritmo y un conjunto poco armónico. Estamos en la España de la posguerra. Dos hermanas huérfanas, Macarena Gómez, modista incapaz de salir de su piso, y Nadia de Santiago, la hermana pequeña, viven una existencia monótona y gris, marcada por el carácter castrante de la mayor (la “musaraña” del título). Un vecino algo veleta, Hugo Silva, sufre una caída y es acogido en casa de la modista, pero eso va a ser una trampa mortal para él. Luis Tosar, haciendo el típico papel inquietante al que nos está acostumbrando, es el fantasma del padre de las chicas, muerto pero insistentemente presente para la mayor. Al final, hay un giro argumental que pretende sorprender al público, aunque se ve venir. Pequeño papel de Carolina Bang, que aparece también en tareas de producción.

El año más violento, de J.C. Chandor. Magnífico film ambientado en el Nueva York de 1981. Un empresario dedicado al negocio del gasoil sufre frecuentes robos que amenazan con llevarlo a la bancarrota, justo cuando está negociando la compra de unos terrenos que le permitirán dar un salto cualitativo en el mercado. A partir de la investigación sobre qué está pasando, descubrimos que en el mundo empresarial en que se mueve lo habitual es actuar con modos mafiosos, donde el interés económico es la única ley. Chandor, director de la excelente Margin Call, parece empeñado en darnos una visión cruda de la sociedad capitalista, y a fe que lo consigue. Buenas interpretaciones de Oscar Isaac y Jessica Chastain y un excelente tratamiento fotográfico.

El congreso, de Ari Folman. Sobre este engendro no sé muy bien qué decir. Se inspira, sospecho que muy libremente, en un relato de Stanislaw Lem. Una actriz, Robin Wright haciendo de sí misma, vende su imagen a un mefistofélico productor de Hollywood (Danny Huston) durante 20 años, para que con ella puedan hacer películas sin su participación. Pasados los años asiste a un congreso… y aquí se acaba lo explicable, porque la trama argumental se convierte en un delirio de imágenes de animación sin pies ni cabeza, con algunos de los diálogos más tediosos que recuerdo en años, de bostezo garantizado. Sólo algunos de los dibujos, precisamente los que siguen una línea retro (no los que representan a Wright y a un insufrible personaje con la voz de Jon Hamm, que son feísimos), pueden distraer, especialmente porque incluyen muchas figuras conocidas que puedes jugar a reconocer (de Frank Sinatra a Michael Jackson, pasando por David Bowie, John Wayne o Clint Eastwood). Completan el reparto: Harvey Keitel (que dispone de un par de monólogos que son lo mejor de la película), Kodi Smit-McPhee (que corre el mismo riesgo que su compañera de reparto en Déjame entrar, Chloë Grace Moretz, que nos aburramos de verlos película sí, película también) y Paul Giamatti (con el piloto automático puesto).

La hija del general, de Simon West. Thriller resultón, aunque algo inverosímil, ambientado en un complejo militar donde aparece asesinada la hija del general en extrañas circunstancias, ella misma capitán del ejército. John Travolta es el investigador; James Cromwell, el general; James Woods, un oficial compañero de de la muerta (psicólogos), y con secretos inconfesables. Les acompañan Timothy Hutton, Madeleine Stowe (en un papel “florero” sin ninguna gracia) y Leslie Stefanson (la muerta, interesante presencia que sabe a poco).

Cierro mis comentarios “santos” con la revisión de Espartaco. No entro en cuestiones argumentales porque se trata de un film archiconocidísimo. Apunto algunos detalles en relación sobre todo a la supuesta “autoría” o no de Stanley Kubrick. De entrada, como ya dijimos el otro día, me parece el film menos Kubrick de Kubrick, hasta el punto que me cuesta reconocerlo en sus imágenes, más allá de una solvente resolución técnica. Quizá la batalla final (filmada en España) tiene algo de ese frío mecanicismo que a menudo nos ofreció el director neoyorquino. Hay algunos travellings marca de la casa, en especial uno sobre un mar de cadáveres después de la batalla final, pero menos efectistas y rompedores que en otros de sus films. Sorprende, para Kubrick, el marcado carácter romántico de la relación entre Espartaco y Varinia, quizá la única en toda su filmografía. Hay momentos de lirismo que veo más propios del interés del productor-actor, Kirk Douglas, que del director. A mí personalmente me gusta más la fase final de la película, desde el momento en que, brillantemente, se entrecruzan los discursos de Craso y Espartaco, antes de la batalla final. El montaje alterno ilustra que estamos quizá ante las dos caras de la misma moneda, ante dos personajes situados en los extremos pero que de alguna manera tienden a converger, con Varinia como nexo de unión. A partir de entonces, el film se hace cada vez más sombrío, más oscuro, más trágico, y nos enfrentamos a algunos de sus mejores momentos, no sólo el famoso “I’m Spartacus”, dicho por la multitud de esclavos en lucha, sino también el “testamento” de Graco o el enfrentamiento final entre Espartaco y Antonino, con ese reconocimiento (Antonino ve en Espartaco a un padre; este en Antonino a un hijo) tierno y ambiguo a un tiempo (sobre todo si tenemos en cuenta que sólo se llevaban 9 años y que el personaje de Antonino se mueve a lo largo del film en un terreno incierto ya desde la famosa escena del baño con Craso).

