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Synch
Hace unos días vi The Last of Sheila, película whodounit de 1973, con guión co-firmado por Stephen Sondheim, y que el compañero (y asesor musical) (late saturday night consulting producer) (a what?) Branagh/Doyle me recomendó hace unas semanas.
Vaya por delante que Sondheim aparte a mi el whodounit suele gustarme mucho. De hecho cualquier película con gente metida en un mismo sitio durante horas o pocos días, con mierda del pasado salpicando, y tal me mola. Pero si es whodounit, más.
Un productor de cine reúne a varios amigos a bordo de un barco, en un crucero por el Mediterráneo, para proponerles un juego de rumores en el aniversario del atropello y muerte de su esposa. Clinton, el productor, reparte unas tarjetas con un rumor que corresponde a cada uno de los invitados y cada noche, en una parada del barco, deben descubrir a quien pertenece. En una de esas paradas muere alguien y, claro, deben resolver el asunto.
De entrada decir que siendo de 1973 y con productores, guionistas y demás gente del mundo del cine, el film tiene un aire concreto, casi adelantando esos personajes de profusión cultural concreta y pijerio recurrente de los films de Woody Allen a partir de su colosal Interiors hasta la actualidad. Los personajes de Sheila destilan cierto aire superficial pero ese trasunto no es la chicha de los mismos sino la excusa para concentrarnos en lo que nos interesa: el juego y el asesino. Herbert Ross, director y productor, atina bien en ello, igual que Allen.
El guión, necesitado de mucho diálogo que logre anticiparse a las resoluciones del espectador (yo pillé al asesino/a pero, joder, creo que tampoco era difícil por la exposición del personaje) es rico en intercambios y sobre todo atina bien en la personalidad de cada uno. Pero esto se remata en las interpretaciones en las que destaco a James Coburn y sobre todo a Dyan Cannon, que clava su papel de descuidada-vivalavida.
El final, eso sí, me ha roto el esquema pero me mola que sea así. Atrevido.
Ah, esto a modo teatro... Ignoro si Sondheim incorporó lenguaje más apto para la escenografía clásica, o le salió solo, o se me va la pinza más de lo habitual (que ya es decir, me cago en todo).
PD: viva el puto mediterráneo.