Aparte de Amor, tengo por ahí Flic Story y Tres colores: Rojo. A ver por cuál me decido yo. Intentaré buscar algo de Rohmer para el hilo también.
(…) Por el contrario, está claro que si queremos permanecer en el nivel del arte, debemos mantenernos en el ámbito de la imaginación. Tengo que poder contemplar lo que sucede en la pantalla como una simple historia, como una evocación que no toque nunca el nivel de la realidad, al menos a no ser que deba resultar cómplice tras el hecho de una acción o de una emoción que demande discreción para poder realizarse.
Esto significa que el cine puede decirlo todo, pero no mostrarlo todo. No existen las situaciones sexuales – morales o inmorales, impactantes o banales, normales o patológicas – cuya expresión esté a priori prohibida en pantalla, pero a condición de que se recurra a la capacidad de la abstracción del lenguaje cinematográfico, para que la imagen no termine nunca por adquirir una calidad documental.
Es por eso que Y Dios creó a la mujer me parece, a pesar de algunas cualidades buenas que le reconozco, una película en parte detestable.
Es de André Bazin, del libro que reúne sus principales artículos (¿Qué es el cine?). Creo que la dialéctica de Truffaut, al menos en este caso, parte de una posición filosófica seguramente influenciada por los postulados de su mentor y tutor: católico y humanista en tiempos de Sartre, y piedra angular para esa parte de la ola que llegó al cine a través de la crítica. Lo que define a un autor según Bazin es su estilo, y el estilo es la puesta en escena.
Una posición que se ganó también sus reproches, no tanto en términos relacionados con lo sexual, sino más bien con lo social: que un existencialismo cristiano como el de Bazin se aproxime a una obra como Los olvidados de Buñuel en términos de trascendencia y de metafísica, e interpretando las problemáticas del mundo en base a la estética y la psicología, terminaba por lo visto resultando bastante incompatible con otros conceptos más “marxistas” como los de clase, explotación o propiedad.
Aprovecho por eso para dejar un artículo en el que Roland Barthes, semiólogo e intelectual francés, le da unos cuantos palos a El Bello Sergio de Chabrol por esa misma razón.