Tarántula (
Tarantula, 1955), de Jack Arnold
Como contraste, y aprovechando que Universal la ha editado en
BD, he revisado un magnífico film de ciencia ficción, uno de los mejores de la serie B norteamericana de los años 50. El argumento ya queda enunciado en el mismo título, reforzado por la imagen del cartel (por otra parte, sensacionalista, porque el toque erótico que se ilustra no aparece en el film), o sea que no creo que ningún espectador se llamara a engaño ni se sorprendiera demasiado del contenido. Leo G. Carroll es el típico
mad doctor, dedicado a investigar un nutriente que se supone ayudará a combatir el hambre en un mundo cada vez más poblado. Pero como suele pasar en estos casos, las buenas intenciones conllevan un cúmulo de desgracias: por un lado, en forma de enfermedad, la acromegalia, que le acabará afectando a él, además de a sus ayudantes; por otro, como consecuencia de un accidente en el laboratorio, la liberación de una tarántula que crece de manera incontrolada, y contra la cual se tendrá que acabar movilizando el ejército, como solía ocurrir en este tipo de películas, no en balde era la época de la Guerra Fría y el terror nuclear (recordemos, por ejemplo, la excelente
Them, de Gordon Douglas). Precisamente el jefe del escuadrón de cazabombarderos que pone punto final a la amenaza (a base de bombas de napalm) lo encarna Clint Eastwood, en uno de sus primeros papeles, no acreditados, en la pantalla. Junto a Carroll, el film cuenta con la típica pareja que permite añadir un romance confortador, formada por el médico del pueblo (John Agar) y la ayudante del laboratorio del científico (Mara Cordey). El film goza de un ritmo sostenido y despliega unos convincentes efectos especiales, jugando con mostrarnos la araña gigante (de hecho, una araña real, se dice que la misma que aparece en otro film de Arnold,
The Incredible Shrinking Man), aunque los maquillajes que pretenden representar los efectos de la acromegalia no tengan el mismo acierto.