Revisitada
El tesoro de la Sierra Madre.
Una película ingrata y difícil con elementos de drama social, documental,
western, cine de aventuras y cine negro que muestra, sin tapujos, a dónde es capaz de llegar el ser humano cuando las más bajas pasiones, y especialmente la codicia, se apoderan de él, y cuán fútiles llegan a ser estos bienes materiales que se han antepuesto a todo lo demás, algo que no está de más recordar en una época como ésta, en la que la crisis y la avaricia tanto daño han hecho a tantísima gente.
John Huston hace un trabajo excelente (y su director de fotografía, Ted McCord, aproximándose en ocasiones al cine documental, y en otras casi al cine de terror), pero el mayor mérito corresponde a los actores, en especial a Humphrey Bogart, en un sorprendente y poco agradecido papel de villano, irreconocible bajo tres kilos de maquillaje y barbas de mendigo, del cual la histeria y la locura se van apoderando poco a poco. Un hombre que es consumido por la obsesión. Obsesión que le lleva a la destrucción, en el momento en que la codicia suplanta al altruismo y a la lealtad (las cuales, por cierto, mantienen con vida a sus compañeros). Un personaje que lo ha pasado muy mal (y rodeado frecuentemente de personajes también al límite), pero aunque el espectador llega a comprenderlo, nunca llega a simpatizar con él.
Imprescindible.