Aprovecho tu comentario para recordar lo que declaró el propio Bergman sobre este film (y que cité en mi comentario de hace ya dos años y medio): “la película iba a tratar de una pareja de músicos de la orquesta sinfónica de Helsingborg. El disfraz era puramente formal, trataba de Ellen [su mujer del momento] y de mí, de las condiciones del arte, de la fidelidad y la infidelidad. Además la música iba a fluir a raudales por la película”. La música, ciertamente, fluye a raudales (quizá demasiado), y las infidelidades son un elemento característico de su obra... y al parecer de su vida. Uno acaba pensando que sus películas eran una especie de exorcismo personal, vista la multitud de parejas que tuvo, formales o no.