Nunca había oído esta anécdota (o la había olvidado). En todo caso, si fue Selznick quien decidió que el personaje de Fontaine no tenga nombre (como ya pasa en la novela), la acertó. De todas maneras, me extraña que Hitchcock le quisiera poner nombre, porque ese detalle es esencial, igual como me sorprende que planteara un inicio distinto al de Manderley, con ese voz que parece que nos llegué dentro de un sueño.