Cero spoilers.
Para mi sorpresa, disfruté la cuarta entrega, y pensé que la nostalgia, la idealización de la trilogía original, jugó en su contra. Vamos, que me pareció mejor que El templo maldito. Tenía muchos de sus problemas: exageraciones y falta de rumbo y épica. La nevera, las lianas... no difieren mucho de las paridas que se ven en la mina. Y la fotografía tan luminosa resultaba chocante... pero no menos que el tono a lo James Bond que de repente se convierte en una de terror de baratillo con personajes gritones. Pero en La calavera veía más de la sustancia Indiana Jones, la aventura, la fascinación por descubrir cosas, los escenarios exóticos, los misterios... y los personajes secundarios me parecieron dignos, aunque fuera por los pelos.
La quinta... Me ha parecido peor que La calavera y que El templo. Larga, repetitiva, sin alma, obsesionada con el homenaje y la despedida más facilona en vez de contar algo. Si la cuarta luchaba contra el factor nostalgia, esta contra la antigüedad. Intenta homenajear más que tener personalidad propia. Justificar edades y buscar relevos por la fuerza, dejando de lado bochornosamente a Shia Labeuf, que dicho sea de paso tampoco se sentía justificado. Y se ahoga en lugares comunes y tópicos. Hasta los efectos sonoros de los puñetazos, por mantenerse fieles, suenan mal, fuera de lugar, anticuados, irreales.
Lo poco moderno también le sienta mal: la duración hace estragos. Se piensa que a más longitud mayor trascendencia, y no. El simplón argumento se dispersa en escenarios repetitivos hasta el hartazgo. Más y más persecuciones todas iguales hasta aburrid. ¿Qué hay del sentido de la aventura? Esto parece un James Bond, Misión imposible o Jason Bourne de segunda. Y literal, porque el montaje y las pantallas de fondos apenas pueden esconder los trucajes evidentes que parecen de películas de hace veinte años. Cuando se ve a un muñeco digital corriendo encima de los trenes pensé en Tropas del espacio o El Señor de los Anillos. Ya habéis comentado el tema de lo mal que se usa el dinero en superproducciones modernas.
Los arcos de los personajes amagan con algo... algo de... nada, todo apunta a estereotipos vulgares y acaba confirmándolo. El niño, un sabihondo repelente. La ahijada, un guiño al feminismo moderno de lo más cargante, y eso que la actriz salva bastante la papeleta. Indiana, lo justo de emotivo en su entrada en la vejez con los topicazos de memorias, no me siento en mi lugar y tal. El niño se diluye y te olvidas de él, la mujer se atasca en lo básico (como mujer emancipada lo sé todo sobre todo, pero como vivo en un mundo de hombres no tengo sentimientos), y con Indiana pasan de un final épico memorable para tener uno ñoñas vergonzoso, y todo por no atreverse a dar espacio a otros personajes de la saga de su edad. Pero lo peor los enemigos. El principal prometía por tener a Mads Mikkelsen... pero no ofrece recorrido alguno. Sus compinches, genéricos, de película infantil, cargantes hasta el hartazgo. En la cuarta no brillaban, pero no daban pena y parecían ser mínimamente relevantes en los problemas de los protagonistas.
En el clímax final, torpemente introducido, pega un subidón enorme que ya no me esperaba; bueno, el giro en líneas generales se veía venir de lejos, pero no con esa grandilocuencia desorbitada que vuelve a recordar que estamos en Indiana Jones........ Pero telita como lo desperdician. Los malos, más tontos que nunca, y para rematar, fuerzan el dichoso momento donde deshacen todo lo andado con Indi para buscar una despedida que no sé qué productor de los demonios pensó que era más adecuada. Así que acabamos con una despreciable y ridícula reunión final que termina por ahogar la cinta en la mediocridad.
Visualmente también es un tanto pobre, no por los fallos garrafales con las escenas de efectos especiales, sino en general. Rutinaria, sin la cacapidad de homenajear al género y sacarse de la chistera nuevas y maravillosas imágenes como hizo Spielberg en la trilogía. Al menos en la cuarta mantuvo una narrativa enérgica y con muchos buenos detalles que aquí no hay. No puedo culpar a James Mangold, por ser una película de productores más de que de autores y haber visto su valía en otros títulos. O sí, por apuntarse a algo con potencial sin mostrar ganas... No sé.
John Williams es el único que ha madurado, tanto que la banda sonora queda fuera de lugar. Seria, ominosa, densa, maravillosa, para un relato que es insustancial y cansino hasta resultar olvidable.