Volviendo al cine, mis tres últimos “estrenos”, todos ellos con apunte musical dedicado a tomaszapa:
Malos tiempos en El Royale (Bad Times at the El Royale), de Drew Goddard. De Goddard me había dejado buen sabor de boca su debut,
La cabaña en el bosque. Este, su segundo largometraje, confirma que estamos ante un director/guionista interesante, que gusta de repartos corales y situaciones con voluntad de originalidad. A mí el film me ha parecido por momentos un cruce entre el cine de los Coen y Tarantino, sobre todo a partir de cuando entra en acción el personaje de Billy Lee, una especie de trasunto de Charles Manson interpretado por Chris Hemsworth. Antes hemos visto como llegan al hotel/motel El Royale, justo en la frontera entre California y Nevada, una serie de estrafalarios personajes: un supuesto sacerdote católico (Jeff Bridges), una cantante de extraño comportamiento (Cynthia Erivo), un sospechoso vendedor de aspiradoras (Jon Hamm) y una joven (Dakota Johnson) que parece mantener secuestrada a una menor (Cailee Spaeny, una interesante revelación como actriz). A todos ellos los recibe un atribulado recepcionista (Lewis Pullman, hijo de Bill Pullman). Pronto veremos que ninguno de esos huéspedes es lo que parece. El film mantiene el interés, aunque a mi parecer le sobran bastantes minutos, sobre todo en el último tercio (que, por cierto, resulta bastante inverosímil en varios de los detalles, en especial en lo que tienen que ver con el fuego). La banda sonora es un festival de música de los 60, sobre todo de música soul y rythm & blues, pero la pieza que más me sorprendió, porque hacía eones que no la volvía a escuchar y contrasta con el resto, fue “Hush”, de Deep Purple.
Infiltrado en el KKKlan (BlacKkKlansman), de Spike Lee. La verdad es que para mí, como tengo la impresión que para muchos más cinéfilos, Spike Lee fue una agradable sorpresa a mediados de los 80 con
Norla Darling y después con
Do the Right Thing y
Jungle Fever, pero luego, poco a poco, su interés se fue diluyendo. En su día muchos lo comparaban con Woody Allen. Lee parecía completar la visión judía de Nueva York con una perspectiva fresca, combativa y desinhibida sobre la comunidad afroamericana (recordemos que dedicó un film a
Malcolm X). Aquí, con producción de Jordan Peele (el talentoso director de
Déjame salir), Lee parece querer reverdecer laureles adaptando una obra autobiográfica de Ron Stallworth (interpretado por John David Washington, hijo de Denzel), policía afroamericano de Colorado Springs que consiguió ser admitido en el KKK, desdoblándose gracias a un compañero, Flip (excelente Adam Driver), de origen judío, a la hora de dar la cara en las reuniones del Klan. O sea, un miembro negro que adopta el aspecto de un judío, doble burla para los racistas del KKK, que quedan, como es de esperar y de desear, a la altura del betún. Lee apuesta por un tono casi de comedia (con detalles propios del
blaxploitation) para narrar un hecho real (aunque convenientemente manipulado, entre otras cosas temporalmente), que retrata un submundo de una sordidez y miseria intelectual descorazonadora. Excelentes en su papel de
klansmen (o
klanswoman si eso es posible en un grupo tan machista) el finlandés Jasper Pääkkönen (como Felix), Ashlie Atkinson (como su mujer, Connie) y Topher Grace (como David Duke, “Gran Mago” del Klan). Si no fuera porque todo lo que se cuenta está basado en hechos reales, que además se refuerzan con imágenes del reciente conflicto en Charlottesville, parecería fruto de una mente calenturienta. A destacar pequeñas apariciones de Alec Baldwin y en especial de Harry Belafonte, describiendo a una audiencia de estudiantes un linchamiento escalofriante. Ah, y que no me olvide: a destacar también la bellísima Laura Harrier, a quien habrá que seguir la pista. La nota musical, dentro de una banda sonora repleta de temas de soul como corresponde, la pone un tema tradicional arreglado por Prince, “Mary Don’t You Weep”, creo que inédito hasta ahora, y el añejo (aunque adecuado para la época que representa el film) “Lucky Man” de Emerson, Lake & Palmer (¿alguien se acuerda aún de este “supergrupo”, como se le llamaba en la época?). Por cierto, no confundirlo con “Oh, Lucky Man”, de Alan Price (teclista en su día de The Animals).
Y para acabar, un sorprendente film de dibujos animados:
Orejas largas (Watership Down), de Martin Rosen, adaptación de la célebre novela de Richard Adams (de la que no tenía noticia hasta la fecha). Con un dibujo de línea clásica, Rosen nos cuenta la odisea de un grupo de conejos (liderados entre otros por Hazel, Avellano en los subtítulos en castellano, con la voz de John Hurt) para encontrar un nuevo paraje donde instalar su madriguera. Huyen haciendo caso de la profecía de un joven conejo, que prevé la destrucción de su actual emplazamiento, pero esa decisión les ocasiona diversos enfrentamientos con las jerarquías en una sociedad donde la libertad solo se consigue con gran esfuerzo. Ponen voces a los personajes, entre otros, Ralph Richardson, Denholm Elliott, Harry Andrews, Zero Mostel (como el pájaro Kehaar) o Nigel Hawthorne. Lo que más sorprende del film es su nivel de violencia, extremada si queremos ver la película como un film para niños, algo que desde luego no es. La banda sonora contiene una canción que tuvo éxito en su dia, “Bright Eyes”, interpretada por Art Garfunkel, de la cual tomaszapa seguro que nos podrá decir algo sobre su carrera comercial.