Joer, como me habéis recordado a las largas, improductivas pero divertidísimas discusiones bizantinas en la cervecería al lado del campus, en mis años universitarios... la cervecería te servía 3 quintos de cerveza fría por 150 pesetas, y entre trío y trío, mi amigo Jorge (melómano y cansino como él solo) y un servidor (más o menos igual de cansino) debatíamos sobre las bondades y maldades de la música, acompañando a veces al trío de cervezas con unos pinchos de tortilla de patata más grandes que mi cabeza, con aceitunas rellenas y mayonesa (para él. Para mí poner en una tortilla de patatas otra cosa que no sean patatas, huevo y cebolla, es un sacrilegio del que ya hablaremos..). Yo era de la
vanguardia de la época, él, del
viejo y clásico rock.
Y cuando discutíamos de más, o quería dar a entender que yo estaba piadosamente ciego y equivocado, solía sentenciar que "No pasa nada, todos somos humanos, ¡si hasta los Beatles tienen su Obladí-obladá!"
