Varios momentos a destacar, además de todas las líneas de guión de Fishburne (incluido su breve monólogo sobre el tiempo, que viene a actuar como una especie de reflejo especular sobre el que Tom Waits hacía en Rumble Fish sobre el mismo tema):
A). El anexo del vodka que Driver añade al acabar de recitar íntegramente ser o no ser de Hamlet, además con total naturalidad. Buenísimo.
B). En esa misma secuencia, se puede escuchar el sonido de una caja registradora después de que Dustin Hoffman espete: Megalon is not safe!. Concrete is safe!. Steel, steel. Steel is safe!. Hilarante.
C). También en esa misma secuencia, podemos contemplar la maqueta del proyecto del alcade, que resulta ser muy similar, si no idéntica, a la vista cenital de una maqueta de las Vegas que puede observarse al final de los créditos iniciales de One From The Heart (no por casualidad, otra fábula que exhibía orgullosa su artificiosidad visual y sus personajes arquetípicos).
D). Los momentos en los que The Money Bunny/Wow Platinum (ninguno de los dos apodos, evidentemente, es su nombre real, y para el segundo se ofrece en un momento determinado una explicación muy lógica y sencilla), deja caer su máscara, su personaje público. Porque a pesar de todo, ella ama sinceramente a Cesar (fijaos en sus ojos cuando se lo dice en el apartamento al inicio del film, Plaza está FANTÁSTICA), solo que no tanto como el poder, la fama y el dinero. Por eso, tras repasar su entrevista a Crassus en televisión, y ante el evidente desencanto de Cesar, toma la decisión de casarse con el. Esto, aunque efectivamente le convertirá en alguien famosa, rica y poderosa, también le causará una profunda infelicidad, como podremos comprobar más adelante.
Por ello, tras intentar infructuosamente retomar su relación con César y convertirle en su cómplice (en una secuencia donde además ella parece estar al borde del llanto, puesto que en el fondo alberga sentimientos sinceros por el), pasa a intentar tentar y seducir a Clodio, lo cual consigue sin ninguna complicación, ya que el desea lo mismo que ella (I want the moon, algo que, subsconscientemente -por eso se manifiesta en sus sueños en forma de un precioso homenaje a Melies-, también atormenta al alcalde Cicero, quién por lo demás es un buen hombre encorsetado por su excesiva rigidez).
Claro, al final la cosa acaba como acaba para Plaza y Labeouf, porque la banca, o los poderes fácticos si se quiere, siempre ganan, de una forma u otra.
E). Todo el segmento "noir" de investigación. Por todo. Por el tono, por los recursos visuales inspiradísimos, por el alucinante uso del color, por el diseño de producción, por los homenajes cinefilos variados -que se dan en todo el metraje, pero en este segmento en particular y posteriormente a partir de que disparan a Cesar hasta el final de film forman un caleidoscopio multireferencial, preciso y exacto, pues todas tienen su espacio claramente delimitado y todas son pertinentes- sin entorpecer en ningún momento la narrativa y sin dejar de destilar una voz propia, lo que reconfirma a Coppola, si es que hiciese falta a estas alturas, como un gigante de su oficio.
F). Toda la larga secuencia del coliseo. Por como Coppola mide los tiempos de todo cuanto allí acontece. Por cómo se integran, con pasmosa naturalidad, multitud de referentes históricos, pictóricos, y literarios en el espectáculo que va teniendo lugar allí.
Por cómo el montaje, el uso del color y el diseño de sonido van a acorde a la progresión ascendente del colocón de Cesar, que si no es el más original de cuantos se hayan filmado, cerca le anda, y donde Coppola juega y se deja llevar, sin perder jamás el foco.
Por cómo es capaz de combinar el codazo y la risa cómplice (la referencia literal a la serie Parks and Recreation -sátira política en clave de comedia donde Plaza interpreta un personaje- cuando ella desvela la estatua, o el bailecito de Adam Driver), con la sinceridad más desarmante (los juegos imaginarios de Julia y César -¡esa cuerda-!, contemplar el dolor y desazón en la mirada de César debido a la actitud de su madre para con el, u observar a Romy Mars, una de las nietas de Coppola, "interrogando" a Julia en nombre del periódico que su madre Sofía fundó cuando tenía más o menos su misma edad), y con tristeza y pesar, al comprobar que la degeneración moral de Cesar ha permitido a sus enemigos erosionar su figura. Porque toda mentira que desee sustentarse mínimamente debe partir de un poso de verdad, y por eso Cicero tiene razón, en parte, cuando acusa a Cesar de ser moralmente culpable (también la tiene Julia cuando describe todo lo bueno que hay en el, ojo).
G). Todas las secuencias de la relación entre Cesar y Julia, pero quisiera destacar la bellísima escena donde Cesar y Julia quedan para jugar a las cartas y merendar con los padres de ella. Sostengo con la mano en el corazón que ese intercambio de citas literarias, corregidas, matizadas, y comentadas está entre lo mejor escrito por Coppola. Jamás unas pocas líneas dijeron tanto. La dirección de actores es sencillamente portentosa.
H). Todo el metraje desde que disparan a Cesar hasta el final del film. Coppola se desata, le da caña al aparato formal, la imaginería visual y a los montajes psicodélicos y es aquí donde Megalopolis toca el cielo y se convierte en una extraordinaria película, con su continua experimentación formal, pero sin perjudicar en ningún momento, insisto, la claridad expositiva.
Solo citaré tres instantes. El montaje caleidoscópico más largo de la película tiene lugar cuando disparan a Cesar e incluye no solo una voz en off que nos informa de algunos de los posibles usos y utilidades de Megalon, sino un segmento con un rosa y la remembranza de la pérdida de un ser querido que establece directamente un meta diálogo con Youth Without Youth, obra donde el tiempo, las rosas, y la pérdida del amor de tu vida forman parte esencial de la trama.
Otro tiene lugar cuando Plaza convence a Voight para que le otorgue control de la administración de las cuentas, e incluye homenajes preciosos a Welles, Griffith y Murnau.
Y por ultimo, hay en determinado momento una secuencia en una sauna cuyo contenido no desvelaré, pero que está tintada enteramente de azul, y durante el transcurso de la misma, vemos partes de la silueta de Plaza, en negro y recortada, entrando y saliendo del encuadre, como femme fatale que mueve (o cree mover), los hilos a su conveniencia.
Es un instante asombroso, como tantos otros, en su plasticidad, porque formalmente Megalopolis es la obra de un genio que en este film, entre otras cosas, juega con la plasticidad del medio constantemente, aludiendo continuamente a su historia y evolución en este sentido y jugando e integrando multiples referencias (aunque no solo cinematográficas, como ya he comentado), con total naturalidad dentro de su propia voz y constantes.
En serio, si podéis ir a verla, haced el esfuerzo. Dejad que la obra os hable en sus propios términos, y quizá de repente os deis cuenta de que ha entrado en vosotros y ya no podeis quitarosla de la cabeza. Incluso puede que soñeis con ella.
Francis Ford Coppola ha vuelto, y ha dado un puñetazo en la mesa. ¿Tenía necesidad?. No. Pero lo ha hecho.