Aquí tiene una pinta menos cutrosa y más supermanera, pero a mí sigue sin convencerme.
Cierto. Esperemos que el chaval se lo llegue perdonar algún día. A mí no me hubiese gustado nada que mis padres me hubiesen puesto Barbarella o Escarlata O'Hara, aunque seguro que hay cientos de inocentes infantes que cargan con desafueros onomásticos semejantes.