Anatahan (1953), de Josef von Sternberg
Último film rodado por Sternberg, se trata de un curioso y atípico proyecto muy personal, en que aparece acreditado, además de como director, como guionista y director de fotografía. Para su realización Sternberg se trasladó al Japón, filmándose la película en unos estudios de la ciudad de Kyoto, donde se reprodujo el ambiente selvático de la isla de Anatahan, de origen volcánico, una de las que componen el archipiélago de las Marianas.
La película, basada en una obra de carácter autobiográfico de uno de los supervivientes, nos narra la estancia durante siete años (de 1944 a 1951) de doce marineros japoneses que sobreviven a un naufragio frente a la isla. Descubren que los habitantes de Anatahan han abandonado la isla, donde solo encuentran una pareja, un hombre y una mujer, que viven juntos aunque no son matrimonio.
Ella, Keiko (Akemi Negishi), será (en la línea de las películas de Sternberg con Marlene Dietrich) el elemento perturbador que va a condicionar la conducta de los supervivientes.
Convertida en una especie de abeja reina (tal como nos la describe la omnipresente voz en off, que es la del propio Sternberg), va a ser receptora de las atenciones, insinuaciones y, finalmente, motor de los enfrentamientos entre los hombres, produciéndose un goteo de muertes, casi como si de “Diez negritos” de Agatha Christie se tratase, aunque sin misterio sobre quién es el causante.
Sternberg filma con su estilo habitual, extremadamente barroco, a base de decoraciones asfixiantes que ocupan toda la superficie del plano, hasta el punto de mantener a menudo dentro del cuadro a la totalidad de los personajes (algo con lo que jugó Kurosawa, en formato ancho, en su espléndida
Sanjuro). Sternberg tiene también especial cuidado con la iluminación, con un brillante juego de luces y sombras, y con el sonido. Además, algo insólito, rodó el film en japonés, pero sin subtitular los diálogos, sobre los que grabó su propia voz explicando lo que acontece en la pantalla, como si se tratara de los recuerdos de uno de los náufragos.
Al final, años después de acabada la guerra, y de haber rechazado el rescate con anterioridad por creer que se trata de un truco del enemigo, los supervivientes (salvo uno, que decide permanecer en la isla) son recogidos y trasladados al Japón, donde los reciben sus familiares y amigos. Un tiempo antes, Keiko ya había dejado la isla al avistar un barco militar.
El montaje del director sufrió algunos cortes en la versión estrenada en 1953, fundamentalmente para eliminar imágenes de Keiko desnuda. Afortunadamente,
la versión editada por Eureka incluye ambas versiones (las de 1953 y la del montaje del director de 1958), además de jugosos extras, que nos cuentan entre otras cosas la manera peculiar que utilizó Sternberg de planificar el rodaje, teniendo en cuenta que no sabía japonés. Muy recomendable (también Sternberg es uno de esos directores merecedores de una revisión completa).