Uno de los elementos del film más celebrados es su guion, del black listed Dalton Trumbo. Es muy interesante leer la veintena de páginas que Douglas dedica a esta película en su autobiografía, cómo ponen de vuelta y media al autor de la novela, Howard Fast (también con pasado comunista, como Trumbo), y el papelón que jugó Kubrick a la hora de acreditar o no a Trumbo (y que está detrás de la célebre frase “Kubrick is a talented shit”). A mí me parece que, pese a su fama, el guion tiene algunas debilidades. Por ejemplo, resulta poco creíble (aunque no digo que imposible) la virginidad de Espartaco, en especial teniendo en cuenta el aspecto de macho alfa habitual en Douglas (algo parecido ocurría con Charlton Heston en Cuando ruge la marabunta); tampoco veo claro que Batiato (Peter Ustinov) no identifique al líder de los esclavos después de la batalla (ni siquiera se ve que lo intente), teniendo en cuenta lo que eso le supone económicamente (luego se justifica de algún modo, pero no me convence); la relación entre Espartaco y Varinia me parece, asimismo, demasiado naif, como poco justificado queda que un pobre esclavo de las canteras se convierta en un gran estratega y jefe militar en “cómodos plazos”. En la serie televisiva reciente (aunque sus intereses eran otros, evidentemente) todo esto se salvaba perfectamente, ya que Espartaco era un cabecilla tracio esclavizado por Roma, no un esclavo hijo y nieto de esclavos.
En fin, no me alargo, porque el film da mucho de sí. En todo caso, cito algunos detalles quizá no muy conocidos: Douglas quería distinguir lingüísticamente a los personajes, de modo que los esclavos eran americanos (él mismo, Curtis, Ireland, Strode, McGraw); los nobles romanos, ingleses (Olivier, para mí el rey de la función; Laughton, Ustinov; aunque no lo son John Gavin, como Cesar, o John Dall, como Glabro); y Varinia había de ser una actriz no angloparlante: se intentó con Elsa Martinelli o Jeanne Moreau, y se contrató inicialmente a la alemana Sabina Bethmann (presente en el díptico indio de Fritz Lang), sin demasiado éxito, con lo cual Douglas tuvo que despedirla y recurrir a la bellísima y encantadora británica Jean Simmons, a la cual, por cierto, se filma a menudo con un leve flou que contrasta con la manera de filmar los rostros de Espartaco y del resto de personajes principales.

En resumen, hay mucha tela que cortar alrededor de este film, que me parece quizá el menos representativo de Kubrick, aunque sin duda una gran película de productor. Puestos a jugar a la “política de autores” (que como juego está bien, pero que suele llevarnos a discusiones ociosas), para mí Espartaco es, ante todo, un film de y para Kirk Douglas.

