Cuatro películas adscribibles al género de terror en sus diferentes variantes:
“Espíritus y posesiones malignas”: Sobrenatural, de Victor Halperin, con Carole Lombard, Alan Dinehart, Vivienne Osborne y un sosísimo Randolph Scott. Justo después de su obra maestra, White Zombie, Halperin dirigió este film fantástico sobre la transmigración de las almas, el espiritismo y la posesión más o menos diabólica. En este caso la víctima es Carole Lombard, alejada de sus habituales papeles de comedia sofisticada. Aquí se transforma con brillantez en una asesina con impulsos irrefrenables de venganza debido a la posesión de su cuerpo por parte de una estranguladora recién ajusticiada. El argumento no tiene ni pies ni cabeza y el pulso narrativo de Halperin es entrecortado y poco ajustado, pero consigue algunos momentos atractivos por su extrañeza, especialmente en el capítulo visual, sin llegar, no obstante, a la excelencia de su película sobre zombis (mérito atribuible quizá en buena medida al director de fotografía, Arthur Martinelli, que también estuvo tras la cámara en su film anterior).
“Asesinos más o menos en serie”: Seis mujeres para el asesino, de Mario Bava, con Cameron Mitchell, Eva Bartok, Thomas Reiner y Mary Arden. Del reparto ya se deduce que estamos ante la típica producción internacional de la época, mezclando actores de diferentes nacionalidades y lenguas (lo cual me lleva a preguntar: ¿cuál sería la versión “original”, la inglesa o la italiana, si es que esa pregunta tiene sentido en este caso?). Se apunta a este film como el que inaugura el género del giallo en Italia. No conozco demasiado el género ni me entusiasma lo poco que he visto, pero tengo que decir que esta película me ha parecido espléndida, en especial por su fotografía, iluminación (esos verdes, azules y rojos que dotan de una atmósfera malsana al film) y dirección artística. Incluso en este caso la narración me parece sólida y sin las típicas lagunas o sinsentidos de este género de films. Muy recomendable.
“Monstruos”: Rasputín (Rasputin: The Mad Monk), de Don Sharp, con Christopher Lee, Barbara Shelley y Richard Pasco. El enfoque que se da al personaje de Rasputín es completamente ahistórico. No hay el más mínimo interés por retratar la convulsa época del final del imperio zarista en Rusia, sino más bien añadir a la galería de monstruos uno más, en este caso no un mad doctor sino, como dice el título original, un mad monk. Y en ese sentido, a mi modo de ver, el film cumple, en especial gracias a la histriónica interpretación de Lee y a la ambientación típica de la Hammer. Lástima que el director fuera el mediocre Don Sharp y no Terence Fisher, aunque se aprovecharon varios decorados de la fisheriana Drácula, príncipe de las tinieblas (con la que comparte también director de fotografía, Michael Reed). Impresiona la gigantesca figura de Lee, con la larga barba y el atuendo oscuro. En algunos momentos recuerda a Svengali, tanto al de la novela de Du Maurier como al de la película de Mayo, interpretado por John Barrymore.
“Psicópatas”: Secuestrada (The Vanishing), de George Sluizer, con Kiefer Sutherland, Jeff Bridges, Nancy Travis y Sandra Bullock. Se trata del remake de la película holandesa de 1988 dirigida por el mismo Sluizer, y que no he visto. Al parecer la versión norteamericana cambió el final para adecuarlo al clásico happy ending hollywoodiano. Una lástima, porque precisamente la resolución del film es lo peor de la función, aunque a mi modo de ver tampoco lo anterior merece demasiado la pena. He leído que el film entusiasmó a Kubrick, pero sinceramente si es cierto no lo acabo de entender. Me parece una propuesta bastante adocenada sobre el clásico psicópata (Bridges) que rapta a una mujer (la insoportable Bullock) con fines inconfesables ante la desesperación y desorientación de su novio, un Sutherland muy gris. Pasan los años (tres, concretamente) y aparece un nuevo personaje, una camarera interpretada por Nancy Travis, con la que Sutherland rehace su vida, como se suele decir, pero menos, porque el recuerdo de su novia desaparecida le persigue. El film se cierra en un enfrentamiento a tres bandas que oscila entre lo risible y lo previsible.