Vista, desafortunadamente,
No confíes en nadie (título premonitorio y acertadísimo). Se trata de un thriller de Rowan Joffe (hijo de Roland Joffé) que centra su materia argumental en la amnesia. Como si de una vuelta de tuerca más a
Memento se tratara, aquí la protagonista (Nicole Kidman, que tuvo días mejores) se despierta cada día sin recordar nada de su vida: ha de aprender cada mañana que “tuvo un accidente” hace años, que vive con su marido (Colin Firth), que al día siguiente no recordará nada de lo que haga hoy, etc., en definitiva ha de esforzarse en recuperar los elementos mínimos imprescindibles para dotarse de una personalidad provisional, aunque sea frágil y huidiza. Pero también cada mañana recibe la llamada de un médico (Mark Strong) que, a espaldas del marido, intenta desarrollar una terapia alternativa. Una dirección vulgar, de película de tarde de domingo en Antena 3, mantiene un interés decreciente durante los dos primeros tercios del film. Pero el último tercio, después del esperable giro argumental que trastoca la interpretación de todo lo que hemos visto hasta el momento, nos lleva a una de las conclusiones más ridículas, increíbles, inverosímiles y vergonzosas que he visto en mucho tiempo. Tal engendro sirve en todo caso de demostración que también las grandes estrellas han de pagar la hipoteca y que para cobrar a final de mes también en el mundo del cine hay que hacer a veces cosas que uno preferiría no hacer… o al menos eso me gustaría pensar de Kidman, Firth y compañía, porque si no es así no entiendo qué pintan en este film bochornoso.