Iniciado por mad dog earle

Cierro mis comentarios “santos” con la revisión de Espartaco. No entro en cuestiones argumentales porque se trata de un film archiconocidísimo. Apunto algunos detalles en relación sobre todo a la supuesta “autoría” o no de Stanley Kubrick. De entrada, como ya dijimos el otro día, me parece el film menos Kubrick de Kubrick, hasta el punto que me cuesta reconocerlo en sus imágenes, más allá de una solvente resolución técnica. Quizá la batalla final (filmada en España) tiene algo de ese frío mecanicismo que a menudo nos ofreció el director neoyorquino. Hay algunos travellings marca de la casa, en especial uno sobre un mar de cadáveres después de la batalla final, pero menos efectistas y rompedores que en otros de sus films. Sorprende, para Kubrick, el marcado carácter romántico de la relación entre Espartaco y Varinia, quizá la única en toda su filmografía. Hay momentos de lirismo que veo más propios del interés del productor-actor, Kirk Douglas, que del director. A mí personalmente me gusta más la fase final de la película, desde el momento en que, brillantemente, se entrecruzan los discursos de Craso y Espartaco, antes de la batalla final. El montaje alterno ilustra que estamos quizá ante las dos caras de la misma moneda, ante dos personajes situados en los extremos pero que de alguna manera tienden a converger, con Varinia como nexo de unión. A partir de entonces, el film se hace cada vez más sombrío, más oscuro, más trágico, y nos enfrentamos a algunos de sus mejores momentos, no sólo el famoso “I’m Spartacus”, dicho por la multitud de esclavos en lucha, sino también el “testamento” de Graco o el enfrentamiento final entre Espartaco y Antonino, con ese reconocimiento (Antonino ve en Espartaco a un padre; este en Antonino a un hijo) tierno y ambiguo a un tiempo (sobre todo si tenemos en cuenta que sólo se llevaban 9 años y que el personaje de Antonino se mueve a lo largo del film en un terreno incierto ya desde la famosa escena del baño con Craso).

Uno de los elementos del film más celebrados es su guion, del black listed Dalton Trumbo. Es muy interesante leer la veintena de páginas que Douglas dedica a esta película en su autobiografía, cómo ponen de vuelta y media al autor de la novela, Howard Fast (también con pasado comunista, como Trumbo), y el papelón que jugó Kubrick a la hora de acreditar o no a Trumbo (y que está detrás de la célebre frase “Kubrick is a talented shit”). A mí me parece que, pese a su fama, el guion tiene algunas debilidades. Por ejemplo, resulta poco creíble (aunque no digo que imposible) la virginidad de Espartaco, en especial teniendo en cuenta el aspecto de macho alfa habitual en Douglas (algo parecido ocurría con Charlton Heston en Cuando ruge la marabunta); tampoco veo claro que Batiato (Peter Ustinov) no identifique al líder de los esclavos después de la batalla (ni siquiera se ve que lo intente), teniendo en cuenta lo que eso le supone económicamente (luego se justifica de algún modo, pero no me convence); la relación entre Espartaco y Varinia me parece, asimismo, demasiado naif, como poco justificado queda que un pobre esclavo de las canteras se convierta en un gran estratega y jefe militar en “cómodos plazos”. En la serie televisiva reciente (aunque sus intereses eran otros, evidentemente) todo esto se salvaba perfectamente, ya que Espartaco era un cabecilla tracio esclavizado por Roma, no un esclavo hijo y nieto de esclavos.
En fin, no me alargo, porque el film da mucho de sí. En todo caso, cito algunos detalles quizá no muy conocidos: Douglas quería distinguir lingüísticamente a los personajes, de modo que los esclavos eran americanos (él mismo, Curtis, Ireland, Strode, McGraw); los nobles romanos, ingleses (Olivier, para mí el rey de la función; Laughton, Ustinov; aunque no lo son John Gavin, como Cesar, o John Dall, como Glabro); y Varinia había de ser una actriz no angloparlante: se intentó con Elsa Martinelli o Jeanne Moreau, y se contrató inicialmente a la alemana Sabina Bethmann (presente en el díptico indio de Fritz Lang), sin demasiado éxito, con lo cual Douglas tuvo que despedirla y recurrir a la bellísima y encantadora británica Jean Simmons, a la cual, por cierto, se filma a menudo con un leve flou que contrasta con la manera de filmar los rostros de Espartaco y del resto de personajes principales.

En resumen, hay mucha tela que cortar alrededor de este film, que me parece quizá el menos representativo de Kubrick, aunque sin duda una gran película de productor. Puestos a jugar a la “política de autores” (que como juego está bien, pero que suele llevarnos a discusiones ociosas), para mí Espartaco es, ante todo, un film de y para Kirk Douglas.

