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Probablemente fue este uno de los momentos más dulces en la vida personal y profesional de Roman Polanski: casado con Sharon Tate y trabajando con un gran estudio, la Parmount, en una de las películas que más éxito le iba a reportar en su carrera, si no la que más. Poco podía suponer lo que se le venía encima :wtf
Lo cierto es que nunca estuvo muy claro que Roman fuera a dirigir el proyecto. Para ello tenía que ser aprobado por William Castle, que era, como ha dicho mad, el poseedor de los derechos de la novela: la entrevista tuvo lugar en el despacho de Castle que, según declaraciones, veía a Polanski como un joven insolente, presumido y chulo, y para Castle, la entrevista era un trámite: educadamente, le diría que él no era el adecuado para el proyecto. La subsiguiente entrevista acabó durando tres horas, durante las cuales evidentemente, las primeras impresiones del veterano cineasta cambiaron, ya que al terminar la entrevista ya estaba decidido que Polanski dirigiría la película.
1968 fue un año capital para el cine fantástico. Ese año se estrenaron dos películas de terror (la presente y por supuesto, "La noche de los muertos vivientes") y dos de ciencia ficción ("2001", y "El planeta de los simios") que cambiaron para siempre la concepción del cine fantástico como refugio de serie B (o directamente, serie Z), de películas para chavales y autocines que ningún adulto se tomaría en serio, e introdujeron en el público "mainstream" dos temas que serían capitales en el devenir del fantástico: los muertos vivientes, y la brujería, o el culto al diablo.
La película comienza con la visita del matrimonio Woodhouse al edificio Bramford, donde esperan alquilar un apartamento, si es que pueden, pues económicamente no son un matrimonio boyante: Guy es un actor que no ha acabado de despegar en su carrera, y Rosemary es ama de casa. No tardamos en ver los mimbres de este matrimonio, él, un tipo abstraído en su carrera y algo egoísta, ella, insegura, como pez fuera del agua.
Me encantan esos momentos cotidianos que Polanski refleja con gran acierto, en los que la pareja va escuchando voces y ruidos producidos por los Castevet, y van haciendo conjeturas sobre ellos, hasta que el suicidio de Terry empuja a las dos parejas a conocerse.
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Es en la primera cena entre los Castevet y los Woodhouse en donde tiene lugar una de las escenas que más enigmáticas me resultan de la película y que conecta, además, con otras obras de Ira Levin.
Polanki comentó que siempre tuvo dudas acerca del proyecto, ya que él era agnóstico y no creía en dios, ni en un demonio, y por lo tanto la historia estaba en contradicción respecto a sus creencias personales. Y que el escape para solucionar el problema fue dar una segunda vía de explicación a los hechos: la locura de Rosemary. Polanski estructura su película de modo que todo puede ser verdad: las casualidades, los nombres, los hechos, puede haber una conjura de brujos. Pero también pueden ser fruto de una mente enferma, fruto del embarazo, de la inseguridad de Rosemary y del choque de sus creencias religiosas (educada como católica) y las de su marido (ateo y anti-clerical).
Polanski quería que el espectador sacase de la película la opción que prefiriese: brujería o locura. Yo pienso que la "conspiración" es real, y que "La semilla del diablo" es una película sobre brujos, y desde ese punto de vista, como digo, esa primera cena entre las dos parejas es muy sugestivo: en un momento dado, Minnie (incomensurable acierto de casting ya comentado) y Rosemary friegan en la cocina los platos de la cena, y Minnie parece llevar a cabo su tarea mucho más lentamente de lo necesario, mientras Roman y Guy hablan en el salón, nada se escucha de su conversación, la chica solo acierta a ver el humo de los cigarrillos que fuman.
Cuando finalmente las dos mujeres vuelven al salón, Roman tiene un aspecto taimado y tranquilo, mientras que Guy se muestra azorado, claramente culpable, se levanta, se sienta, no sabe articular palabra. Es evidente de que, en ese espacio de tiempo, Roman le había puesto al corriente de lo que podría ganar si se une a ellos. Y siempre he pensado, que en ese momento, Roman tiene que haberle dado alguna muestra de su poder. Porque si un tío al que acabas de conocer te dice que es brujo, lo más probable es que solo quieras salir por patas de ahí. Pero, ya en su casa, Guy manifiesta su deseo de volver al día siguiente a hablar con Roman, solo. Es decir, Roman tiene que haberle dado, en ese tiempo, alguna seguridad, alguna garantía de que no es un chiflado sin más, ¿pero cual?
Algo parecido ocurre en "The Stepford Wives" novela de Ira Levin cuya trama es calcada a esta, una comunidad que teje un complot en torno a una protagonista femenina, que es consciente del complot pero no de su propósito, hasta el final. Aquí, una pareja liberal, de ideas feministas, se muda a un pueblo tranquilo y provinciano, donde hay un "club de hombres" donde solo pueden entrar ídem, al que el marido es invitado. Él decide ir, únicamente con motivo de empezar a introducir ideas más modernas y poder producir una apertura mental en ese grupo. El marido regresa a casa a las tantas, sin embargo, llorando, presa de alguna fuerte emoción, incapaz de explicarle nada a su esposa, y a partir de ese momento, su comportamiento cambia por completo. Como digo, son paralelismos interesantes dado que provienen del mismo autor.
