HABLEMOS DE POLÍTICA INTERNACIONAL y hablemos de metáforas. En España estamos muy conformes con que nos digan que "Dame más gasolina" es una metáfora, pero no. Si alguien ahí fuera se ha preguntado alguna vez por qué los extraterrestres en los años '50 eran malvados, pasaron a ser nuestros amigos en los '80 y últimamente vuelven a ser más malos que la quina, que nadie se crea que es fruto de la casualidad. Lo de la improvisación no tiene tanto predicamento fuera de nuestras fronteras. Benditos sean los americanos por mantener vivo el noble arte del subtexto que en el resto del mundo da sus últimos estertores. Los extraterrestres siempre han sido la sublimación de la situación internacional. Si en los '50 vivíamos en la guerra fría, los alienígenas eran malvados; si en los '80 al paraíso socialista empezaban a saltársele los costurones y era evidente que les faltaban tres telediarios para mutar en democracias, era el momento de tender la mano a los marcianos. Si en el SXXI Spielberg decide resucitar a los peores de todos los extraterrestres, los de H.G. Wells, algo está queriendo decir. Que este director no da puntada sin hilo.
USA, 2005. T.O. War of the Worlds
Director: Steven Spielberg , Guión: H.G. Wells, Josh Friedman, Duración:116 min, Reparto: Tom Cruise, Justin Chatwin, Dakota Fanning, Tim Robbins, Miranda Otto
Antes de entrar en todas las lecturas de la película y en los mandobles que da a diestro y siniestro, déjenme hablar de lo que es puramente acción. Cuando se ve una película como ésta, no queda más remedio que entender por qué Spielberg es uno de los mejores directores de la historia. En una trama literalmente copada por la acción, consigue que cada escena sea sorprendente e impactante. Escalofriante. Sobresaliente. El comienzo del filme, con su luz degradada, recuerda mucho al principio de "Salvar al soldado Ryan", gracias a un realismo espectacular en el que los ingenios extraterrestres cobra una fisicidad prácticamente nunca vista en el cine (no sólo son impresionantemente reales a nivel de textura, es que el diseño es tan "técnico", que uno puede creerse perfectamente que esos aparatos pueden aterrizar aquí mañana mismo. Es el realismo sucio de "Star Wars"). Sin embargo, con mano magistral, a medida que avanza la película, el director es capaz de ir cambiando toda la dirección artística para rendir infinitos tributos, no sólo a la película original de 1953, sino al cine de los '50 en general, con sus contraluces, y sus decorados artificiosos y saturados de color. ´"La guerra de los mundos" utiliza de manera sabia todas las posibilidades que la tecnología ofrece para servirnos un filme con ambiente de pesadilla del que parece imposible despertar... y sobrevivir.
Hablando de la película de 1953, es entendible que en su momento, a merced de sus f/x se convirtiera en un clásico, pero a nivel de guión parece un cuento infantil en comparación a ésta, y teniendo en cuenta que su protagonista, Gene Barry, es uno de los peores actores de la historia (quien por cierto hace un cameo en ésta), insistir en que la original es mejor que este remake, será cuestión tan sólo de cabezonería. Varias son las diferencias que separan a los dos filmes y que hablan mucho de cada momento histórico. En primer lugar el protagonista. Mientras que en la primera es un científico de primera línea, una eminencia que reparte tranquilidad allí por donde va, en la segunda es un pobre hombre, sino white trash, casi. Desaparece esa seguridad que Estados Unidos podía tener en sus '50. La película de Spielberg está dominada por un sentimiento de indefensión e impotencia contínuo. Si en la original las relaciones familiares son ortodoxas y hasta aparece un cura que bendice la unión entre los protagonistas, en esta segunda se nos presenta una familia desestructurada, para que se vea como cambian las cosas.
Porque la película no habla sólo de política internacional. También es un hondo repaso a los conflictos personales. Se reflexiona sobre el miedo y sobre la búsqueda de refugio presentando una relación paterno-filial en la que el padre tiene tanto pavor como los hijos, y pocos elementos hay tan perturbadores a nivel de subconsciente, como el hecho de descubrir que el padre, figura protectora por antonomasia, está tan indefenso como el hijo, (sublimación de nuestro mundo actual en el que ya nada nos garantiza protección). Al mismo tiempo, se presenta el propio conflicto generacional, lo que ayuda a sobredimensionar la trama. En cada "acto", el personaje interpretado por Tom Cruise tendrá que enfrentarse a una decisión moral de transcendentísimas implicaciones. Porque "La guerra de los mundos" no habla sólo de un ataque extraterrestre. También habla de que el hombre es un lobo para el hombre, y el instinto de supervivencia tiene que hacer frente al pillaje y al propio instinto de supervivencia del resto, lo que da lugar a unas secuencias magníficas.
La película recuerda en todo momento a imágenes que todos tenemos frescas en la memoria. Los murales con anuncios preguntando por familiares desaparecidos; los edificios cayendo vistos a través de las calles; aviones presentados como elemento de destrucción; gente caminando por las calles cubierta de polvo... Al mismo tiempo el guión, obra de David Koepp (autor de grandes películas como "Carlito's way"), no se queda atrás y muy metafóricamente se presenta crudo en su mensaje. El primer edificio aniquilado es una iglesia (mientras que en la original las iglesias servían de refugio); se habla de esas máquinas "dormidas" desde tiempos inmemoriales bajo los suelos de la civilización, esperando agazapadas para poder destruirla por sorpresa y sin posibilidad de defenderse; un personaje llega a preguntar si el ataque proviene de Europa (yo creo que por primera vez en el cine), consideración de enemigos que nuestro continente se está ganando a pulso a través de un antiamericanismo irracional y de contínuos desprecios; se comenta que en Japón han sido capaces de destruir algunas de esas máquinas, una manera muy sutil de decir "Hola, Asia; Adios, Europa", una realidad, la de cómo el viejo continente se está quedando en el rincón de la historia, que empieza a ser evidente para todos aquellos que no se conforman con el telediario de los late-shows; el final de la película está relacionado con una escultura de un soldado de la guerra de independencia... El quiera entender, entenderá.
Tom Cruise, excepcional. Dakota Fanning, lo mismo. Por último, decir a todos aquellos a los que les parezca que el final es "hollywoodiense", que le imputen la responsabilidad al propio H.G. Wells, quien no sólo coloca a la naturaleza siempre por encima del hombre, sino que además concluye su relato con un optimismo que podríamos llamar antropológico, de no ser porque la expresión es un disparate conceptual. La historia del cine por fin tiene su película sobre el 11S. Recomendada para amantes del gran espectáculo y para gente que duerme con un ojo abierto...