Curiosamente, mi padre, en mis inicios cinéfilos siempre me comentaba que en Espartaco mandaron los productores, y que Kubrick poca cosa tenía que decir, salvo dirigir por contrato seguramente, y por las palabras del compañero al decir "que es la menos Kubrick" me recordó que un padre siempre tiene razón ;)

Vista Sicario, fantastico film de accion con un reparto espectacular, una buena Emily Blunt y una vez mas un gran Benicio Del Toro, un papel mas secundario para Josh Brolin, pelicula muy bien ambientada y con escenas de mucha accion, tambien me encanto la banda sonora, muy recomendable, le doy un 8.

Iniciado por Alcaudón

Mervyn LeRoy era un director muy interesante en los años '30 (con obras del calibre de HAMPA DORADA, SOY UN FUGITIVO y THEY WON'T FORGET (por cierto, hay una estupenda edición en la desgraciadamente fenecida BANG BANG MOVIES (BB 1081)) y '40 (EL PUENTE DE WATERLOO, NIEBLA EN EL PASADO, TREINTA SEGUNDOS SOBRE TOKIO o MUJERCITAS (para mi gusto, mejor que la versión de Cukor)), pero en los '50 empezó su decadencia, aunque todavía tiene joyas como una película que me encanta que se titula LA MALA SEMILLA sobre una encantadora niña psicópata asesina...

Kirk Douglas siempre ha sido uno de mis actores favoritos e incomprensiblemente nunca ganó un Oscar (como tanta otra gente por cierto...). ESPARTACO siempre ha sido una de mis debilidades, aunque creo que estarás conmigo, amiga Olsen, que LOS VIKINGOS es una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos, también con Tony Curtis, que se hicieron entonces amigos y creó el personaje de Antoninus especialmente para él.

Y yo también prefiero DEMETRIUS Y LOS GLADIADORES, del gran Delmer Daves (uno de los más grandes directores de westerns del cine, a la altura de Ford, Hawks o Mann) sobre LA TÚNICA SAGRADA (cuyo mayor mérito es ser la primera película exhibida (que no rodada, que lo fue CÓMO CASARSE CON UN MILLONARIO) en CinemaScope 2.66:1 (y también en 1.37:1).

Espero que hayas solucionado los problemas que comentabas. Te mando un saludo cordial

Gracias, aunque me temo que no son problemas de ésos que se arreglan así como así ...

Yo ahora me estoy leyendo Quo Vadis, y confirmo mi impresión general de que los actores principales no están bien elegidos, a pesar de que la película, globalmente, es satisfactoria y tiene buenos momentos. Deborah Kerr, con ese aire estirado de institutriz británica era muy buena para otros papeles, pero no para Ligia, cuya fragilidad y delicadeza hubiera plasmado Audrey Hepburn (como se quiso hacer en un primer momento) de manera mucho más adecuada. Lo mismo es válido para Robert Taylor como Marco Vinicio: aunque muy guapo y sobresaliente en películas como La última caza (donde interpreta a un personaje que podría ser el correlato western de propio Vinicio, y con inclinaciones psicópatas ), sus maneras de chulo piscinas y el hecho de que era como quince o veinte años mayor de lo que el papel hubiera requerido, vuelven a Vinicio un personaje totalmente insoportable . Gregory Peck creo que me hubiera gustado mucho más.

A mí Kirk Douglas también me gusta bastante, y especialmente, la eximia Los vikingos, pero creo que las dos películas donde está mejor es El loco del pelo rojo (tiene delito que no se llevara el Oscar ; no recuerdo quién se lo quedó ese año) y El día de los tramposos.

Iniciado por mad dog earle

Antes de entrar a hablar de Espartaco, comento brevemente los films visionados por primera vez que me ha dejado esta Semana Santa:
The Relic, de Peter Hyams. Eficaz y efectista película de género fantástico, variante monstruo aterrador. Al Museo de Historia Natural de Chicago llegan unas extrañas cajas procedentes de Sudamérica. En una de ellas hay un ídolo que se ha de reconstruir; en la otra, sólo unas hojas y unos raros hongos. Mientras se prepara una exposición dedicada a la superstición, que se supone que ha de proporcionar fondos al museo (alrededor de la cual se mueven todo tipo de intereses, algunos bastante mezquinos), una presencia extraña empieza a cometer asesinatos. Se trata de un monstruo, de origen sorprendente y evolución incierta (a medio camino entre Alien y La cosa). Hyams entrega una película rodada con buen pulso, con un final pirotécnico, pero más controlado de lo habitual (se nota, para bien, que ya tiene 20 años). El reparto incluye veteranos como Linda Hunt y James Whitmore, aunque flojea en los protagonistas: un inexpresivo Tom Sizemore (el policía) y una asustadiza Penelope Ann Miller, como bióloga convertida en heroína de la función. Tiene detalles visuales que me recuerdan la serie Expedientes X (el uso de las luces de las linternas, por ejemplo).

