La furia de los vikingos (
Gli invasori, 1961), de Mario Bava
Si hace unos días comenté dos películas de Antonio Margheriti, alias Anthony Dawson, un
giallo y un film de terror gótico, hoy le toca el turno al gran Mario Bava, en tareas de director, guionista (junto a otros) y director de fotografía. La película diríamos que es un péplum si estuviera ambientada en la Roma o Grecia clásica, pero en su lugar Bava nos traslada a finales del siglo VIII y principios del IX, cuando los vikingos llegaban con sus naves a las costas escocesas.
En ese marco temporal y geográfico se desarrolla una historia de venganzas e intrigas palaciegas, con un referente claro: el film de Richard Fleischer
The Vikings. Por supuesto, Bava entrega una película mucho más modesta en todos los aspectos, tanto de guion como de producción (lejos quedan esos maravillosos paisajes noruegos del film de Fleischer), con un reparto en donde destaca el actor norteamericano Cameron Mitchell y el italiano Giorgio Ardisson, encarnando a dos hermanos, hijos de un rey vikingo muerto en combate con los británicos, separados desde la infancia. Eron (Mitchell) se quedó con su pueblo, y ha llegado a convertirse en uno de los caudillos, dirigiendo las naves hacia Escocia. El otro, Erik, quedó en poder de los británicos y ha crecido como hijo adoptivo de la reina Alice (Françoise Cristophe), desconocedor de su origen, aunque una marca en el pecho certifica que es hijo de un rey vikingo. Eron se alía con el traidor Sir Rutford para combatir a la reina, pero las tornas se cambian, especialmente cuando Eron descubre en Erik a su hermano, después que durante una pelea singular entre ellos reconozca el símbolo en el pecho que los identifica. Eron acabará muriendo a consecuencia de una flecha traicionera y recibirá al final el típico funeral vikingo. Erik, por su lado, partirá hacia las tierras de los vikingos para dirigir a su pueblo. El film tiene el suficiente ritmo en su parte final, durante los combates, como para resultar un entretenido film de aventuras. Bava se sirve del
scope y de su habitual paleta de colores (esos fondos con iluminaciones verdes, azuladas, rojizas, tan artificiales) para dar brillo a un film quizá tópico, pero que seguro que alegró las sesiones dobles de la época en muchos cines de barrio. No destaca dentro de la producción de Bava, pero es disfrutable, si se ve con ese deseo de diversión un tanto ingenua con que se asistía a los cines en mi infancia.
Como curiosidad hay dos hermanas gemelas en pantalla, las actrices alemanas Alice Kessler (Rama) y Ellen Kessler (Daya), encarnando a sacerdotisas de Odín, aunque su virginidad y dedicación exclusiva al dios queda comprometida por su atracción por los hermanos (aunque difícil es decir si de Rama por Erik y Daya por Eron o viceversa; incluso Eron las confunde en un momento determinado).