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La semilla del diablo me gusta también porque es una película muy setentera, para bien: al igual que en otras, como French Connection o como Taxi Driver nos muestra la vida en esa ciudad y en esa época: la visita del Papa, el Time con la portada negra "Dios ha muerto", las reuniones sociales de la época entre amigos, los problemas para encontrar vivienda, los problemas de pareja y roles sociales, los conflictos generacionales, el interés por lo oculto... es un apunte de lo más interesante.
Llega, finalmente, el momento en que Rosemary se "desmaya" y tiene su pesadilla / cópula con el demonio. Es una escena que sufrió censura en varios países, España incluido, me temo :sudor en 1968 todavía estábamos bajo el "gozoso régimen" que se preocupaba de pensar por sus ciudadanos que debían ver, y que no debían ver. He de decir que conservo una copia de la película en VHS con el montaje amputado, y que cortan todos los planos en que sale Mia Farrow desnuda en la cubierta del barco, la cópula demoniaca, la escena en la que Rosemary besa el anillo del Papa que es un amuleto con raíz de tanis... la película se estrenó en cines y en vídeo censurada, y no fue hasta la llegada del DVD que la pudimos ver íntegra, que yo sepa.
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Curiosamente, Polanski quería que William Castle interpretase al doctor Sapirstein, cosa que este se negó, aunque accedió a protagonizar un cameo que tiene su gracia si conoces la anécdota, donde, precisamente, Rosemary le confunde con el ginecólogo en una cabina telefónica, escena que ha sido homenajeada varias veces, por ejemplo, al comienzo de "Aullidos" de Joe Dante, donde era otro veterano productor, Roger Corman, el sujeto de la cabina que produce un equívoco.
Bien cierto es que, como dice mad, estos brujos resultan una amenaza ridícula, casi imposible de tomar en serio: una serie de viejecitos, retirados o pertenecientes a profesiones cultas, gente que ha viajado, ha estudiado, y aún así mantienen una religión que es real para ellos. Como decía Merlín en "Excalibur" de John Boorman, al inquirirle Arturo, en el momento más dulce de Camelot, donde se esconde el mal, "donde menos se lo espere". Un grupo de amables ancianos y de profesionales cultivados, personas aparentemente racionales e inofensivas, podrían ser, literalmente, tu vecino.
Hubo bastantes problemas y choques fuertes entre Casavettes y Polanski, llegando al punto de que Cassavettes declarara que Polanski era "un genio como director, pero como persona, detestable", mientras que Polanski confesó que había "castigado" la interpretación de Cassavettes en la sala de montaje y que este solo tenía interés en interpretarse a si mismo. No sabemos exactamente a qué se refiere el director polaco con esa declaración, pero en cualquier caso, el Guy Woodhouse de John Casavettes es maravilloso, un tipo repugnante y monstruosamente egoísta. Me encanta esa escena en que Rosemary se entera de que, aparentemente, ha perdido a su bebé, y él está feliz como unas castañuelas, hablándole de como las compañías cinematográficas se están matando por contratarle, ajeno e insensible al dolor de su mujer. Me encanta su "explicación" final ante Rosemary, "Me prometieron que no te harían daño y no te lo han hecho", todo después de que su mujer pase un parto con extremos dolores, haya sido engañada, manipulada, hayan asesinado a uno de sus mejores amigos, haya creído que estaba volviéndose loca, después de que haya pasado por el drama de creer que ha perdido al hijo que esperaba... pues si Guy no entiende estas cosas como "hacer daño", miedo me da preguntarle que es hacer daño a alguien :D
Me gustan mucho (por conectarlo con "Repulsión") los paseos de Rosemary por un Nueva York que parece ignorarla, agresivo y frío, igual que los paseos frenéticos y sin rumbo de Catherine Deneuve por Londres. La teoría de que todo sea fruto de una neurosis, ya sea provocada por el estrés del embarazo, por los problemas de Rosemary para aceptar su rol y sus puntos de vista sobre la religión, lo cierto es que todo podría ser casual, y la última escena, una alucinación de alguna clase.
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Pero, lo cierto es que hubo quien SÍ se tomó en serio la parte satánica de "La semilla del diablo": se recibieron en la Paramount no pocas amenazas anónimas por parte de diversas sectas satánicas afincadas de California, que advertían lo caro que iban a pagar Polanski y sus socios en la película por meterse en lo que no debían.
Hoy podríamos pensar que esos anónimos fueran un truco publicitario de la productora, pero vistos los terribles hechos acaecidos en 1969 contra Sharon Tate y los invitados que había en su casa, tal cosa quedaba descartada.
En cualquier caso, prescindiendo de las teorías conspiranoicas y de la salsa que le sacó al caso la prensa amarilla (acusando incluso a Polanski de ser practicante de la brujería y de estar vinculado con los asesinatos), prescindiendo de las muchas posibles interpretaciones, estamos ante una obra maestra del cine fantástico y ante una de las películas que cambiaron la mentalidad de los grandes estudios sobre que ese tipo de cine era "de consumo" y jamás podría ser algo parecido al arte.
La novela de Ira Levin la leí hace años y está muy bien, el guión sigue con notoria fidelidad todo lo ocurrido, hay diálogos enteros que son idénticos, muy pocos cambios. Recuerdo que Rosemary y Guy no viven con Hutch, como en la película, sino en un mini-apartamento de una habitación: la relación con Hutch se debe a que era vecino y amigo de Rosemary en los años en que esta vivió soltera en Nueva York, en un apartamento con otras chicas. Pero en general, es una adaptación espléndida. Varios directores que han llevado a la pantalla obras de Ira Levin han puesto de relieve lo "cinematográficos" que son sus libros.
La película, un clásico :abrazo