Guardo muy buen recuerdo de The Relic, aunque la vi hace muchísimo. De este mismo director, que sospecho no ha tenido una carrera todo lo buena que quizá hubiera merecido, tengo en muy alta estima Atmósfera 0.

Iniciado por mad dog earle

Cierro mis comentarios “santos” con la revisión de Espartaco. No entro en cuestiones argumentales porque se trata de un film archiconocidísimo. Apunto algunos detalles en relación sobre todo a la supuesta “autoría” o no de Stanley Kubrick. De entrada, como ya dijimos el otro día, me parece el film menos Kubrick de Kubrick, hasta el punto que me cuesta reconocerlo en sus imágenes, más allá de una solvente resolución técnica. Quizá la batalla final (filmada en España) tiene algo de ese frío mecanicismo que a menudo nos ofreció el director neoyorquino. Hay algunos travellings marca de la casa, en especial uno sobre un mar de cadáveres después de la batalla final, pero menos efectistas y rompedores que en otros de sus films. Sorprende, para Kubrick, el marcado carácter romántico de la relación entre Espartaco y Varinia, quizá la única en toda su filmografía. Hay momentos de lirismo que veo más propios del interés del productor-actor, Kirk Douglas, que del director. A mí personalmente me gusta más la fase final de la película, desde el momento en que, brillantemente, se entrecruzan los discursos de Craso y Espartaco, antes de la batalla final. El montaje alterno ilustra que estamos quizá ante las dos caras de la misma moneda, ante dos personajes situados en los extremos pero que de alguna manera tienden a converger, con Varinia como nexo de unión. A partir de entonces, el film se hace cada vez más sombrío, más oscuro, más trágico, y nos enfrentamos a algunos de sus mejores momentos, no sólo el famoso “I’m Spartacus”, dicho por la multitud de esclavos en lucha, sino también el “testamento” de Graco o el enfrentamiento final entre Espartaco y Antonino, con ese reconocimiento (Antonino ve en Espartaco a un padre; este en Antonino a un hijo) tierno y ambiguo a un tiempo (sobre todo si tenemos en cuenta que sólo se llevaban 9 años y que el personaje de Antonino se mueve a lo largo del film en un terreno incierto ya desde la famosa escena del baño con Craso).

Uno de los elementos del film más celebrados es su guion, del black listed Dalton Trumbo. Es muy interesante leer la veintena de páginas que Douglas dedica a esta película en su autobiografía, cómo ponen de vuelta y media al autor de la novela, Howard Fast (también con pasado comunista, como Trumbo), y el papelón que jugó Kubrick a la hora de acreditar o no a Trumbo (y que está detrás de la célebre frase “Kubrick is a talented shit”). A mí me parece que, pese a su fama, el guion tiene algunas debilidades. Por ejemplo, resulta poco creíble (aunque no digo que imposible) la virginidad de Espartaco, en especial teniendo en cuenta el aspecto de macho alfa habitual en Douglas (algo parecido ocurría con Charlton Heston en Cuando ruge la marabunta); tampoco veo claro que Batiato (Peter Ustinov) no identifique al líder de los esclavos después de la batalla (ni siquiera se ve que lo intente), teniendo en cuenta lo que eso le supone económicamente (luego se justifica de algún modo, pero no me convence); la relación entre Espartaco y Varinia me parece, asimismo, demasiado naif, como poco justificado queda que un pobre esclavo de las canteras se convierta en un gran estratega y jefe militar en “cómodos plazos”. En la serie televisiva reciente (aunque sus intereses eran otros, evidentemente) todo esto se salvaba perfectamente, ya que Espartaco era un cabecilla tracio esclavizado por Roma, no un esclavo hijo y nieto de esclavos.
En fin, no me alargo, porque el film da mucho de sí. En todo caso, cito algunos detalles quizá no muy conocidos: Douglas quería distinguir lingüísticamente a los personajes, de modo que los esclavos eran americanos (él mismo, Curtis, Ireland, Strode, McGraw); los nobles romanos, ingleses (Olivier, para mí el rey de la función; Laughton, Ustinov; aunque no lo son John Gavin, como Cesar, o John Dall, como Glabro); y Varinia había de ser una actriz no angloparlante: se intentó con Elsa Martinelli o Jeanne Moreau, y se contrató inicialmente a la alemana Sabina Bethmann (presente en el díptico indio de Fritz Lang), sin demasiado éxito, con lo cual Douglas tuvo que despedirla y recurrir a la bellísima y encantadora británica Jean Simmons, a la cual, por cierto, se filma a menudo con un leve flou que contrasta con la manera de filmar los rostros de Espartaco y del resto de personajes principales.

