Fin de semana con cine español:
Murieron por encima de sus posibilidades, decepcionante astracanada de Isaki Lacuesta. Lacuesta se ha labrado un cierto prestigio con películas que se mueven en un terreno próximo al documental de ficción (como el celebrado
Cravan vs. Cravan), films de
qualité bien recibidos por la crítica. Aquí, en cambio, entrega una película cercana al Berlanga más zarrapastroso o incluso a las propuestas de Santiago Segura y sus amiguetes o del Álex de la Iglesia más desmadrado. Cinco personajes esperpénticos (con la cara de Raúl Arévalo, Julián Villagrán, Albert Pla, Jordi Vilches e Iván Telefunken), salidos de un psiquiátrico a donde han ido a parar por hechos delictivos (homicidios más o menos voluntarios, que se ilustran en forma de flashbacks), se lían la manta a la cabeza (en este caso el disfraz del oso panda de los morosos) y se lanzan a secuestrar al presidente de un cierto Banco Central (que encarna Josep Maria Pou, transmutado en una especie de versión ibérica del coronel Kurtz). Si el arranque sorprende por lo desprejuiciado del planteamiento, la película va perdiendo gas hasta desembocar en un tercio final francamente lamentable. Abandonada toda esperanza que el engendro funcione como comedia, queda la curiosidad de ir descubriendo las caras conocidas que aparecen en pantalla: Imanol Arias, Carmen Machi, Luis Tosar, Alex Brendemühl, Eduard Fernández, Emma Suárez, Sergi López, José Coronado, Ángela Molina, José Sacristán, Ariadna Gil y un largo etcétera. Mención especial merece la presencia (sólo cameo en algún caso) de diversos integrantes de eso que se ha venido a llamar, dentro de la música popular catalana, “música galàctica” (además de Pla y Telefunken, Pau Riba, Jaume Sisa o Pascal Comelade). Sólo para fans de Pla, que es de los que salen mejor parados de la función, además de componer la banda sonora junto a su compañera Judit Farrés.
Gente en sitios, de Juan Cavestany. En este caso se trata de un experimento curioso, irregular pero refrescante. Cavestany va entrelazando breves (brevísimas en algún caso) historias de personajes diversos, algunas con un notable toque absurdo e incluso fantástico, y casi siempre con un poso de humor tirando a negro. Vista la propuesta, el resultado es como se puede imaginar muy heterogéneo, pero gracias a un metraje que no llega a los 80 minutos se digiere sin especiales ardores. También en este caso el reparto es quilométrico (de Maribel Verdú a Antonio de la Torre, pasando por Tristán Ulloa, Alberto San Juan, Eduard Fernández, Carlos Areces, Javier Gutiérrez, Ernesto Alterio o Santiago Segura, entre los nombres más famosos).
Por último, revisada
El día de la bestia, de Álex de la Iglesia, ahora que ha superado ya los 20 años de vida. No me extiendo, porque es un film más que conocido. Sólo apunto que me sigue pareciendo una comedia fantástica muy bien resuelta, con un ritmo envidiable y unos personajes antológicos (ese teólogo con chapela encarnado por el malogrado Álex Angulo; el satánico de Carabanchel que compone Santiago Segura o su madre, Terele Pávez, la impagable dueña de la pensión). Divertida, trepidante y original, sin desdeñar algunos apuntes críticos (esos fascistas asesinos del “Limpia Madrid”), para mí sigue siendo la mejor película con diferencia del bilbaíno.