La mort de Louis XIV (2016), de Albert Serra
La obra de Albert Serra no es apta para todos los públicos, pero lo menos que se puede decir de él es que con unos films arriesgados ha llegado a conseguir ocupar un lugar importante dentro del mundo del cine, sino entre el público sí al menos entre la crítica. Confieso que las películas que le había visto hasta ahora no me habían convencido, pero esta peculiar visión de la agonía del Rey Sol me ha parecido un film francamente interesante. Contando con la presencia totémica de Jean-Pierre Léaud (mítico actor del cine francés que no es precisamente santo de mi devoción, pero que aquí está espléndido usando escasos recursos interpretativos), Serra desgrana minuciosamente el proceso de la enfermedad y muerte de un viejo monarca, el más poderoso de su tiempo, pero que al final resultó ser tan humano y falible como cualquier mortal. Película hecha de miradas, de silencios, de pequeños gestos, con una ambientación tenebrosa (excelente fotografía de Jonathan Ricquebourg), consigue que sientas el dolor del anciano e incluso intuyas el olor de su putrefacta pierna gangrenada, en un ejercicio interpretativo minimalista de Léaud y el resto del reparto (con varios actores amateurs como es habitual en Serra). Aunque no es un film para ver a menudo, merece la pena dedicarle una sesión, aunque no sé si estos son los mejores tiempos para ello. Serra, en el fondo avanzándose a la situación actual y a las reflexiones sobre la muerte a que nos lleva, creó una suerte de vanitas barroca. En resumen, sic transit gloria mundi.
Z, la ciudad perdida (The Lost City of Z, 2016), de James Gray
Para compensar el anterior visionado, Gray ofrece un intento de recuperar cierto aliento aventurero, tan echado de menos en el cine de las últimas décadas. Aunque a mi modo de ver se queda a medio camino, la historia de Percy Fawcett, guionizada por Gray a partir del libro de investigación del periodista del New Yorker David Grann, nos ofrece un parcialmente interesante resumen en forma de biopic de los diversos intentos del explorador inglés por hallar Z, la ciudad perdida, testimonio de una antigua civilización avanzada en el corazón de la Amazonia. La película adquiere ciertas resonancias a las novelas de H. Rider Haggard, escritor muerto en 1925, el mismo año en que Fawcett y su hijo desaparecieron para siempre en la selva amazónica. Quizá el guion presente demasiadas elipsis y las interpretaciones sean algo apagadas (ni Charlie Hunnam como Percy, Sienna Miller como su mujer o Robert Pattinson como su compañero de aventuras, Henry Costin, no aportan ese sentido de la aventura que requeriría el tema), pero en todo caso bienvenido sea un film que recupera cierto añejo sabor aventurero que personalmente encuentro tanto a faltar. Sin llegar a su nivel, me ha recordado uno de los últimos grandes films de aventuras, Las montañas de la luna, de Bob Rafelson.