En resumen, hay mucha tela que cortar alrededor de este film, que me parece quizá el menos representativo de Kubrick, aunque sin duda una gran película de productor. Puestos a jugar a la “política de autores” (que como juego está bien, pero que suele llevarnos a discusiones ociosas), para mí Espartaco es, ante todo, un film de y para Kirk Douglas.

Espartaco tiene lo que podríamos llamar licencias históricas de bulto, todo ello para hacer que el antiguo esclavo tracio se acomode mejor al papel de líder obrero y Jesucristo laico-revolucionario. Para empezar, no era un esclavo en las minas, sino un mercenario (había combatido en los ejércitos de Roma, de donde desertó), antes de acabar como esclavo. Tampoco murió en la cruz, sino combatiendo, y según parece, no se pudo identificar su cuerpo, lo que durante algún tiempo fomentó la leyenda de que no había muerto y volvería ("volveré y seré millones, etc...").

Hay una segunda parte oficiosa, una de esas entretenidas barbaridades que perpetraban regularmente los italianos, y que es un curioso crossover de Espartaco y El Zorro con ambientación antigua: El hijo de Espartaco .

Y me encanta lo guapo que está John Gavin como César



Además, según tengo entendido, más o menos a la vez que se empezaba a rodar Espartaco había otro proyecto de temática similar en marcha, Los gladiadores, basada en una novela homónima de Arthur Koestler, y que iba a tener a Yul Brynner como protagonista (también habría sido un gran Espartaco), y que se canceló en fase de preproducción.

Iniciado por Alex Fletcher

Curiosamente, mi padre, en mis inicios cinéfilos siempre me comentaba que en Espartaco mandaron los productores, y que Kubrick poca cosa tenía que decir, salvo dirigir por contrato seguramente, y por las palabras del compañero al decir "que es la menos Kubrick" me recordó que un padre siempre tiene razón ;)

Hay que tener en cuenta que Kubrick se sube al proyecto cuando ya está en marcha, con Anthony Mann habiendo rodado durante unas semanas (la secuencia inicial en las canteras). Según Kirk Douglas, cuando Mann se muestra incapaz de atar en corto al histriónico Peter Ustinov, en el segmento de la escuela de gladiadores, se deciden a despedirlo de común acuerdo (con alivio por parte de Mann, según KD) y se contrata a Kubrick, que salía rebotado del rodaje de El rostro impenetrable, que acabó dirigiendo el protagonista y productor, Marlon Brando. Douglas ya había trabajado con Kubrick en Senderos de gloria, y le ofreció un contrato para varias películas con su productora, Bryna. O sea que el neoyorquino estaba bien cogido. Además, el guion y el reparto estaban cerrados (aunque se cambió a la actriz que hace de Varinia, como he dicho antes). Conociendo su obra posterior, en la que Kubrick prestó siempre un cuidado obsesivo en la fase de preproducción de sus films y trabajó con guiones muy abiertos, se puede comprender que en Espartaco se dedicará a filmar el guion (que al parecer no le gustaba) con solvencia técnica, pero sin poderse implicar a fondo. Douglas le retrae en su autobiografía que jamás mostró una opinión favorable a este film, que no consideraba como propio en sentido estricto, cosa que entiendo perfectamente, al margen de la calidad del resultado. Como colofón a este rodaje, Kubrick pidió cancelar el contrato con Bryna, que le obligaba aún a tres películas más. Irónicamente, Douglas dice (estamos en la segunda mitad de los 80) que teniendo en cuenta que Kubrick sólo realizó 7 películas (supongo que contaba hasta Full Metal Jacket) después de Espartaco, la mitad hubieran sido de Bryna. Sabiendo también del intervencionismo de Kubrick en las bandas sonoras de sus películas, no creo que se sintiera demasiado cómodo con la de Alex North, a menudo omnipresente (en algunas ocasiones, en exceso para mi gusto).

Iniciado por Jane Olsen

Espartaco tiene lo que podríamos llamar licencias históricas de bulto, todo ello para hacer que el antiguo esclavo tracio se acomode mejor al papel de líder obrero y Jesucristo laico-revolucionario. Para empezar, no era un esclavo en las minas, sino un mercenario (había combatido en los ejércitos de Roma, de donde desertó), antes de acabar como esclavo. Tampoco murió en la cruz, sino combatiendo, y según parece, no se pudo identificar su cuerpo, lo que durante algún tiempo fomentó la leyenda de que no había muerto y volvería ("volveré y seré millones, etc...").

Hay una segunda parte oficiosa, una de esas entretenidas barbaridades que perpetraban regularmente los italianos, y que es un curioso crossover de Espartaco y El Zorro con ambientación antigua: El hijo de Espartaco .

Y me encanta lo guapo que está John Gavin como César

Además, según tengo entendido, más o menos a la vez que se empezaba a rodar Espartaco había otro proyecto de temática similar en marcha, Los gladiadores, basada en una novela homónima de Arthur Koestler, y que iba a tener a Yul Brynner como protagonista (también habría sido un gran Espartaco), y que se canceló en fase de preproducción.

Me centro en Espartaco: como tantos otros personajes de la Antigüedad, Espartaco tiene más de leyenda que de otra cosa (como la tiene otro crucificado unas décadas después, con una influencia todavía mayor en la Historía). En la serie de televisión a la que me refería antes, Spartacus: Blood and Sand, Espartaco (que no se llama así, ese es un nombre impuesto por los romanos), es un cabecilla tracio que lucha inicialmente al lado de las legiones romanas, está casado y parece ser un poderoso guerrero. Si nos quedamos con el libro de Howard Fast, Espartaco no muere en la cruz, sino en la batalla. Son otros esclavos los que mueren en la cruz.

Sobre El hijo de Espartaco, se trata de un atractivo peplum, que vi en mi infancia tropecientas veces, muchísimo antes que el film de Kubrick. Lo tengo en una mala edición en DVD y me parece disfrutable, pero en realidad poco tienen que ver con el personaje que nos ocupa.

Sobre The Gladiators, que iba a dirigir Martin Ritt, con Yul Brynner como Espartaco y otro blacklisted en el guion, Abraham Polonsky, y sobre un libro de otro escritor con pasado comunista, Douglas habla largo y tendido en su libro. Se preparon en paralelo, pero al final cayó el proyecto de Brynner y en cambio se realizó el de la Universal con Douglas. Al parecer había una fuerte rivalidad entre Brynner y Douglas (este dice en su autobiografía que él le caía mal a Brynner sin saber el porqué).

Por último, sobre John Gavin (que, como el director de fotografía, Russell Metty, era un habitual sirkiano en la Universal), vale la pena destacar que, ciertamente, luce un tipito resultón, incluso un poco pecho lobo, no sé si demasiado adecuado a los estándares romanos. En la secuencia de la foto parece que Craso (Olivier) se lo come con la mirada... Supongo que estaba en fase "caracol". Por cierto, que con Laughton y Olivier correteando por los sets rodeados de jóvenes apuestos en minifalda, el rodaje tuvo que ser de lo más divertido.

Iniciado por mad dog earle

Me centro en Espartaco: como tantos otros personajes de la Antigüedad, Espartaco tiene más de leyenda que de otra cosa (como la tiene otro crucificado unas décadas después, con una influencia todavía mayor en la Historía). En la serie de televisión a la que me refería antes, Spartacus: Blood and Sand, Espartaco (que no se llama así, ese es un nombre impuesto por los romanos), es un cabecilla tracio que lucha inicialmente al lado de las legiones romanas, está casado y parece ser un poderoso guerrero. Si nos quedamos con el libro de Howard Fast, Espartaco no muere en la cruz, sino en la batalla. Son otros esclavos los que mueren en la cruz.

De la serie de Espartaco sólo vi un episodio o dos, y no me gustó nada . Aunque lo cierto es que Espartaco es una de las figuras históricas en torno a las cuales se han tejido más mitos, sobre todo a partir del siglo XIX, cuando se rodeaba de cierta aureola de glamour y romanticismo todo aquelo que oliera a rebeldía y anticonvencionalismo, y especialmente en ámbitos socialistas y afines.

Iniciado por mad dog earle

Sobre El hijo de Espartaco, se trata de un atractivo peplum, que vi en mi infancia tropecientas veces, muchísimo antes que el film de Kubrick. Lo tengo en una mala edición en DVD y me parece disfrutable, pero en realidad poco tienen que ver con el personaje que nos ocupa.

En la película italiana había un maloso con un estanque con morenas o algo así, a donde tiraba a los que le caían gordos . Todo muy en línea de los ítalopeplums de la época.

Iniciado por mad dog earle

Sobre The Gladiators, que iba a dirigir Martin Ritt, con Yul Brynner como Espartaco y otro blacklisted en el guion, Abraham Polonsky, y sobre un libro de otro escritor con pasado comunista, Douglas habla largo y tendido en su libro. Se preparon en paralelo, pero al final cayó el proyecto de Brynner y en cambio se realizó el de la Universal con Douglas. Al parecer había una fuerte rivalidad entre Brynner y Douglas (este dice en su autobiografía que él le caía mal a Brynner sin saber el porqué).

Por último, sobre John Gavin (que, como el director de fotografía, Russell Metty, era un habitual sirkiano en la Universal), vale la pena destacar que, ciertamente, luce un tipito resultón, incluso un poco pecho lobo, no sé si demasiado adecuado a los estándares romanos. En la secuencia de la foto parece que Craso (Olivier) se lo come con la mirada... Supongo que estaba en fase "caracol". Por cierto, que con Laughton y Olivier correteando por los sets rodeados de jóvenes apuestos en minifalda, el rodaje tuvo que ser de lo más divertido.

...No sé si fue durante el rodaje de Espartaco o cuál (creo que fue Espartaco), que en una biografía suya cuentan que se hizo muy amigo de un extra de color, al que solía invitar a su caravana ... Igual me estoy colgando, pero creo recordar que quien contaba esto era precisamente su viuda...

Aunque no tiene nada que ver con Espartaco, en el mismo capítulo en que habla de esta película, Kirk Douglas cita un western incestuoso del que hablamos hace unos días, The Last Sunset, y cuenta que se extrañó de que Rock Hudson se mostrara algo esquivo con él. Años después, comenta Douglas, supo de la homosexualidad de Hudson y de que le atraían sobre todo los hombres rubios con ojos azules,... y entonces lo entendió todo.

Excelente análisis de la película, amigo earle. No podría haberlo hecho mejor.

Ciertamente es más una película de Kirk Douglas que de Stanley Kubrick, pero creo que tanto el guión de Dalton Trumbo (que se basa muy libremente en la novela de Howard Fast) como el reparto (especialmente Laurence Olivier, Charles Laughton y Peter Ustinov) son excelentes . Y ese formato 35mm Technirama 2.35 (exhibida en 70mm Super Technirama 70 2.21) aporta una notable claridad a la imagen .

Si Kubrick fue elegido por Douglas fue por el soberbio trabajo que hizo tras la cámara en la anterior SENDEROS DE GLORIA, una película mucho más personal a los intereses creativos del director. Pero creo que en ESPARTACO se aúnan de forma magistral el espectáculo y la reflexión, la emoción y el romanticismo, la sincera amistad y el odio más irracional.

En resumen, una de las películas favoritas que no me canso nunca de ver.

Star Wars. El despertar de la Fuerza (Star Wars. The Force awakens, J.J. Abrams, 2015)

Vista en V.O. subtitulada en español.

Segundo visionado de esta cinta, tras el pase que vi en cines el día del estreno, y me sigue pareciendo una decepción total, por cuanto tiene ciertos agujeros (y "porque síes") de guión y errores de casting que hace que la cinta vaya entrando en barrena pasados los primeros 20 minutos.

Es un remake descarado de Una Nueva Esperanza, con algunas gotas de El Imperio contraataca.

J.J. Abrams es buen director (quizás es el "hijo bastardo" de Spielberg de estos años), pero su pericia tras las cámaras y el ritmo que insufla a la película no consigue hacer que ésta iguale las expectativas que se fueron creando en torno a ella, debido a esos problemas de guión.

Una pena.

Espero otro jugoso análisis por tu parte, amigo earle, sobre THE LAST SUNSET (1961, EL ÚLTIMO ATARDECER)...